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La vida entre la basura de Josefa: 15 toneladas en un piso de 40 metrosJosefa tiene 71 años y hace veinte «comenzaron sus problemas». La mujer, vecina de un bloque de la calle Corpus Christi, en Batallas, acumula desde entonces madera, sobre todo, y otros cientos de 'tesoros' rescatados de la basura, que lleva a diario en su ... carrito de la compra después de peinar los contenedores del entorno para subirlos a su casa de un tercer piso sin ascensor. «Es así a diario y la verdad es que nos da pena ver cómo vive», lamentan sus vecinos de toda la vida, que desde el miércoles ven cómo un escuadrón de operarios de Limpieza retiran las toneladas de desperdicios acumulados en los últimos años en su casa.
Nada menos que quince toneladas de basura, madera, sobre todo, estiman los empleados que han sacado del minúsculo piso de apenas cuarenta metros cuadrados de Josefa en tres jornadas de trabajo y que había acumulado de nuevo desde su última visita, con el mismo fin, realizada hace menos de diez años. Antes, en mayo de 2010, llegó la primera orden judicial que ponía fin, en apariencia, a más de un lustro de pelea vecinal para conseguir que se limpiara la vivienda.
Entonces salieron más de tres toneladas de desperdicios y entonces también los propios residentes en el bloque advertían de que «volverá enseguida a casa y volveremos a empezar». Y así fue. «Aquella vez limpiaron más o menos la casa y todo volvió a ser igual después hasta que la volvieron a limpiar y vuelta a empezar», resumen los residentes antes de concretar que Josefa, pese a la situación infrahumana en la que reside, en un pequeño piso repleto, y es literal, de basuras hasta el techo, «no está inhabilitada, así que no la pueden internar en ninguna parte y cada vez que pasa por el Clínico parece ser que se escapa y vuelve a casa».
La vecina de Corpus Christi, protagonista de un más que aparente caso de síndrome de Diógenes, tiene su casa en propiedad, en la que reside desde hace más de treinta años. «Es soltera y no debe tener familia, o la que tiene no parece que la haga mucho caso, y al principio era una mujer normal hasta que hace unos veinte años empezamos a verla muy dejada, sin asear y subiendo todo el día el carro lleno de basura a su piso», resumen.
Tanto es así que, al igual que ocurrió en las anteriores visitas de los operarios de Limpieza, el piso de Josefa, que cuenta con luz y agua, aunque apenas una bombilla desnuda funciona en la cocina, estaba esta vez «lleno hasta el techo de miles de trozos de madera apilados de manera más o menos ordenada y dejando apenas un hueco para pasar por el pasillo», relatan los propios empleados, que desde el miércoles, y con la pertinente orden judicial por una «cuestión de salud pública», están vaciando el pasillo, la cocina, el salón, las dos pequeñas habitaciones y el baño que conforman la vivienda y de la que están sacando bolsas y bolsas de basura hasta llenar «más de dos camiones al día».
La intervención, la tercera en quince años (desde 2010), comenzó el miércoles por la mañana, cuando acudieron al domicilio una trabajadora social, policías locales y operarios del Servicio de Limpieza. «Ella sigue viviendo allí y recibe la visita de manera frecuente de la trabajadora social y esta vez simplemente se la impide estar en la casa durante las labores de limpieza y se enviará un nuevo informe al juzgado sobre las condiciones en las que vive», explican fuentes policiales.
La acumulación de maderas en la vivienda responde, al parecer, a la presencia de una bilbaína (una cocina de leña) en la cocina del piso. «Antes se calentaba con ella, pero ahora la tenía ya completamente atascada, pero continúa subiendo más y más maderas a diario», lamentan los residentes en el número 10 de la calle Corpus Christi, quienes añaden que Josefa «apenas se habla ya con nadie y su situación cada vez es peor».
La batalla judicial de la comunidad de vecinos para reclamar, al menos, la limpieza de la vivienda comenzó en un lejano 2008. Dos años después consiguieron la primera orden judicial para forzar la retirada de la basura que acumulaba entonces la residente del tercer piso. Eso ocurrió en mayo de 2010. La escena se repetiría menos de un lustro después y de nuevo en la presente semana. «La casa va a quedar completamente vacía (en lo que a basuras se refiere)», confirman fuentes municipales. Para ello han sido necesarias tres jornadas de trabajo y la intervención de una decena de trabajadores para hacer una cadena desde la vivienda del tercer piso hasta los camiones estacionadas a la puerta del bloque, situado en una calle perpendicular a Prado de la Magdalena y San Quintín.
«Ojalá esta vez alguien pueda adoptar medidas y el juez tome conciencia de que esta mujer no puede vivir así», reclaman los vecinos de Josefa antes de incidir en que desde hace cuatro lustros vienen siendo testigos de su deterioro físico y mental y vienen sufriendo en paralelo «los malos olores que invaden todo el edificio y la suciedad que causa en su casa y en las escaleras».
La vecina del tercero volverá a su casa cuando acaben las tareas de limpieza, hoy mismo, en principio, «si nadie lo remedia». De su piso de cuarenta metros cuadrados han salido quince toneladas de maderas, bolsas y libros apilados en cada centímetro de sus estancias. Sus paredes están ahora desnudas, aunque ennegrecidas, al igual que el suelo, y la vivienda desprende un olor nauseabundo. Tanto es así que los operarios municipales han tenido que utilizar trajes de protección y mascarillas para retirar todo lo acumulado en la casa.
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