Una manzana de edificios, en contra de los excrementos de los perros en Valladolid

El hartazgo de encontrarse todas las mañanas la misma estampa de restos de excrementos de perros ha llevado a los vecinos de los diez portales que conforman la manzana de los edificios Recoletos-Colón, Columbus y Collosa a movilizarse. Y lo han hecho con pequeños letreros «inarrancables» colocados en parte de las fachadas que dan a la plaza de Colón y a la calle Estación. «Esto es una vergüenza», apunta un vecino tras salir del portal.

Esa es la queja vecinal que se escenifica también con el testimonio de los responsables que llevan «más de seis años» limpiando todas las mañanas los restos orgánicos de los canes. «Lo tenemos que hacer nosotros. Es suelo privado de uso público y nos toca ejercer acciones de desinfección para quitar los excrementos y orines», apunta el responsable de mantenimiento de cuatro portales, Juan José Esteban, y el encargado de colocar los carteles. «Ha sido nuestra última medida tras ver cómo se encontraban los accesos. Mean en todas las esquinas. Nos hemos encontrado con excrementos en las entradas y eso es intolerable. Solo pedimos civismo porque realmente no estamos en contra de los perros», añade Esteban.

Precisamente este empleado de los cuatro bloques (los que conforman la esquina de la plaza Colón y la calle Estación) fue el encargado de colocar los carteles en el exterior, los mismos que ya han empezado a dar resultado. «Tras la autorización del administrador, los pusimos en el inicio de las fiestas, hace quince días. Nos duraron poco, pero ahora ya están fijos y empezamos a notar resultados. La gente con perro se acerca y evita la zona. Ahora llamamos menos la atención a los propietarios», recalca Esteban.

Desde hace «mucho tiempo» (rememoran principalmente los últimos seis años), los diez bloques se han topado con los «actos incívicos» de los dueños de canes. «Tienen un parque bien cercano, pero los soportales gustan porque los propietarios y los animales están resguardados. Pero no por ese motivo se puede permitir que lo hagan en la puerta de casa», prosigue Juan José Esteban, que relata un hecho fijado hace seis meses. «Dejaron un excremento en la calle y una persona mayor se resbaló. Tuvo que venir la ambulancia por una situación evitable», recuerda.

Estos carteles han sido la última medida de los vecinos y de los encargados de la limpieza. «Todos los días limpiamos las fachadas por los orines. Mean en las esquinas de entrada, por lo que cada mañana cambiaba el elemento utilizado para la limpieza, variando los olores con diferentes productos para que no miccionen en estos puntos», agrega Esteban.

Junto al responsable del mantenimiento de estos cuatro bloques se encuentra también Lourdes Gago. Todas las mañana se acerca a estas comunidades para completar las tareas de limpieza. Barre y friega los portales, pero tiene que salir al exterior para desinfectar las fachadas. «Hasta tenemos una máquina de limpieza para el garaje y este sotechado. No hay día que no nos encontremos ningún 'regalito'», apunta mientras tira un cubo de agua en un lateral y coloca el cartel de 'suelo mojado'. «Esa es otra, tenemos que tener mucho cuidado con el agua que utilizamos, pues al ser el pavimento privado nos puede acarrear algún problema si alguien se cae», explica Gago.

Por ese motivo, dos de las personas encargadas de mantener las comunidades en perfecto estado abogan por el apoyo de la Policía Municipal de Valladolid. «Ya hemos llamado para explicar lo que pasa en estas calles, pero no ha dado resultado. Creemos que deberían perseguir a esas personas que permiten que sus perros hagan sus necesidades en la calle y lo dejen ahí. Realmente no cuesta nada ir con una botella de agua con algo de jabón para limpiar las paredes y las columnas. A nadie le gusta que ensucien sus casas, pues a nosotros nos pasa lo mismo», concluyen a la par que retoman su trabajo diario.

Dada la repercusión que han tenido esos carteles en cuatro portales, el resto de bloques afectados ya valoran sacar al exterior los mismo letreros para que la céntrica manzana de la plaza Colón no se convierta en un 'pipican'.

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