Un mar de sentimientos le inundan estos días a Miguel Ángel del Valle. Se jubila después de 36 años como policía local. Casi cuatro decenios de servicio al ciudadano vallisoletano en los que ha atesorado buenos y malos momentos después de una dilatada trayectoria que ... llega ahora a su fin con 60 años. Porque después de tanto tiempo, en este reportaje, a Miguel, como le llaman sus compañeros, se le saltan algunas lágrimas. No las esconde después de todo lo vivido, sobre todo después de esa vida que salvó hace trece años cuando un hombre entró en parada cardiorrespiratoria y, sin desfibriladores, inició el masaje cardíaco. Ahora son amigos íntimos.
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Se queda con los buenos momentos, aunque analiza desde la experiencia lo que deja a las nuevas generaciones: «Es un momento malo para la gente buena», reflexiona el agente municipal. «El respeto a las normas y al uniforme se ha perdido mucho. Los últimos años que he estado en la calle me he sentido un poco desprotegido. En el caso de que te equivoques, te vas a equivocar tú, los jueces muchas veces, con razón, nos sancionan, y cuando te equivocas y te sancionan lo van a hacer también administrativamente, con lo cual el policía tiene que tener mucha cautela», agrega.
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Ese es el principal cambio que ha experimentado Del Valle en su dilatada carrera policial. Porque él, cuando era joven, no tenía pensado dedicarse a un oficio que le ha apasionado todo este tiempo. Se inició como aprendiz de boticario en una farmacia de la Plaza Mayor con 16 años, para más tarde presentarse a policía por eso de probar. Y aprobó en 1988. De esa época no se le olvida su primera misión de uniforme por unas obras en el paseo de Juan Carlos I. «Había que regular el tráfico y aún estaba el paso a nivel de Pilarica...», rememora el agente.
Y de ahí a tocar todas las unidades de la Policía Local, aunque principalmente como agente de barrio por casi todos los rincones de la ciudad. La zona de El Corte Inglés y de la plaza de toros es donde más se le vio a Miguel Ángel, aunque pasó por varios enclaves. Hasta que hace dos años le tocó seguir ayudando desde el centro de operaciones. «Esta sala es un nexo muy importante con los compañeros y la ciudadanía, ayudas a las personas de otra manera, porque en la calle tienes el contacto directo», incide.
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Miguel Ángel del Valle
Y en esta etapa final de su carrera, Del Valle se queda con dos realidades que afectan a la sociedad hoy en día. Al otro lado del teléfono se ha encontrado estos dos años la problemática de la soledad en los mayores. «Como policía de barrio podía ayudar a los mayores recomendándoles que no abrieran la puerta a desconocidos o que no les invitaran a sus hogares. Pero hasta ahí. No podemos estar las 24 horas del día al lado de la persona. Se llega hasta donde se llega. Y ahora hay un problema con la soledad. Nuestra intervención como las de los bomberos se trata muchas veces de abrir la puerta y poco más. Esta situación se debería abordar desde lo social. No podemos llegar a eso porque no es nuestra competencia, no es una labor policial», manifiesta el agente municipal.
Y de la soledad a los suicidios. La otra cara amarga de cada jornada laboral. «No sé cuántos he vivido ya», apunta. «El primer fallecido siempre impacta. Es muy desagradable. Hay muchas llamadas desde la pandemia. No sé si el ciudadano tiene la piel más fina o aguantamos menos. Hay mucho intento autolítico y en gente muy joven. Con el paso de los años se empieza a hacer el callo», agrega sobre las problemáticas que deja en la sociedad.
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Aún así, entre tanto aspecto negativo, Miguel Ángel del Valle se muestra orgulloso de la Policía que tiene Valladolid. «El ciudadano debería estar contento. Además, el índice de criminalidad es bajo en nuestra ciudad. Si tuviéramos más habitantes, nos corresponderían más policías, pero es lo que hay», añade antes de ensalzar su paso por las dependencias municipales.
Miguel Ángel del Valle
Porque además de esa vida que salvó en mayo de 2011, el ya ex agente local rememora las huellas que ha dejado entre sus compañeros. «Me llevo muchos amigos. Hemos sido siempre un grupo de cuatro policías que hemos hecho bastantes cosas dentro del cuerpo. Tanto Julio, Fernando, Javier y yo nos hemos encargado de hacer las visitas internas de centros educativos… y son tres tíos de 'olé'. Hemos hecho la gala de 2006 de Policía. Lo montamos los cuatro. Te llevas muy buena relación entre los tres», agradece.
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Ese cariño de todos los compañeros se palpó en su último día de trabajo (estos días, Miguel Ángel se encuentra de vacaciones), cuando, aún uniformado, recibió muestras de cariño en las dependencias policiales de la avenida de Burgos. No se lo esperaba.
Ahora a Del Valle le tocará seguir siendo policía desde su jubilación. Nueva etapa en su vida. Eso sí, aún sin presenciar obras.
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