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Una situación que llevan padeciendo toda la vida los desguaces de Valladolid. Hasta el punto de que los propietarios de estos negocios han interiorizado que esta parte, la de los hurtos, esté dentro de su día a día. Hay empresarios que asumen la derrota, como ... Manuel Cano, de Desguaces Cano; otros, como Juan Velázquez, de Desguaces Velázquez, apuestan por hacer huecos en su agenda para acudir a los juzgados o a declarar ante los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. «Cada semana, prácticamente, tengo un juicio por robos que se han dado en mi negocio», apunta Velázquez.
Sí, los delitos en los desguaces de la provincia no han desaparecido. Es un escaparate para los ladrones que día sí y día también intentan superar las medidas de seguridad para hacerse con un botín que acaba siempre en el mercado negro. Son focos, baterías, amortiguadores, ruedas y otro tipo de piezas que finalizan su recorrido en desguaces ilegales. «Históricamente siempre hemos sufrido los robos de los delincuentes y de los ladrones. Buscan recambios que son valiosos como faros o ruedas que suelen venderse en el mercado de segunda mano», recalca Velázquez desde el interior de su establecimiento en Cigales.
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Un mercado negro que tiene su punto álgido en nuevos canales de venta como las plataformas de Internet. 'Wallapop' o 'Mil Anuncios' son el final de un proceso que ya ha puesto en alerta a Policía Nacional y Guardia civil para dar con un producto sustraído ilegalmente. «Tenemos el caso de que dimos con un anuncio de una de nuestras piezas. Lo denunciamos a la Guardia Civil, que hizo un gran trabajo. Se hicieron pasar por compradores y el ladrón acabó en la cárcel», añade Juan Velázquez.
Juan Velázquez, de Desguaces Velázquez
Precisamente este empresario se ha empeñado en no dejar ningún cabo suelto y no desiste en denunciar y prestar declaración con cada uno de los incidentes que tiene lugar en sus territorios. Entiende que forma parte de las acciones para intentar disminuir el número de robos. «Es muy latoso porque me toca ir cada poco a la Guardia Civil y a los juzgados. Al final son ladrones reincidentes y, normalmente, van a la cárcel. Esto sucede aquí y en otros muchos desguaces. Siempre ha sido una de nuestras reivindicaciones», continúa Velázquez.
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J. Sanz
Unos hurtos que han sorteado también cualquier medida de seguridad que han llevado a cabo los propietarios de los desguaces en las últimas décadas. Perímetro vallado, cámaras de seguridad por todos los rincones y hasta rondas de vigilancia nocturna para disuadir a los que quieran acceder. «Todos sufrimos bastante y es muy caro. Al final nos roban mucho, pero gastamos mucho más en seguridad. Tampoco lo cuantificamos. La semana que viene tengo un juicio por un robo de recambios valorado en 2.000 euros y, de esos, tenemos siempre unos cuatro o cinco al año», agrega contrariado Juan Velázquez.
Estos robos han propiciado un trabajo más intenso en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad para controlar estas incursiones en estos negocios, liderados en el mundo rural por el Equipo Roca de la Guardia Civil (dedicados también a los robos de cobre en la provincia). Unos productos que se derivan en tres ramificaciones principalmente, según explican desde el instituto armado. La primera de las opciones se centra en el boca a boca del ladrón y un particular. Pequeños compradores que precisan de una pieza concreta para sus vehículos. Otra de las salidas es el mercado digital y por último las chatarrerías. Estos puntos son otra de las opciones por los delincuentes, aunque en los últimos años esta práctica ha mermado ante un control exhaustivo de todo lo que entra en estos negocios.
Precisamente en estos espacios dedicados a la chatarra existe una normativa que obliga a registrar todo producto que entra, lo que facilita un posible seguimiento si estas piezas llegan de forma ilegal. De esta forma, los precios que se estiman de elementos entregados en este punto llegan a los 5 euros por kilo de cobre limpio (sin estar quemado y sin cable, cuyo valor es de 2 euros el kilo). El aluminio se establece en un euro por kilo, el aluminio cárter (radiadores de vehículos) y el plomo a 0,80 euros el kilo y las baterías a 0,50 euros.
Otro de los desguaces que sufre la ira de los ladrones en la provincia es el que regenta Manuel Cano, de Desguaces Cano. Tilda la situación de «preocupante» y asegura que ya no sabe qué hacer para frenar un expolio diario. «Es constante. Muchas veces lo das por perdido y no te queda otra que asumirlo», refleja contrariado Cano, que no sabe qué nuevas medidas puede implantar en su recinto de la carretera de Segovia.
«Denunciamos muy poco porque la ley es muy permisiva con el golfo. La Policía Nacional se vuelve loca buscando y, en muchas ocasiones, no se celebra el juicio», añade Cano.
Un propietario que ha empleado todo lo que tiene en su mano para espantar a los delincuentes. «Tenemos cámaras por todo el perímetro, pero aún existe algún espacio ciego por muy nuevo que sea el dispositivo de videovigilancia. Hemos colgado el cartel de 'perros sueltos', pero tampoco surte efecto. Aquí nos han robado de todo. Desde combustibles para camiones hasta una culata de un Golf ubicado en una tercera altura. Nos han llevado motores enteros y hasta elevadores del interior de la nave. Al final no son solo los gastos de lo que te llevan, sino los destrozos que te generan para llevarte unas piezas determinadas. Tenemos que seguir con estas circunstancias», concluye Manuel Cano.
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