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Casi la mitad de los 395 migrantes llegados de Canarias han pedido protección internacionalValladolid
Casi la mitad de los 395 migrantes llegados de Canarias han pedido protección internacionalLa respuesta castellano y leonesa a la emergencia migratoria que durante este año viven las islas Canarias (con 37.187 personas llegadas en patera, frente a las 15.466 de 2022) se ha resuelto con 395 atendidos (todos varones), de acuerdo con los datos que ... maneja Accem, la entidad que ha gestionado los centros de acogida habilitados en la región y la provincia –aquí, tanto en Valladolid capital como en el balneario de Las Salinas (en Medina del Campo)– para afrontar una situación extraordinaria, ante la mayor llegada vivida en las Canarias desde el año 2006.
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El Gobierno fijó un programa de realojo en la península que supuso el desembarco de 183 personas a finales de octubre. Luego fueron 67 más y más tarde se sumaron nuevas llegadas hasta alcanzar las 395 personas finalmente atendidas en Castilla y León.
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Víctor Vela
Los trabajadores y voluntarios de Accem han concluido ya el dispositivo de primera ayuda humanitaria y de emergencia, en el que fue necesario habilitar un espacio como el balneario de Las Salinas para albergar a un importante número de personas. Este centro cerró sus puertas hace un par de semanas y los migrantes allí atendidos (250) han pasado a nuevos programas de sociales o han entrado en contacto con familiares o conocidos suyos que ya vivían aquí para empezar a ganarse la vida en Valladolid o, de forma mayoritaria, en otros territorios.
«Cerca de la mitad han solicitado protección internacional», explica Diego Cebas, coordinador de Accem en Valladolid. Durante la anterior gran crisis migratoria, la de 2006, el principal motivo por el que muchos africanos abandonaban sus países de origen era de carácter económico. Escapar de la pobreza. Ahora, se produce un «flujo mixto» en el que además están las huidas vinculadas con las guerras, la violencia, el riesgo que muchas personas tienen de morir en sus países de origen por sus ideas, su raza, su condición sexual, su religión.
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«Durante los últimos años, los países del Sahel han vivido seis golpes de Estado», cuenta Cebas. Malí está en guerra desde 2012. En Burkina Faso, una de cada cuatro escuelas no abre sus puertas por miedo a los ataques. En Níger, cerca de 200.000 personas han tenido que abandonar su hogar por la presencia de grupos armados yihadistas. En Sudán, van camino de las dos décadas de enfrentamientos.
En Senegal, la represión ha crecido durante los últimos meses, con condenas a políticos en la oposición, restricciones en redes sociales y decenas de muertos en manifestaciones. «Lo económico existe, pero cada vez hay más motivos para salir de allí vinculados con la persecución, el peligro, el conflicto armado», cuenta Cebas. El riesgo de morir.
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En esos casos, la persona llegada a España puede solicitar protección internacional, una condición recogida en la declaración universal de derechos humanos. De las 395 personas migrantes realojadas desde Canarias, cerca de 200 (la mitad) han solicitado este proceso de protección internacional. El número es tan alto que ha afectado directamente a las oficinas que tramitan estos expedientes. La Policía Nacional ha empezado a dar citas para analizar estos casos (con los motivos que les llevaron a salir de sus países) para el 12 de junio.
Dentro de medio año. Mientras tanto, disponen de una manifestación de la voluntad de pedir asilo que acredita que no pueden ser devueltos a sus países de origen. El año pasado, 1.217 personas iniciaron este trámite en Valladolid. En 2021 fueron 421. La mayor parte de los solicitantes en 2022 procedían de Colombia (470). A mucha distancia se situaban Perú (75) y El Salvador (26). En la estadística de 2022 había tres personas de Angola, tres de Costa de Marfil, dos de Gambia, diez de Malí o cuatro de Senegal.
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Estos dos últimos son los principales países de procedencia entre las personas que durante estos dos meses han sido atendidas, por ejemplo, en Medina del Campo. «La mayoría son de Senegal», explican desde Accem, quienes mantienen la atención y acompañamiento a una veintena de ellos. Otros han pasado a diversos programas de atención o han conseguido contactar con sus redes de apoyo (en España o en el extranjero).
Muchos de los llegados a España en patera emprendían la aventura porque contaban en Europa con amigos o familiares con los que reunirse. En esos casos, lo que hacen desde Accem es confirmar que efectivamente esos apoyos existen (que no hay una mafia de explotación detrás) y facilitar el reencuentro, bien con el pago del billete para movimientos en la península, bien con el desplazamiento hacia la frontera cuando el viaje les lleva a otros países de Europa. «En el caso de España, la mayoría ha viajado hacia el sur (Murcia o Andalucía) donde tienen conocidos o ven más posibilidades de lograr un trabajo».
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