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Juan Aurelio con su camión cargado de muebles. L. Negro
«Los meses más fuertes son los de verano, pero hay que estar presentes todo el año»

Vendedores ambulantes en Valladolid

«Los meses más fuertes son los de verano, pero hay que estar presentes todo el año»

Juan Aurelio Sanz, vendedor ambulante de muebles de 61 años. Lleva toda la vida en el oficio

Laura Negro

Valladolid

Lunes, 15 de abril 2024, 00:02

Cuando Juan Aurelio Sanz llega a un pueblo de Valladolid o Palencia, todo el mundo se entera. Su inconfundible voz resuena a través de su potente megáfono: «Sillas para mayores y niños, sillones, colchones, librerías, dormitorios, somieres…». Así recita este veterano vendedor su amplísimo catálogo de productos. Lo hace de calle en calle y de pueblo en pueblo. Tiene 61 años y toda su vida la ha dedicado a este oficio, que ha sido también el de sus antepasados. Su abuelo recorría los pueblos aledaños a Cantalejo arreglando trillos en un viejo carromato tirado por dos mulos. Su padre arreglaba somieres y vendía sillas de mimbre y camas niqueladas. Desde que tuvo 14 años, Juan Aurelio empezó a echarle una mano en el negocio. Años después, ya con su propio camión, empezó a hacerse una clientela propia vendiendo y montando todo tipo de muebles. Con él se acabará esta tradición familiar. Sus hijos no tomarán el relevo.

Es miércoles y su ruta incluye hoy Traspinedo, Santibáñez de Valcorba y Sardón de Duero, pueblos en los que los lugareños salen a su paso para comprar aquello que más les urge, principalmente sillas y colchones. «Yo soy de la antigua usanza. No me gusta tener el mensaje grabado en el megáfono. Si quiero hablar, hablo y si quiero dar los buenos días a los clientes en alto, lo hago. Son muchos años y mucha confianza la que nos tenemos», dice.

Para Juan Aurelio, la venta ambulante es mucho más que un trabajo. Es una forma de vida, aunque reconoce los desafíos a los que se tiene que enfrentar por el mercado cambiante y la despoblación. «Los meses más fuertes son los de verano, pero hay que estar presentes todo el año para dar un buen servicio. Cada tres semanas suelo repetir la ruta, para que la gente me tenga en cuenta cada vez que necesita renovar un mueble», indica este vendedor. «En agosto y los primeros diez días de septiembre vendo el doble que cualquier otro mes. Hay más casas abiertas en los pueblos y, por tanto, aumentan las opciones de venta. Muchos me avisan antes por teléfono y me hacen encargos o me piden presupuesto. Yo estoy muy agradecido del aprecio que me tienen», añade.

Juan Aurelio mostrando unas sillas a una clienta L. Negro

Este profesional del mueble siempre se ha esforzado por dar un buen servicio y hacer las cosas bien. Eso la gente se lo reconoce. «Les llevo los muebles, se los monto y retiro los antiguos. Los cual es una ventaja increíble, sobre todo para la gente mayor. Los pueblos no son lo que eran y tampoco las necesidades de los habitantes. Recuerdo cuando se pasó del colchón de lana al de muelles. Aquello fue un boom y se vendía muchísimo. Ahora las ventas han bajado. Los pueblos están más vacíos, pero yo seguiré yendo a pesar de todo», completa.

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