Nuria Rodríguez y Raquel Revuelta trabajando en el taller. Ramón Gómez

Agujas y dos kilómetros de tela para tumbar al virus

Raquel Revuelta y Nuria Rodríguez capitanean la Operación CovidA20, que ha donado ya quinientas batas y mil mascarillas a los colectivos más necesitados

J. A. Pardal

Valladolid

Miércoles, 29 de abril 2020, 07:11

Aunque no lo parezca, y mucho menos en tiempos en los que el confinamiento prolongado amenaza con acogotar hasta al más activo, cuatro semanas dan para mucho.

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Si no, que se lo pregunten a Nuria Rodríguez y Raquel Revuelta que en estos días, superada ya la fase de impartir tutoriales sobre la correcta confección de batas y mascarillas de protección frente al coronavirus, se encuentran inmersas en una vorágine de conversaciones de grupos de WhatsApp para organizar el taller semiprofesional que han montado en el número 18 de la calle Arzobispo Marcelo González de la capital pucelana -que tiene su extensión en la casa de medio centenar de voluntarias- y en el control de la calidad de una producción que ha llegado ya a organizaciones como Cáritas, Autismo Valladolid, El Puente Salud Mental o Casa de Beneficencia y a instalaciones sanitarias como el hospital de campaña ubicado en IFEMA o su hermano gemelo de la Feria de Valladolid.

A esta iniciativa, «totalmente altruista y solidaria» se pusieron manos a la obra una semana después de que el Gobierno decretara el estado de alarma, allá por una mitad de marzo en la que se tuvo que echar el candado a muchas actividades profesionales, entre ellas al taller de alta costura de Raquel Revuelta, y en el que otros muchos proyectos debieron levantar el pie del acelerador, como le sucedió a su amiga Nuria Rodríguez, inmersa en el desarrollo de una empresa de ropa deportiva sostenible.

Juntas empezaron a bosquejar una idea que terminó fraguando cuando el pasado 31 de marzo, «después de algunos traspiés», recibieron una donación de 2.004 metros de tela especial para confeccionar estos dos elementos de protección. «En cuatro días habíamos transformado la escuela de Raquel en un taller semiprofesional», relata su partenaire, que deja muy claro que desde el principio tuvieron muy claro que el proyecto solo rodaría a la perfección con una «muy buena planificación». «Para cuando llegó la tela, teníamos ya organizado el taller con sus zonas sucias, las personas que trabajan en él repartidas en dos turnos para que no se acumulara gente y bajo la principal preocupación de la seguridad y de la protección de datos», describe, consciente de que ser enfermera le ha servido para hacer valer sus conocimientos y extremar las precauciones. Su prioridad: evitar «que nadie se llevara 'algo' a casa» y proteger «a los que están por ahí», en referencia a Juan Carlos, Luis y Borja, a los que han colocado el sobrenombre de sus «repartidores incansables». Ellos se encargan de llevar a las voluntarias (alumnas y exalumnas de Raquel Revuelta) los materiales para que cosan las batas y las mascarillas y también de recogerlas ya confeccionadas para que se compruebe su calidad y se empaqueten con destino a algunos de los eslabones de la cadena social más necesitados de ayuda.

En las cuatro últimas semanas, de su taller han salido más de mil quinientos equipos de protección. Aunque la cifra es muy importante, empequeñece cuando se compara con lo que está por llegar: «Tenemos 9.700 mascarillas y 1.216 batas preparadas para ser cosidas», avisa Nuria Rodríguez, que se muestra «muy satisfecha» de lo logrado con el trabajo sin descanso de las sesenta personas que conforman este equipo capaz de dar un producto final de «muchísima calidad».

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Recaudación de fondos

Es perfectamente medible lo bien que funciona la Operación CovidA20: en esas cuatro semanas que se cumplieron ayer han agotado los más de dos kilómetros de viscosa natural con propiedades hidrofugantes con las que elaboran sus elementos. Ahora necesitan dinero para conseguir más material y echar gasolina a su motor solidario, algo imposible sin una buena difusión (han creado una página web y cuentas en Facebook, Twitter e Instagram) y sin la colaboración del AMPA de los Maristas de Valladolid, que les ha cedido su cuenta corriente para canalizar las donaciones.

Vídeos explicativos de la pandemia

La ya manida equiparación entre crisis y oportunidad viene como anillo al dedo al futuro tanto de Nuria Rodríguez como de su compañera Raquel Revuelta, porque la incertidumbre generada por la crisis que atraviesa el conjunto de la sociedad y el buen engrase de su proyecto solidario les ha hecho esbozar un giro profesional al que le están «dando una vuelta». «No sabemos cómo va a reaccionar el mercado de la alta costura y tengo claro que no voy a poder avanzar en mi proyecto hasta el año que viene, así que nos estamos planteando si hay demanda de estos productos», asegura Rodríguez, que desvela que la Cámara de Comercio ha contactado con ellas de cara al futuro. «Esto me ha servido para entender que si en cuatro semanas hemos sido capaces de montar una empresa es que podemos hacerlo», remacha sin poder ocultar su orgullo por todo lo conseguido... Y lo que queda por venir.

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