Extracción del ultraligero accidentado del río Duero. A. Mingueza

Valladolid

El informe del accidente del ultraligero confirma el impacto contra el cable como la causa

La investigación desvela que uno de los dos pilotos que murieron tras la colisión volaba ese día con la habilitación caducada

Álvaro Muñoz

Valladolid

Sábado, 24 de febrero 2024, 19:32

Era la principal hipótesis que manejaban los técnicos de la Comisión de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (CIAIAC) y ésta se ha confirmado catorce meses después. El informe final con todos los detalles de la investigación corrobora que el ultraligero accidentado el 17 ... de diciembre de 2022, en el que fallecieron dos personas, volaba a baja altura e impactó contra un cable de acero que cruzaba las aguas del Duero a su paso por Villamarciel. ¿Por qué volaba tan baja la aeronave? Esa cuestión «no se ha podido determinar».

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Lo que sí queda esclarecido es que los análisis efectuados a los componentes de la avioneta descartan que hubiera un fallo mecánico y que ésta se quedara sin combustible. Una investigación detallada de treinta folios que certifica que «la aeronave impactó con un cable de acero trenzado transversal al cauce del río cuando volaba con cierto alabeo negativo». «Debido al impacto, perdió su plano y parte superior de su fuselaje y cayó al río sobre su lado izquierdo quedando orientada con el morro hacia el norte».

Conclusiones que destaca la CIAIAC como que la habilitación de la piloto Beatriz Cantos (propietaria del aeródromo de Matilla de los Caños desde donde iniciaron el vuelo ese día) estaba caducada desde el 30 de septiembre de ese año. Junto a ella también falleció Guillermo Álvarez, teniente alcalde de Geria.

Muestra de cable tomada por la CIAIAC tras el accidente. A. Mingueza

Ese 17 de diciembre de 2022, recoge el informe, Guillermo Álvarez procedió a preparar la aeronave Tecnam P92 ECHO SUPER, matrícula EC-EJ9, para efectuar un vuelo local, privado y de corta duración. «Era habitual que este piloto alquilase esta misma aeronave los domingos (ese día era sábado) para efectuar este tipo de vuelos. A él se unió Beatriz. «Ambos pilotos mantenían una buena relación y ya habían volado juntos, aunque de forma esporádica, en otras ocasiones. Además, según indicó el instructor de vuelo de la escuela (propietaria del ultraligero), ambos pilotos estaban habituados a pilotarla desde los dos asientos».

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Con combustible para una hora y media, la aeronave despegó sobre las 16:45 horas para no regresar nunca más. Minutos después de partir impactó contra el cable que propició que cayera sobre las aguas del Duero. Esa misma tarde, aunque ya había anochecido, se desplegó un operativo de búsqueda, aunque el ultraligero no apareció hasta la tarde del día siguiente, después de que vecinos de Villamarciel se percataran de que el cable que provocó el siniestro no estaba. Ese domingo se certificó que la aeronave estaba sumergida para rescatar al día siguiente el cadáver de Beatriz. El cuerpo de Guillermo no apareció hasta quince días después, a cuatro kilómetros del accidente.

Vuelos previos sobre el Duero

No era la primera vez que Beatriz y Guillermo sobrevolaban el cauce del Duero. Así lo refleja el instructor de la escuela Ansares Castellana, pues esta persona junto a Beatriz habían hecho lo propio en varias ocasiones, siempre en el sentido de la corriente del río. Aunque nunca como el día del accidente. Primero, detalla el instructor, porque siempre tenían como referencia un tendido eléctrico ubicado a 85 metros de donde se produjo la colisión, y segundo, porque «nunca habían volado tan bajo como ese día». «Desconocían la existencia del cable de la Confederación Hidrográfica del Duero», agrega el informe, que detalla, páginas después, la dificultad para que el ojo humano lo vea con claridad «al presentar un color similar al agua del río».

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De igual manera no ha quedado esclarecida la ruta que llevaba ese día el ultraligero (el GPS estaba desconectado), por lo que se plantean dos hipótesis, una a favor de corriente y otra en contra. «En cualquiera de las dos situaciones, los pilotos no deberían haber volado tan bajo sobre el río Duero», agrega.

«No es descartable que la premura con la que se preparó el vuelo y, en particular, la trayectoria a seguir pudiese haber contribuido al accidente»

Asimismo, el instructor de la escuela, que formó a los dos pilotos, considera que en una situación de emergencia «no hubiesen continuado sobrevolando el cauce del río Duero, al menos el piloto situado en el asiento izquierdo (Beatriz) con el cual había volado con más frecuencia». Añadió que, según su conocimiento de los pilotos, nunca se les hubiese ocurrido volar deliberadamente a una altura tan baja ni por debajo de un tendido eléctrico. Ambos pilotos disponían de experiencia y de buenas habilidades de vuelo.

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Razonamientos a los que se suma una nueva reflexión del informe: «no es descartable que la premura con la que se preparó el vuelo y, en particular, la trayectoria a seguir pudiese haber contribuido al accidente».

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