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En el año 1989, Funeraria Castellana comenzó la ampliación de su tanatorio y anunció que pensaba edificar un crematorio. En Valladolid no había. Ni en Castilla y León. Las incineraciones debían hacerse en Madrid, lo que disparaba el precio. El presupuesto con el que contaban para la obra rondaba los 50 millones de pesetas (con el IPC, equivaldría hoy a 650.000 euros, aproximadamente). En aquel momento solo había tres incineradoras privadas en toda España.
Finalmente, el proyecto se hizo realidad en 1995, apenas unos meses después de que Nevasa pusiera en funcionamiento el que sería, finalmente, el primer crematorio de la región, en Las Contiendas.
De hecho, el primer incinerado en Valladolid se registró en las instalaciones de Nevasa el 11 de noviembre de 1994 y se trató de un hombre «adulto fallecido de muerte natural», informaba El Norte. En 1995, Nevasa había contabilizado 74 incineraciones en sus instalaciones, contando únicamente «las locales y no las referidas a fallecidos de fuera de la capital», según el periódico.
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El Salvador comenzó a ofrecer el servicio de crematorio en 1995 y poco después comenzó una batalla publicitaria que incluyó anuncios en el periódico en el que el grupo de Ignacio Morchón colocaba las tarifas de su competidor junto a las suyas a modo de comparación. La reacción de Nevasa fue enviar un requerimiento notarial «en el que exigía la inmediata rectificación de los datos» que, a su juicio, no se correspondían con la realidad.
La investigación policial se remite a aquel año 1995 en el que empezaron las incineraciones del Grupo El Salvador en Valladolid y, en esta primera fase, abarcan hasta 2015, según explicó el jefe superior de Policía, Jorge Zurita..
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