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No son el último libro de Pérez Gellida, la novela superventas de Gómez Jurado, el título más famoso de Almudena Grandes o de Elísabet Benavent. No son pliegos de papel. Tampoco cuentos infantiles ni 'best sellers' de relumbrón. El material que pasará de mano en ... mano y se intercambiará en esta curiosa biblioteca son tomates en potencia, semillas de pimiento, futuras lechugas y calabazas. Hasta 22 simientes hortícolas de variedades tradicionales de Valladolid que, de entrada, formarán parte de los fondos de la nueva biblioteca de semillas autóctonas en la que trabajan desde Ecologistas en Acción.
La pasada semana, voluntarios y colaboradores de la asociación ambiental (y de otras entidades de la ciudad), mantuvieron la primera reunión en la Casa del Medio Ambiente (en la calle Andrés de Laorden). Su reto es «buscar, recopilar, conservar y prestar semillas de todos esos productos que durante décadas o cientos de años, han tenido una relación directa con nuestro territorio». Lo cuenta Patricia Luceño, coordinadora de esta biblioteca que acaba de echar a andar. La idea es que este sistema de préstamo funcione igual que lo hace una biblioteca con los libros. Una persona se acerca por allí y se lleva prestada no una novela, sino una bolsita con semillas. Lo hace para plantarlas en su terreno, en su huerta, con un doble compromiso. Primero, cultivarlos de acuerdo con las prácticas de la agricultura ecológica. Segundo, una vez conseguida la cosecha, guardar nuevas semillas que serán donadas al año siguiente a la biblioteca para que pueda continuar la cadena de préstamos.
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«En un momento de cambio climático, de crisis de la biodiversidad y de seguridad alimentaria es más importante que nunca una iniciativa de este tipo», indica Luceño, quien explica que ya ha empezado la recopilación de simientes. De momento, tienen 22 productos y variedades, que van desde el tomate al pimiento y la lechuga, pasando por la calabaza y el alficoz. «Esta última es una hortaliza, a medio camino entre el melón y el pepino, que está en peligro de extinción. Está casi en desuso y eso pone en peligro su continuidad. Por eso es tan importante disponer de una biblioteca de este tipo, que puede ayudar a que gane de nuevo presencia en las huertas». Para obtener estas semillas, desde este proyecto se han puesto en contacto con entidades como el Banco de Germoplasma Agrícola de Aragón, un centro que desde 1981 trabaja en la conservación de recursos genéticos hortícolas.
Para supervisar la biblioteca, se contará con «una red de guardianas de semillas que serán pieza clave del cultivo, cosecha y custodia de las variedades autóctonas. Se trata de personas agricultoras y hortelanas profesionales que asesorarán a los 'socios' de este punto de préstamo, abierto a cualquier persona». Ellas se encargarán de supervisar un programa que reivindica la «identidad cultural y agraria» de la provincia. «Las variedades autóctonas y tradicionales están adaptadas a nuestro medio natural, responden mejor a los retos del cambio climático y su cultivo es más sostenible», explican.
También contribuyen a la biodiversidad de nuestros ecosistemas y su cultivo responde a criterios de salud y calidad, en contraposición a la lógica del mercado de las grandes multinacionales de semillas», añaden. En una primera fase, la biblioteca nutrirá sus fondos con semillas de productos de la huerta (sobre todo hortalizas), pero confían en que, con el tiempo, se puedan incorporar legumbres, frutales y cereales («con una diversidad que vaya más allá del monocultivo por el que apuesta la PAC»).
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De momento, no ha comenzado aún este reparto de simientes. «Acabamos de dar los primeros pasos», explican. En principio, la sede estará en esta Casa del Medio Ambiente, pero los impulsores de esta idea confían en que las semillas puedan también prestarse en bibliotecas municipales «y ojalá que también en la red de bibliobús».
«Este sistema de préstamo será tan solo una parte del proyecto, ya que junto a esto queremos ofrecer talleres, catas y actividades de formación y divulgación», cuentan desde Ecologistas en Acción. De momento, ya han organizado para el 22 de noviembre por la tarde una cata de frutos secos tradicionales. Para todo ello, cuentan con la implicación de huertos comunitarios e iniciativas de agricultura ecológica. Entre otros colectivos impicados están La Alholva, La huella verde (una finca de Villardefrades que cultiva frutos secos), el PRAE, el Instituto Universitario de Investigación en Gestión Forestal Sostenible o la Escuela de Ingenierías Agrarias de Palencia. También colaboran las asociaciones vecinales Los Comuneros (en La Victoria) y 24 de Diciembre (en Belén), VallaEcolid, GIR Agrobiotech, la Fundación Entretantos, El Barco de La Rubia, El paraguas verde, Fundación Intras, la asociación El Prao de Luyas (de Piñel de Abajo), El Rincón Lento (espacio de consumo responsable en Guadalajara) e Ingeniería sin fronteras.
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