El magnetismo de la foto del hostelero vallisoletano que llega hasta la UNESCO

Detrás de la barra de su actual bar La Passión Café, Marco Negroni desgrana la apasionante historia de su vida, digna de la mejor película de Hollywood. Tenía 17 años y acababa de cobrar su primer sueldo como repartidor de pizzas. Su sed insaciable por descubrir, aprender y experimentar le llevó a invertir aquel montante en un billete de avión con destino a la antigua Checoslovaquia. Allí compró su primera cámara profesional. Una Zénit soviética que le acompañó durante muchos años y muchos viajes. «Con 20 años monté mi primer bar, La Milonga, que me permitió hacer lo que más me gustaba: viajar», dice.

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Aunque Marco ha explorado los rincones más remotos del globo, su debilidad son los países bañados por Pacífico. Desde las islas polinesias hasta las costas asiáticas. Este océano es su musa y su refugio. «El reino de Tonga, Samoa, Fiyi, Nueva Zelanda… Hay algo en esta parte del mundo que me atrae muchísimo. Allí hay lugares con culturas tan diversas y ricas que uno podría pasar una vida entera explorándolas sin llegar a verlo todo», explica. «Aquellas tribus están formadas por personas muy generosas que te abren su casa y su corazón y su cultura. Que te permiten fotografiar a sus familias y su día a día. A mí la experiencia humana me reconforta muchísimo», prosigue.

Hace poco más de un mes ha regresado del que ha sido uno de los viajes más especiales de su vida. Ha estado en Sumatra, una de las islas más inexploradas de Indonesia. Concretamente en el archipiélago Mentawai. «Llevaba 30 años queriendo viajar allí. Hay unas tribus primitivas que mantienen el estilo de vida y las tradiciones transmitidas por sus antepasados desde hace miles de años. Logré contactar con el hijo de un chamán de allí. Viajé con mi mujer, Ruth, mi hija Miranda de 12 años y mi amigo Guy Martini, que es experto Red Europea de Geoparques y la Red Global de Geoparques de la UNESCO. Estuvimos conviviendo con los Mentawai y ha sido impresionante. Es muy probable que se nombre un geoparque en aquel lugar para proteger a esta tribu y sus territorios», comenta satisfecho.

Para Marco Negroni, cada nuevo destino es un universo cultural a la espera de ser descubierto. Su mayor pasión radica en sumergirse en la vida de las diferentes tribus y etnias, empaparse de sus costumbres, sus creencias y sus modos de vida. «Detrás de cada cultura indígena hay una visión del mundo que es única y que a menudo contrasta profundamente con lo que damos por sentado en Occidente», opina.

A pesar de haber recorrido más de 107 países, este vallisoletano del barrio de La Rondilla siente que le queda mucho mundo por descubrir. Le gustaría conocer la mayor parte de los países del y seguir aprendiendo de las culturas que han resistido el paso del tiempo. «No se trata de cuántos países he visitado, sino de cuántas culturas he logrado entender, y apreciar y cuántas veces el mundo me ha sorprendido. Esa es la verdadera riqueza de viajar», subraya.

Marco muestra sus viajes y sus mejores fotografías a través de su Instagram @viajandonegronimaltes. Allí fue donde los responsables de Atlas Of Humanity, vieron el retrato de un joven de la tribu Mbororo de la República del Chad y quedaron prendados de ella. La querían para su próxima exposición. «La fotografía está tomada en octubre de 2023 durante el festival Gerewol al que acuden las tribus nómadas del Chad. Se trata de una ceremonia anual de cortejo que dura varios días y en la cual son las mujeres las que elijen pareja. Los hombres se maquillan con pigmentos naturales para realzar la blancura de sus dientes y de sus ojos. También lucen sus mejores galas adornándose con telas de colores, purpurinas y plumas. Sus sugerentes bailes son algo impresionante y digno de admirar. Es increíble ver cómo estos clanes de unas 60 personas cada uno, se trasladan por el desierto con más de dos mil vacas. Es como ver una especie de película bíblica que poco ha cambiado en los últimos 500 años», cuenta Negroni. «Este muchacho, que era bellísimo, se acercó a mí. Pertenecía a la tribu Mbororo, que es un subgrupo de los Fulanis. Le llamó la atención el pequeño estudio fotográfico que yo había montado allí y se dejó hacer algunas fotografías con mi Iphone de 12 megapíxeles», relata Negroni, que tiene las paredes de su bar La Passión Café, plagadas de recuerdos de todos sus viajes, como los tres Budas de madera que se trajo desde Bali, una máscara espectacular de un dios hindú o unas cadenas con las que antaño se ataba a los esclavos en Benin (Nigeria). «Estoy muy feliz de que una organización tan importante como Atlas Of Humanity haya elegido mi fotografía para la exposición de este año. Siempre me he considerado un simple aficionado a la fotografía por eso ha sido tanta la alegría. Viajaré a Milán para la inauguración y para conocer el trabajo del resto de fotógrafos. Sería estupendo que el próximo año la exposición se celebre en Valladolid», remata.