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Marta Abril, en su consulta en Medina de Rioseco.
Coronavirus en Valladolid: la opinón de una psicóloga: «Todos vamos a necesitar abrir la ventana y pegar cuatro gritos»

Marta Abril, psicóloga: «Todos vamos a necesitar abrir la ventana y pegar cuatro gritos»

La psicóloga riosecana aconseja «acudir una sola vez al día a la información veraz» y ocuparse luego de la rutina diaria en casa

Viernes, 20 de marzo 2020, 08:10

Confinada en casa como el resto de los españoles por el coronavirus y las medidas del Gobierno, la psicóloga Marta Abril, perteneciente al Colegio de Psicología de Castilla y León, se ocupa estos días de sus hijos de 4 años y 20 días en su domicilio de Medina de Rioseco, donde tiene su consulta profesional. Y se aplica a sí misma las terapias que emplea con sus pacientes para sobrellevar una situación como la actual, en la que el miedo y la incertidumbre genera ansiedad y angustia.

A una situación como esta del coronavirus, tan de película, es difícil enfrentarse...

–Esta situación es nueva, nos viene de sorpresa. Lo que suelo escuchar a la gente de mi entorno es que parece de mentira, como que estamos viendo una película, y es que así se vive, es algo nuevo, que no habíamos vivido antes, y el hecho de tener que estar en casa aislados es una situación nueva también, porque implica parar nuestra vida, nuestras rutinas, nuestros horarios... Para las personas que tienen niños en casa implica una reorganización diferente, y luego hay que hacer frente también a nuestras emociones, que es ahí donde entramos en la parte psicológica.

–¿Un psicólogo tiene ventajas por sus conocimientos para llevar mejor este confinamiento?

–Las ventajas que nosotros podemos tener como profesionales son las estrategias que conocemos y aplicamos a nuestros pacientes, pero no por eso tenemos la ventaja de no sentir. Todos los españoles tenemos que abrir la puerta a nuestras emociones, a emociones desconocidas e incluso a emociones que evitamos con nuestro ritmo del día a día, ese ritmo vertiginoso que no nos deja parar y que ahora nos han obligado a hacerlo.

–Lo que más puede repetirse es la sensación de miedo a lo desconocido y de ansiedad o angustia ante la incertidumbre?

–Tendemos a dos tipos de emociones. Por un lado, el miedo a la incertidumbre, porque no sabes qué va a pasar, si va a ser 15 días o más tiempo. Hay que basarse en las informaciones que son realistas, que es lo que tenemos que hacer para paliar ese miedo. Tenemos que aludir a las fuentes científicas y los medios que nos dan una información veraz, e intentar no estar tanto tiempo conectados, porque el hecho de que nos lleguen por un lado tantos chistes a través de 'whastapp' nos ayuda a tomar esto con sentido del humor, pero luego también nos hace estar hiperconectados e hiperinformados, que no sé hasta qué punto nos puede ayudar o no. Una vez al día nos informamos de cómo está la situación y luego ya nos ocupamos de nuestra rutina diaria. Por un lado es atender a ese miedo, y por otro, atender a las emociones que nos implica el parar, el hecho de tener la adherencia a una rutina diaria. Eso también nos genera un nivel de adrenalina, y también de forma biológica nuestro cerebro está pidiendo ese nivel de adrenalina que nos genera el día a día; entonces, cuando estás parado y no tienes esa actividad, ese parón nos genera ansiedad. Tenemos dos tipos de ansiedad, la que nos genera el miedo a esta situación y la que nos genera el propio aislamiento.

«Hay que reestructurar las pautas en casa, con los niños hay que bajar el pistón»

–¿Es más difícil aguantar este confinamiento para los jóvenes que para los mayores?

–Depende de los recursos de la persona. Puedes ser una persona mayor activa, un 'culo inquieto', y el hecho de tener que estar en casa te hace subir por las paredes, porque no tienes los recursos al respecto. Es más una cuestión de recursos, de resiliencia, de intentar sacar la fortaleza y ser positivos, que una cuestión de edad. Evidentemente, personas vulnerables, que precisan de cuidados o en situación de dependencia, precisan de una atención como precisarían independientemente de esta situación.

–Y con los niños, ¿cómo hay que actuar?

–Los niños necesitan una información adaptada para ellos, aunque continuamente se la tengas que repetir, porque un niño de 4 años no sabe cuanto tiempo son quince días, cada día te pregunta cuando salimos. Por eso también hay que reestructurar las pautas en casa, un niño de 4 años necesita moverse y los adultos tenemos que bajar el pistón. Mi hijo, por la tarde, está jugando al fútbol por el pasillo y tenemos que empatizar con esas necesidades. Ojalá fuéramos niños y pudiéramos verbalizar nuestras emociones como ellos. Un niño explota, tiene una rabieta y ya se pasa, y a lo mejor los adultos estamos hartos de estar en casa, necesitamos aire y lo pagamos con nuestra pareja o abriendo el frigo y comiéndonos media tableta de chocolate. Es importante canalizar sus rabietas, empatizar con ellos, darles espacio y bajar el listón, no les podemos pedir lo mismo que les pedimos en nuestro día a día.

–¿Qué recomienda hacer en casa para ocupar la mente?

–Todas estas emociones tienen una respuesta fisiológica. La ansiedad la percibo en mi estómago, en las palpitaciones del corazón o en un nudo en la garganta. No hay que tener miedo a esas emociones, a afrontarlas; hay que percibirlas como tal, parar un rato, reconocerlas y seguir. Y en casa es importante tener una rutina con nosotros mismos y con los que tengamos en casa. Pero tampoco es rellenar el día con hacer cosas para no pensar, tenemos que parar y aprovechar este tiempo para conectar un poco con nosotros mismos y con nuestras emociones para que, con esas debilidades, podamos generar fortalezas ante esta situación. Es tiempo de levantar la mirada y ver a nuestro alrededor más allá del coronavirus y afrontar las emociones, vamos a tener todos momentos en que necesitemos abrir la ventana y pegar cuatro gritos.

–¿Puede conllevar esta situación algún trastorno mental?

–Puede ser que en personas más ansiosas, más obsesivas y con algún antecedente al respecto, esta situación sea precipitante de un problema de salud mental, pero no podemos generalizar. Una enfermedad mental se desarrollaría si anteriormente llevamos un patrón de evitación de nuestras emociones.

–Cuando termine esto, tendrá más trabajo...

–Mis amigas, en un whastapp, me dicen 'Marta, de esta te forras'. Creo que tampoco va a ser para tanto. Tenemos que pensar lo que vamos a hacer cuando podamos salir a la calle, tenemos que tener una visión positiva y ver el vaso medio lleno...

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