«Ojalá esta sea la última vez y se encuentre una solución», expresaban hace unos días los vecinos de Josefa, de 71 años, propietaria de un tercero en el número 10 de la calle Corpus Christi. Los habitantes del edificio llevan más de veinte años ... conviviendo con ella y con su aparente síndrome de Diógenes, que ha obligado al Servicio Municipal de Limpieza a actuar hasta en tres ocasiones. La última hace dos semanas, cuando los operarios tuvieron que emplear tres jornadas y seis camiones para bajar las 15 toneladas de basura que, estimaban, había acumulado en el interior de una vivienda de 40 metros, en una tercera planta sin ascensor.
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La escena se repetía desde hace catorce años, cuando se llevó a cabo la primera limpieza, ya que cada vez que el servicio municipal ponía el contador de basuras a cero, Josefa regresaba a casa para volver a llenarla con lo que encontraba en los contenedores. Pero a diferencia de otras veces, los vecinos no tenían conocimiento de su paradero. Algo inusual, ya que normalmente era atendida en el Clínico, de donde sospechaban que se escapaba y regresaba a las pocas horas. Días después de que concluyera la limpieza y sin tener noticias de Josefa, se mostraban esperanzados con la posibilidad de que alguien se hubiera «ocupado de ella».
Un extremo que ha confirmado Rodrigo Nieto, concejal de personas Mayores, Familia y Servicios Sociales: «Ahora mismo está en un centro atendida». El edil, que revela que hasta hace poco estaba alojada en un lugar por los Servicios Sociales del Ayuntamiento, concreta que está «en custodia de la Junta de Castilla y León» y precisa que desde el consistorio están haciendo un seguimiento. Se pone fin así a un calvario que ha durado más de veinte años para los vecinos de su edificio, que temían por su seguridad y por la integridad de la mujer, que no tiene familiares cercanos que se hagan cargo de ella.
Durante años han vivido con el temor de que la situación en la que vivía propiciara un incendio -se calentaba una estufa de leña para la que acumulaba maderas-, un derrumbe ante las toneladas de residuos que almacenaba o la propagación de una plaga por la insalubridad de la casa. Aunque han esquivado estos riesgos, hace unos días tuvieron que acceder a la vivienda, ya sin habitar, por una fuga proveniente del baño: «Se inundó la escalera y tuvimos que entrar con el servicio de asistencia. Al parecer, el water estaba roto».
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Su batalla empezó en 2008, cuando la comunidad de vecinos reclamó judicialmente que, al menos, se procediera a vaciar de basura de la vivienda. Algo que les fue concedido en 2010, cuando los técnicos del Ayuntamiento retiraron tres toneladas de madera y restos orgánicos, el 'botín' del que se proveía habitualmente en los contenedores del barrio. La segunda limpieza llegó cinco años más tarde. Y vuelta a empezar. Hasta la última de las actuaciones durante el pasado mes de febrero, cuando por fin los Servicios Sociales han cogido las riendas, tal y como llevaban años reclamando los vecinos.
Tres limpiezas en 26 años y un internamiento
1998 Josefa comienza a mostrar síntomas de dejadez y a subir bolsas de basura
2008 Los vecinos reclaman judicialmente la limpieza de la vivenda
2010 El juez autoriza el primer vaciado de la vivienda y los operarios retiran tres toneladas de basura
2015 Se lleva a cabo una segunda limpieza
2024 Tercera limpieza, en la que se retiran 15 toneladas, e internamiento de Josefa
El principal escollo durante todo este tiempo ha sido la falta de una orden judicial que permitiera internar a la mujer, tal y como pedían los vecinos, que lamentaban la falta de atención a una persona que «está claro que tiene un problema». Los problemas de Josefa se remontan a 26 años atrás, cuando el resto de residentes comenzaron a detectar sintomas de dejadez y falta de aseo personal en una mujer que hasta la fecha tenía un comportamiento «normal». La mujer empezó a transitar por el edificio con bolsas de basura y pasaron 12 años hasta que llegó la primera orden judicial para vaciar la vivienda de restos. Durante los últimos años los vecinos han atestiguado las visitas de una trabajadora social, a quien Josefa no abría la puerta. La falta de una inhabilitación hacía imposible dar más pasos.
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Sergio García
En esta ocasión, aunque inicialmente rechazaba ser internada, la han convencido para ser tratada y adicionalmente se ha puesto en marcha la vía judicial para reconocer su incapacidad. «Se ha iniciado un procedimiento rápido en el que parece ser que el juez ha reconocido que alguien se tiene que hacer cargo de la curatela de esta persona», explica Nieto. No puede precisar si existe ya una resolución judicial en firme sobre su incapacidad, pero lo que es seguro es que está recibiendo atención médica en una residencia a cargo de la Fundación de Acción Social y Tutela de Castilla y León (FASCYL), con el seguimiento del Ayuntamiento.
Todo apunta a que los habitantes del número 10 de la calle Corpus Christi no volverán a ver a Josefa cargando bolsas de basura diariamente por la escalera del edificio: «De momento no hay previsión de que vuelva a su casa. El trabajo que se está haciendo con ella en el centro es bastante positivo. Está atendida por médicos, psicólgos y están haciendo una buena labor con ella». Se pone fin así al calvario de Josefa y de sus vecinos, obligados por Diógenes a convivir con la suciedad y los malos olores durante más de 20 años.
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