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El 3 de marzo de 2022 lo recuerda bien Sara Bárbulo. «Tuve que mudarme temporalmente», dice. Cogió sus cosas y se fue a casa de un familiar con su pareja y sus hijos que por entonces tenían 2 y 9 años. La convivencia con su ... vecino de enfrente «era imposible». El olor era nauseabundo y al problema de Diógenes que padecía su vecino A.G.R. de 60 años, se le sumaban además los trastornos mentales que hacían totalmente impredecible su comportamiento.
Sus hijos tenían miedo, sobre todo por las noches. «Llamaba a la puerta y la rayaba con un destornillador. Gritaba, nos amenazaba y hacía ruido a todas horas. Estuvo acumulando basura durante seis meses», asegura Sara Bárbulo. Ella y el resto de vecinos sufrieron durante medio año la desastrosa convivencia que generaba este hombre. «Ensuciaba y escupía en las zonas comunes, nos insultaba y no sabías por dónde iba a salir», dice.
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De hecho, cuando finalmente entraron a limpiar la casa, en el bloque 3 de la calle Pato, el hombre había tirado la mayoría de tabiques. Muchos de esos escombros estaban todavía repartidos por las estancias de una vivienda que carecía de agua corriente.
Tardarían casi cuatro meses en volver a casa. «Estar allí era un peligro para la salud por la cantidad de basura que acumulaba y todo lo que eso conlleva, ratas, mosquitos… Así que solo volvimos cuando limpiaron todo el y cuando por fin se lo llevaron». El hombre padecía esquizofrenia y había provocado hasta tres incendios en su vivienda. «Recuerdo vivir aquello con mucho miedo», dice Sara.
De vuelta a la que siempre fue su casa, sus hijos -sobre todo el mayor- tardaron unos quince días en perder la sensación de estar atemorizados por cualquier ruido durante la noche. «Yo les trataba de explicar que él ya no estaba ahí y que no tuvieran miedo, que no podía hacerles nada. Fueron momentos duros que ahora recuerdo como una pesadilla que por fin terminó».
Sara, al igual que el resto de los residentes de la comunidad, no entendía la falta de actuación de la Administración para casos como el de este hombre, que llegó a amenazarlos con volar el edificio. «Los Servicios Sociales deberían intervenir de verdad en estos casos para que no se llegue a estos extremos, encima que en este caso constaban varias denuncias. Al final fue parte de la familia la que se hizo cargo de los costes de limpieza y al hombre lo ingresaron, ahora debe estar en un piso tutelado», finaliza Sara.
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