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José Ignacio Rodríguez, uno de los sacerdotes de la comunidad jesuita, en la casa del San José. Rodrigo Jiménez

Valladolid

Los jesuitas se marchan del San José aunque seguirán gestionando el colegio

La comunidad ha comunicado al Arzobispado el cierre de la casa que tiene dentro de las instalaciones de la Plaza de Santa Cruz, donde residen diez sacerdotes que se trasladarán a otros centros

Luis Amo

Valladolid

Domingo, 4 de febrero 2024, 00:46

Los tiempos continúan obligando a la reorganización de las comunidades religiosas en la capital vallisoletana. Los Capuchinos de la Iglesia de la Paz de la plaza de España en 2021, los Claretianos de la Parroquia del Corazón de María de la plaza Circular en ... 2022 o los conventos de Santo Domingo de Guzmán, Corpus Christi, San Quirce, Las Salesas... Y ahora los jesuitas del Colegio San José de la plaza de Santa Cruz. Esta comunidad anuncia el cierre de su casa, que tiene dentro de las instalaciones educativas, lo que conllevará el traslado de la decena de sacerdotes que la integran hacia otros centros de la capital, pero también de la geografía nacional. El Padre Provincial de España, Enric Puiggrós, ha comunicado al arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, la decisión que dejará atrás la presencia de la comunidad de jesuitas que residían en el centro educativo desde 1881 al tiempo que le trasladó la máxima confianza de la Compañía de Jesús sobre la dirección y profesorado, todos laicos, encargados de la gestión educativa, administrativa y pastoral de esta histórica escuela, confirmando y aclarando de esta manera que la marcha de los sacerdotes que viven aquí no significará cambio alguno en el actual funcionamiento del Colegio San José sintiéndose bastante integrados en la vida educativa y religiosa de cientos de alumnos y de familias de Valladolid y cuya titularidad sigue siendo de jesuitas.

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«Desarrollamos nuestra labor en función de lo que la sociedad necesita pero las circunstancias de la sociedad también a nosotros nos obliga a reorganizarnos acorde a las necesidades y de la realidad social de los entornos donde servimos». El superior de la Comunidad de Jesuitas de San José, José Ignacio Rodríguez Álvarez, confiesa esta decisión cargada de nostalgia y de amargura pero remarcando que aún desde su nuevo destino en la propia ciudad «seguiremos prestando servicio al colegio y a otras necesidades» debido a que se sienten especialmente integrados en la vida diocesana con colaboraciones históricas, por ejemplo, con la parroquia de La Pilarica o más en los últimos tiempos con Red Íncola.

Este sacerdote insiste en que la comunidad de jesuitas de este centro siempre ha estado «muy vinculada e implicada» con la ciudad. Donde la Compañía de Jesús abría un colegio «allí nos instalábamos los padres para acompañar y potenciar la formación educativa y espiritual del alumnado». Los tiempos han cambiado para todos, explica, a la vez que recuerdan en esta comunidad cómo uno de los grandes cambios que vivieron en este Colegio San José fue el cierre del internado a primeros de la década de los años 70, lo que motivó cambios en la estrategia y en el desarrollo de la propia configuración del centro. Aquella etapa, «también dolorosa y costosa» también se cerró pero los jesuitas continuaban estando asentados y especialmente unidos a la sociedad vallisoletana. Ahora, la falta de vocaciones y las edades altas de los sacerdotes están obligando a una reorganización de la compañía en todos los lugares del mundo donde tienen presencia.

Cierre en septiembre

En el caso vallisoletano la congregación de jesuitas del San José cuenta con una docena de sacerdotes que serán integrados en otras comunidades, aunque los nuevos destinos están aún por conocerse porque la fecha prevista para el cierre definitivo de la comunidad, «que no del colegio», como insiste su superior, «para evitar confusiones, porque nosotros nos sentimos muy unidos a Valladolid», está marcada en el próximo mes de septiembre.

«Cerrar capítulos siempre se hace con pena y con dolor pero siempre queda ahí la alegría del servicio donde hemos estado y la alegría porque donde vayamos seguiremos ayudando a los demás a construir unas ciudades y unas sociedades más amables, más justas y más solidarias siempre con nuestra perspectiva cristiana y nuestra identidad en San Ignacio de Loyola», manifiesta José Ignacio, mientras pasea por los pasillos de la residencia de esta comunidad, en el piso más alto del edificio histórico de la plaza de Santa Cruz. Desde aquí, comenta, iremos a reforzar otras casas también con el objetivo de que todos los jesuitas se sientan acompañados por su avanzada edad. «Se trata de una decisión de pura logística», determina el superior a la vez que admite que «la realidad tiene nuevas perspectivas y preferencias apostólicas».

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Jesús Perez (jesuita), Chus Pardo (directora del colegio San José) y José Ignacio Rodríguez (superior de la comunidad del San José. Rodrigo Jiménez

La decisión lleva estudiándose mucho tiempo aunque ahora están empezando a comunicarla a los órganos diocesanos preceptivos: «Hay que mirar hacia adelante y seguir haciendo el bien, ir de aquí para allá atendiendo las necesidades de las personas», dice este jesuita al hacer una radiografía de su propia comunidad donde él con más de 70 años es el más joven mientras que el cura más mayor tiene 91. Entre ambos, otros ocho jesuitas hasta sumar un total de 10 de los cuales, es probable, comenta, varios sean acogidos en la residencia de mayores de los propios jesuitas en la localidad vallisoletana de Villagarcía de Campos, una de las comunidades más numerosas de España donde en la actualidad viven actualmente 40 sacerdotes. Y en otros puntos de la capital hay más comunidades de jesuitas como es el caso de la casa más veterana con 12 padres, la que esta junto a la Iglesia del Corazón de Jesús de la calle Ruiz Hernández, o la más nueva surgida en torno a la ecología y de atención a los inmigrantes en las instalaciones de la Escuela de Ingeniería Agrícola y Agroambiental (INEA) del Camino Viejo de Simancas con 2 jesuitas. Junto a estas comunidades, otros espacios que están regentados por personal laico desde hace años como son el Centro Educativo Cristo Rey o el Colegio Mayor Menéndez Pelayo.

Pero hasta septiembre y sin todavía haber decidido si la casa que dejan se integrará en el propio colegio para dotarle de nuevos espacios, la vida sigue igual en el emblemático 'sanjo' de 1881 donde los sacerdotes mantienen sus rutinas en su residencia pero también participan en la vida escolar dejándose ver en los patios, muchos son viejos conocidos para los alumnos, por la zona de despachos, la sala de fotocopias, la biblioteca, el histórico atrio por donde pasean y, por supuesto, la capilla. Es el caso del padre Jesús Pérez, uno de los más reconocidos, que estos días no se ha querido perder las actividades por el Día Escolar de la Paz acudiendo al polideportivo. Otro sacerdote residente en este casa, Roberto Otero, se muestra un tanto entristecido por la circunstancia sobrevenida en tantos lugares e insiste en que, pese a todo, «los jesuitas mantienen la titularidad del centro donde se mantiene un estilo docente propio gracias a la participación de un gran número de laicos».

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Precisamente quien se queda en el cole es el equipo directivo, el profesorado, el personal laboral, los alumnos y las familias. La directora general del Colegio San José, Chus Pardo, ha trasladado a la comunidad educativa que acojan esta noticia «con confianza desde el reto que supone el gestionar situaciones nuevas» recordando al tiempo que «la identidad cristiana y la labor de servicio a las familias es algo intrínseco a nuestra misión educativa y así seguiremos prestando nuestra labor en el contexto actual».

La responsable del centro agradece el apoyo a la Compañía de Jesús en un proceso de cambios que les ha hecho sentirse «muy cercanos a los jesuitas y a la comunidad educativa» sobre el que llevan trabajando muchos años, tiempo en que los jesuitas también han formado a los laicos «para ir cogiendo el testigo de los coles» para lo cual, recalca subraya Chus Pardo, «trabajamos en red para que la toma de decisiones sea en común para impulsar la pervivencia del espíritu ignaciano en pleno siglo XXI».

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En esta actitud de años de trabajo, esfuerzo e integradora con la sociedad vallisoletana, «con una visión de futuro de y de continuidad», insiste la directora, «nos parece importante transmitir a toda la comunidad educativa que el Colegio San José seguirá apostando por una educación moderna abierta a los cambios y plural, desarrollada por jesuitas y laicos comprometidos con la misión de la Compañía de Jesús».

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