La investigación del crimen de la Circular suma ya ocho detenidos, entre ellos un dentista como presunto ideólogo

Siete de los detenidos permanecen ingresados en prisión, entre ellos el presunto ideólogo del golpe, un dentista de Pajarillos que, según apuntan las fuentes de la investigación consultadas, tenía como clientes a un hijo de la víctima y a su compañera sentimental, si bien estos últimos han sido desvinculados de su participación en el crimen. Y fruto de esa relación laboral, puede que también de amistad, pudo fijar el sospechoso su objetivo en la vivienda de María Aguña, una mujer de 73 años, viuda y que vivía sola en el momento de los hechos en su vivienda del número 9 de la plaza de la Circular, junto a la parroquia del Corazón de María. El detenido, no obstante, se negó a declarar ante los agentes y ante la jueza que instruye la investigación.

Todo apunta a que quizás los propios allegados de la víctima pudieron contarle en un momento dado lo que le ocurrió a María tres años antes del crimen, cuando sufrió un intento de robo prácticamente idéntico en su domicilio, en el que los tres asaltantes, que nunca fueron identificados, la golpearon sin conseguir que les facilitará la combinación de la caja fuerte (la familia de la víctima se dedicó durante años al ganado y podía guardar dinero en efectivo en la caja para sus transacciones). «Es posible que ante esta historia pudiera ver un dinero fácil y acabara repitiendo el golpe», señalan las fuentes consultadas.

El caso es que la investigación apunta directamente a que el presunto autor ideológico del crimen pudo requerir los servicios de un grupo de sicarios de origen búlgaro (los otros siete detenidos son oriundos de dicho país, aunque residen en la capital y la provincia). Y el golpe, aunque acabara saliendo mal, «fue planificado durante días». Tanto es así que los investigadores del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional han conseguido situar a todos los sospechosos en torno al domicilio de la víctima, y en su interior, tanto la tarde anterior al asalto de la vivienda, el 16 de octubre del año pasado, como en la mañana de autos, el 17. Sería al día siguiente, el 18, cuando el cuerpo de María fue encontrado por sus familiares amordazado y tendido sobre el pasillo de la vivienda.

Así, los investigadores sitúan a algunos sospechosos vigilando el domicilio de la víctima la tarde anterior al asalto y han logrado situar también a todos ellos también en el entorno de la vivienda entre las ocho y la una de la tarde ya del día del asalto. «Estuvieron repartidos en distintos coches ante la vivienda y en las calles aledañas», aunque solo tres de ellos parece ser que acabaron accediendo al domicilio, situado en el primer piso del citado bloque de la Circular. Los autores materiales se hicieron pasar por trabajadores de Correos y, al parecer, pudieron lograr que la víctima, muy recelosa de su intimidad desde que sufriera el primer intento de robo unos años antes, acabara abriéndoles la puerta. El paquete que portaban, una caja sin más, fue recuperado posteriormente, al parecer, dentro de la vivienda.

Esto ocurrió al filo de las once de la mañana de aquel 17 de octubre, cuando los delincuentes accedieron a la vivienda, zarandearon a María, la amordazaron y maniataron antes de propinarla algunos golpes, según todos los indicios, para que les facilitara la clave de la caja fuerte. En la ocasión anterior no lo hizo y todo apuntó a que está vez tampoco (la caja fuerte estaba cerrada cuando el piso fue inspeccionado al día siguiente por los policías). Pero la casualidad quiso que en pleno asalto llamaran al telefonillo de la vivienda. Era un comerciante de la plaza de la Circular, que habitualmente guardaba la compra de la víctima y que esa mañana, al ver que no bajaba después de que hubiera quedado en hacerlo, acudió a hablar con ella. Pero nadie contestó. La llamada, según consideran los investigadores, pudo poner nerviosos a los delincuentes, que acabaron huyendo, al parecer, con las manos vacías.

Y la casualidad quiso que el propio comerciantes, cuando aún estaba en el portal, viera salir precisamente a los tres sospechosos cuando abandonaban el edificio apenas veinte minutos después de que comenzara el asalto, en torno a las 12:10 horas. Atrás dejaron el cuerpo sin vida de María Aguña. Y allí se les perdió inicialmente la pista a todos los implicados.

No fue hasta el día siguiente, a primera hora de la tarde, cuando los allegados de la víctima acudieron al domicilio alertados al no contestar a sus llamadas. Al final entraron, ya con agentes, y se toparon con el cuerpo sin vida de María, 'Mari', tendido sobre el pasillo, amordaza y con las cuerdas sueltas que indicaban que llegó a estar también maniatada. La puerta no estaba forzada, aunque la casa estaba literalmente «patas arriba», si bien la caja fuerte del domicilio estaba también cerrada. Los propios familiares de la víctima mostraron su sorpresa por el hecho de que 'Mari', que había construido prácticamente un búnker en su vivienda y que no solía abrir a nadie desde que sufriera el primer intento de robo, hubiera abierto la puerta a algún desconocido.

La posterior investigación determinaría que pudo hacerlo, en principio, con la treta de hacerse pasar uno de los asaltantes por un trabajador de Correos. Los agentes, después de examinar las grabaciones de decenas de cámaras de vigilancia del entorno, y un sinfín de pesquisas más, acabaron identificando y situando en el escenario y su entorno a los ahora detenidos.

Las detenciones se produjeron en una primera oleada el 8 de diciembre, cuando fueron arrestados los cinco primeros sospechosos, incluido el citado dentista, vinculado a la familia. Después caerían los otros tres sospechosos, uno de los cuales se entregó de forma voluntaria. La jueza acordó enviar a prisión a siete de los detenidos y dejó en libertad con cargos al octavo. La investigación, no obstante, continúa abierta. Lo que sí parece claro es que lo ocurrido fue un intento de robo que salió terriblemente mal. Los sospechosos, si como parece acaban sentándose en el banquillo, se enfrentarían a cargos por pertenencia a grupo criminal, robo con violencia y, al menos, homicidio.