Algunos de los jóvenes confinados en sus domicilios tras haber dado positivo en coronavirus. Carlos Espeso

La 'ola joven' acumula más de 2.000 cuarentenas en Valladolid la última semana

Seis jóvenes relatan cómo se contagiaron en situaciones de ocio y aseguran haber «aprendido la lección y que tendrán más cabeza»

Berta Pontes

Valladolid

Domingo, 11 de julio 2021, 08:51

Los viajes de fin de curso de los alumnos que han terminado segundo de Bachillerato fueron el detonante, hacia el 23 de junio, de la ya bautizada como 'ola joven'. Veinte días después, la pandemia se ha desbocado en Castilla y León y se ... ceba principalmente con la población comprendida entre 12 y 19 años, tramo de edad donde la pauta completa de vacunación apenas la tiene el 0,5%. «Somos los únicos que no estamos vacunados y lo normal es que el virus venga a nosotros», argumenta Guillermo González Burguillo, de 24 años, uno de los numerosos jóvenes que en los últimos días ha dado positivo en coronavirus. Como él, son más de 2.000 los vallisoletanos que se encuentran en confinamiento domiciliario, bien por haber resultado positivo en las pruebas diagnósticas de covid-19 o bien por ser contacto estrecho de algún contagiado. Esta cifra se ha cuadriplicado, pues ha saltado de las cerca de 500 personas en cuarentena en semanas anteriores a las más de 2.000 registradas en los últimos siete días.

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La realización de pruebas diagnósticas de coronavirus también se ha disparado en la última semana, superando las 11.800 entre el 23 de junio y el 9 de julio frente a las 1.800 que se practicaron la semana inmediatamente anterior.

Esta situación se traduce en un aumento de la presión asistencial en la Atención Primaria. «La carga de trabajo está recayendo en los centros de salud desde el punto de vista de diagnóstico y rastreo, pero también del seguimiento de la enfermedad y los casos», precisa Eduardo García Prieto, gerente del Servicio de Salud de Castilla y León (Sacyl) en Valladolid. En este sentido, destaca que la presión está repercutiendo «poco, de momento, en los ingresos hospitalarios.Esto es importante tenerlo en cuenta porque marca la mortalidad, que es menor en la población joven». El trabajo de los 73 rastreadores activos en Valladolid está siendo«clave», aunque «laborioso debido al elevado número de casos y a la cantidad de personas con las que hay que contactar por cada positivo», precisa García Prieto. Por ello, la estrategia diseñada en cuanto al seguimiento de los contactos estrechos distingue entre vacunados y no vacunados. Si un ciudadano ha sido contacto estrecho de un positivo y no está vacunado, deberá someterse a una prueba diagnóstica y, sea positivo o negativo, guardar cuarentena durante diez días, tras los cuales tendrá que volver a hacerse la prueba. Si, por el contrario, esa persona cuenta con la pauta completa de vacunación, únicamente se le realizará la prueba diagnóstica si presenta síntomas. No deberá hacer cuarentena a no ser que sea una persona inmunodeprimida o resulte positivo.

«No es solo su culpa»

La 'ola joven' crece cada día y genera un estigma que desde hace un par de semanas recae sobre la población de menor edad. Un señalamiento que «no es justo», según Sandra Amez, presidenta del Consejo de la Juventud de Castilla y León. «No se puede criminalizar a los jóvenes; es un error hacerles responsables del aumento de los contagios porque solo ha fallado un porcentaje, pero también lo han hecho otras franjas de edad».

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Para contextualizar esta creciente ola de contagios, seis jóvenes vallisoletanos relatan a El Norte cómo se han infectado. Ahora, ven su fecha de vacunación más lejana porque no podrán recibir la inyección hasta dentro de seis meses. Algunos sienten «rabia» y otros «frustración», pero la tónica general es que tendrán «más cuidado en las relaciones sociales a partir de ahora tras haberlo vivido en primera persona».

Los testimonios

Guillermo González, aislado en su habitación. El Norte

Guillermo González, 24 años, Valladolid

«Nos hemos confiado por la rápida relajación de las restricciones al aire libre»

Este joven vallisoletano jamás pensó que en una reunión con amigos al aire libre y con mascarilla «excepto para comer y beber» fuese a contagiarse de coronavirus. Pero el resultado arrojado por la PCR a la que se sometió el martes 6 de julio fue positivo y, como consecuencia de ello, debe permanecer hasta el 15 de este mes aislado en su domicilio. «Estábamos pendientes de la PCR de una amiga el martes porque tenía síntomas y, ese mismo día, en el desayuno, comencé a notar que no saboreaba nada», relata. Tras el positivo de su amiga, Guillermo acudió a realizarse la prueba de antígenos y resultó estar contagiado. «Cuando di positivo pensé: 'la que he liado', pero luego me invadió un sentimiento de culpabilidad enorme por la gente de mi alrededor, que puede estar infectada y tener que aislarse en pleno verano», señala.Finalmente, ninguna de las quince personas que incluyó en la lista proporcionada a los rastreadores por ser contactos estrechos ha dado positivo. En pleno confinamiento domiciliario y «con todo el tiempo del mundo libre para pensar», Guillermo pone el foco de atención en «la rápida relajación de las restricciones, porque nos hemos confiado y eso nos ha llevado a este incremento tan brusco de los casos». Aunque, en su opinión, «no es que los jóvenes seamos los culpables, sino que somos los únicos que no estamos vacunados y ahora el virus ataca donde puede entrar».

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Ahora, Guillermo permanece aislado en su habitación y con el virus en su organismo, pero sin apenas síntomas. «Es cierto que podría haber sido más responsable y haber hecho mejor las cosas, pero tras un año y medio de pandemia necesitamos hacer vida social. Eso sí, está claro que debemos seguir teniendo cuidado y manteniendo la mascarilla incluso en exteriores porque el virus sigue presente y no debemos confiarnos».

Elena Barba, en su habitación pasando la cuarentena. El Norte

Elena Barba, 20 años, Valladolid

«Cuando di positivo me sentí culpable y asustada, pero también frustrada por cogerlo»

«Me hice la prueba el miércoles 30 de junio porque me dolía la cabeza y tenía un viaje programado. Lo hice por precaución y resulta que di positivo en coronavirus». Así relata Elena Barba cómo se enteró de su contagio tras «una fiesta en una terraza cerrada con amigos». Esta joven vallisoletana de 20 años reconoce haber tenido cuidado durante toda la pandemia pero ahora, con la relajación de las medidas, ella también se ha relajado. «Me da rabia porque no he salido de fiesta y, para un día que me animo y salgo, me lo cojo», explica.

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Los síntomas que ha presentado han sido leves: un poco de dolor de cabeza y de garganta. «Cuando se me pasó el malestar al tragar comencé a tener dolor muscular, sobre todo en la zona lumbar.Además, tampoco he perdido el gusto y no he tenido fiebre o tos». Pero lo que más preocupaba a Elena era contagiar a su padre, con la pauta completa, y a su madre, con una dosis. Y su temor se hizo realidad cuando ambos dieron positivo. «Apenas estuve con ellos unas horas y les contagié, pero lo han pasado leve y eso ha sido un alivio para mi, porque me sentía culpable y me asusté bastante cuando di positivo», afirma.

El aumento de casos entre la población más joven y haberse contagiado ha supuesto que Elena no opte a la vacuna que le tocaría la semana que viene por ser estudiante Erasmus. Además, explica que «es frustrante que se generalice y criminalice a la gente joven, porque somos los que estamos sin vacunar y es lógico que nos contagiemos. Aunque es verdad que las mascarillas han pasado a un segundo plano y no todo el mundo se las pone en interior».

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Ahora, reconoce que tras haberlo vivido de cerca ve «la gravedad de la pandemia y el miedo que se siente al tenerlo».

Cristina de la Fuente, asomada a la ventana. Agapito Ojosnegros

Cristina de la Fuente, 18 años, Peñafiel

«Tras el duro curso creo que merecíamos hacer el viaje y no irnos juntas no era una opción»

Un viaje de fin de curso ha sido el detonante para que Cristina y cinco de las ocho amigas que se desplazaron a Gandía hayan dado positivo en coronavirus. «El curso ha sido muy duro, porque es segundo de bachillerato y hemos intentado tener cuidado para no coger el virus y poder hacer todos los exámenes en clase, pero en el viaje nos hemos descontrolado», reconoce esta joven.

Durante su estancia en la Comunidad Valenciana, Cristina admite que entraron «en muchas discotecas, donde no se tiene tanto cuidado como al aire libre». Tras el viaje, algunas de ellas se encontraban, «como resfriadas», y llamaron para realizarse la prueba diagnóstica de coronavirus. El resultado arrojado fue positivo en Cristina el jueves 1 de julio, pero ella ya se había aislado «nada más llegar a Peñafiel el miércoles porque estaba algo cansada y me encontraba mal. Luego ya perdí el gusto y tuve dolor de cabeza».

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En su opinión, «se tendría que haber vacunado antes a la población joven, de bachillerato y la universidad para poder ir de viaje» una vez finalizado el curso. «No ir de viaje no era una opción, por eso decidimos ir a Gandía», asevera. Ahora, ya de vuelta y tras pasar el confinamiento domiciliario, Cristina asegura que su actitud ahora será «diferente». «No voy a acudir a aglomeraciones y tampoco me quitaré la mascarilla. Además, intentaré concienciar a los demás de que tengan cuidado, pero seguiré saliendo a los bares», explica.

Adrián Bruña, de cuarentena en su domicilio. Carlos Espeso

Adrián Bruña, 25 años, Valladolid

«Ahora que han levantado un poco el pie del acelerador, la situación se ha descontrolado»

ALEJANDRO RODRÍGUEZ

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Adrián Bruña, de 25 años, nunca imaginó que podría llegar a estar encerrado en casa por culpa del coronavirus, otra vez. Como cada fin de semana desde que así lo permiten las medidas impuestas por la Junta de Castilla y León, Adrián sale con sus amigos de fiesta a disfrutar de un incipiente ocio nocturno vallisoletano. Como cualquier otro sábado, disfrutó con responsabilidad en varios bares de la ciudad y regresó, ya de madrugada, a su domicilio. «Creo que fue el martes que me empecé a encontrar algo cansado, pero tampoco le di mucha importancia y pensé que podía ser por el trabajo. El miércoles por la mañana me levanté con fiebre y ahí sí que me alarmé porque yo rara vez suelo tener fiebre» señala Adrián. Lo que nunca habría esperado es lo que pudo conocer la tarde de ese mismo miércoles. «Me puse en contacto con el centro de salud, les dije que tenía síntomas que podían ser compatibles con la covid y me dijeron que acudiera a hacerme una prueba PCR para obtener un diagnóstico. A las pocas horas, me llamaron para comunicarme que había dado positivo», comenta Adrián. Tal y como le indicaron profesionales sanitarios, desde aquel 30 de junio permanece confinado en su casa. Como él, varios de los contactos con los que estuvo durante esos días tuvieron que acudir a realizarse pruebas y alguno de ellos también resultó positivo en la prueba. Adrián acotó entonces los lugares donde pudo producirse el contagio. «Al día siguiente supimos por las redes sociales e Internet y demás que había habido un brote en uno de los bares donde estuvimos de fiesta el fin de semana con mis amigos», concreta. «Antes las medidas estaban bastante bien controladas con todos los protocolos estrictos. Pero ahora que han levantado un poco el pie del acelerador en cuanto a la permisividad en ciertos aspectos, la situación se ha descontrolado un poco», comenta.

Héctor Sanz, asomado a la ventana de su casa en Peñafiel. Agapito Ojosnegros

Héctor Sanz, 17 años, Peñafiel

«Lo podíamos haber evitado, pero la excursión a Calpe llevaba meses programada y nos fuimos»

«Al viaje fuimos diez amigos y hemos dado positivo ocho», aclara Héctor. Calpe fue el destino elegido por su grupo para disfrutar del final de segundo de bachillerato y «pasarlo bien». Pero no todo salió como ellos pensaban y al resultado, además del obligado confinamiento por ser positivo, añaden la incertidumbre de no saber cómo se han contagiado. «No sabemos nada, si lo llevábamos de aquí o lo cogimos allí, pero lo importante es que en cuanto llegamos a Peñafiel nos confinamos cada uno en nuestra casa por si acaso», relata Héctor.

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Este joven reconoce haber tenido «mucho cuidado y tomado todas las precauciones para no contagiarse» durante el curso escolar, pero una vez finalizados los exámenes de la EBAU, «llegó el descontrol». «Es cierto que hemos tenido comportamientos imprudentes porque hemos ido a botellones donde había mucha gente, pero teníamos tantas ganas de este viaje que ni lo pensamos», sostiene.

En su pensamiento rondan varias ideas, pero la principal, según reconoce, es que «se podría haber evitado, pero el viaje llevaba meses programado y, finalmente, decidimos irnos para celebrar que habíamos acabado segundo de Bachillerato y que empezamos la Universidad el año que viene», apunta.

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A su llegada a Peñafiel, Héctor cuenta que sus padres le dijeron que «si era tonto o qué, que podía haber tenido más cuidado». Ahora, dirá a sus conocidos «que tengan cuidado, que se puede salir de fiesta pero con cabeza».

Alberto Fernández, en su ventana. Carlos Espeso

Alberto Fernández, 24 años, Valladolid

«Hemos dado un paso muy precipitado con quitar las mesas y estar todos juntos de pie»

ALEJANDRO RODRÍGUEZ.

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Alberto Fernández, de 24 años, opositor a Policía Nacional, sigue en cuarentena después de haberse contagiado en un bar del centro y no está de acuerdo con la relajación de las medidas restrictivas en los establecimientos de ocio nocturno. «Los bares cumplen las normas incluso aunque les perjudique. Hemos dado un paso muy precipitado al quitar las mesas para poder estar de pie todos juntos. Incluso algunos han decidido por ellos mismos volverlas a colocar».

El brote al que se refiere es el destacado por algunos bares del centro en redes sociales tras registrarse numerosos contagios de jóvenes entre el 25 y el 27 del pasado mes de junio. «Estábamos bien como antes. Con cada grupo en su mesa y un máximo de seis personas, nadie de mi círculo se había contagiado hasta ahora», remata Alberto Fernández. En su caso, sospechó que podría haberse infectado de covid después de que dos amigos, con los que estuvo de fiesta, le comunicaron su malestar. Tras el positivo de uno de ellos, Alberto supo que el también debía hacerse una prueba. «El mismo día del positivo me llamaron los rastreadores y me consiguieron cita para hacerme una PCR en el centro de salud del barrio España, al lado de mi casa. Al día siguiente me llamó mi médico». «Como cabía esperar, di positivo», señala. Alberto Fernández, quien asegura que es «casi» asintomático. «Cuatro días después de estar en contacto estrecho con mis amigos, empecé a perder el gusto y parte del olfato. A los dos días, perdí completamente el gusto, aunque de olfato sigo manteniendo algo».

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