Verónica Casado, exconsejera de Sanidad y docente se jubila en Sacyl y en la UVA

«A la Medicina de Familia le he entregado mi vida entera, incluso la personal»

–¿Y a qué va a dedicar ahora su tiempo?

–A mis extraescolares. Es decir, libros, artículos, ponencias, todo eso voy a seguir en ello y con la dirección de la Academia de Médicos de Familia de España...

–¿Qué le ha aportado a la Medicina de Familia?

–Mi vida. No solamente mi vida profesional, porque ha sido una apuesta muy fuerte, sino también en parte mi vida personal. Es decir, que yo he dejado de hacer probablemente muchas cosas, aunque he seguido viajando, leyendo y viendo a mis amigos, pero lo cierto es que probablemente algo menos.

–Es absolutamente creyente en la Atención Primaria.

–Totalmente. Creo firmemente en el papel que tiene sobre la salud de la población. Creo que la Medicina de Familia mejora los indicadores de salud, hace que haya mejores niveles, mejor salud autopercibida y menos ingresos hospitalarios innecesarios. Eso está demostrado por evidencias científicas.

–¿Estamos a tiempo de salvar la Atención Primaria?

–Yo creo que siempre estamos a tiempo, pero hay que hacer esfuerzos de financiación, de planificación, de organización, de gestión. Si no se hacen los cuatro elementos, si no se hacen al mismo tiempo, vamos a tener probablemente problemas, tendrá un coste en niveles de morbimortalidad.

–Su plan estrella como consejera fue el llamado Aliste.

–Tenía varios planes estrellas. La digitalización, los sistemas de información, la sostenibilidad de toda la atención hospitalaria, incluida la de los comarcales, creando las alianzas estratégicas. Pero había un plan que era muy importante para mí, que era el de reordenación y refuerzo de la Atención Primaria. Estaba perfectamente diseñado, pensado con indicadores, ideado desde las bases, es decir, desde el territorio. No se cerraba ningún consultorio, se intentaba que la atención estuviera garantizada y con un médico de referencia.

–¿Y qué cree que lo tumbó?

– Pues en realidad les parecía muy bueno en los despachos a todos. Hablamos con las asociaciones de de usuarios, con los sindicatos, alcaldes, todo el mundo entendía bien lo que lo que se quería hacer, pero está claro que no se hace una política sanitaria sino que se usa como arma. A mí se me ha dicho en el despacho este proyecto es un proyecto magnífico. Yo conseguí el dudoso honor de que tanto el PSOE como el PP estuvieran en contra y pidieran que se retirara el proyecto, cuando yo creo que si se estudia, se analiza, se da uno cuenta de que no hay mucha más salida para dar estabilidad.

–Le llega un homenaje de su gente, de Parquesol. ¿Qué siente?

–Sí , el día 14, a las 17:30 horas en el centro cívico. Lo organiza la Asociación de Vecinos y yo necesitaba despedirme de mis pacientes después de 35 años en ese centro de salud. No me podía ir sin decir adiós y hubo muchísima gente que las dos últimas semanas pasaron a abrazarme llorando y llorando. Ellos y yo porque han sido muchas historias de vida.

–La mejor médico del mundo (reconocida en 2018 por lWONCA World). ¿Qué hace falta para ser un buen médico?

–Yo siempre enseño a mis alumnos que para ser un médico de familia excelente, y es lo que yo he perseguido, debes tener muchos conocimientos, conocer también tus límites, porque siempre he pensado que el médico de familia que lo deriva todo es tan malo como el que no deriva nada.Y está la pauta de las habilidades que tengas, de comunicación, reflexivas, de equipo, técnicas. Es decir, que puedas hacer cirugía menor, ecografías...

–Asistencia, docencia, investigación, gestión y política. ¿Y si le pido que elija?

–Asistencia y docencia,pero la investigación es fundamental porque es lo que nos proyecta al futuro junto con la docencia. El presente es la asistencia y los demás el futuro. Y la gestión la pongo en último lugar, probablemente por la parte política.

–Y la Universidad, ¿cómo la ha vivido?

–Fui presidenta de la Comisión Nacional de la Especialidad. En 2005 conseguí que se publicara el programa de la especialidad basado en competencias y pasamos de una formación de tres años a cuatro años. Me incorporé como profesora asociada de la Facultad de Medicina y monté la asignatura de Medicina Familiar. Más tarde pasé a ser a ser de profesora asociada (PRAS), que son aquellos profesores que pueden dar las clases y que tienen encargada la gestión y organización.

–¿La política ha sido su faceta más dura?

–La política es muy importante, es muy, muy importante. Es la que cambia las cosas, la que tiene la posibilidad de, yendo de la mano de las evidencias científicas, poder cambiar las cosas.

–¿Cómo fue su paso por ella?

–Muy doloroso. Dos años, cinco meses y cinco días me dediqué a ser consejera de Sanidad. Me cesaron por correo electrónico. Fue muy, muy duro. Yo creo que se manipularon muchas cosas, se dijeron muchas mentiras, se tergiversaron muchísimos aspectos. Y he de decir aquí que tuve la inmensa suerte de trabajar con grandísimos profesionales, que trabajaron como si no hubiera mañana durante la pandemia.

–Fue la consejera del covid.

–Una época muy difícil. Nos juntábamos con una tasa de letalidad importante, con una obligación que yo me impuse a mí misma, que fue la transparencia y todos los días dar información.

–¿Fue difícil gestionar la falta de medios?

–Fue una etapa muy compleja porque en ese momento se nos juntaba el que se nos acercaban muchos piratas, es decir, había muchas personas que en un momento en el que no tuvimos material suficiente, no había trajes de protección, no había mascarillas, no teníamos respiradores, no había de nada, lo estábamos buscando en todos los puntos del planeta y no encontrábamos nada. Nunca les hicimos caso.

–¿Qué fue un claro acierto?

–Algunas decisiones clave. Una fue que los clínicos nos ayudaran a coordinar esto. Otra crear un un comité de expertos en un tema en el que había pocos y la tercera considerar en aquel momento que toda Castilla y León era una única área.