De arriba a abajo y de izquierda a derecha, Carmelo Delgado, Ángel Egaña, Eugenio García y Emilio Pedrero. ARMH de Valladolid

Identificados nueve de los casi doscientos fusilados exhumados del Cementerio de El Carmen

Los restos de tres de los represaliados serán entregados a sus familias por la ARMH de Valladolid durante un acto homenaje el próximo 14 de abril

Jenifer Santarén

Valladolid

Sábado, 6 de abril 2024, 19:43

«Si estuviéramos en 1980 la conversación sería otra», expresa con pesar Julio del Olmo, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valladolid, que lamenta que «solo» hayan podido «identificar totalmente» a nueve de los 199 represaliados asesinados por las ... fuerzas militares franquistas, que fueron recuperados durante las últimas exhumaciones de las fosas comunes en el cementerio del Carmen de Valladolid y en la finca de los Alfredos de Medina del Campo. Después de 80 años encontrar familiares con los que cotejar los restos es «cada vez más complicado», por lo que en muchos casos solo ha sido posible distinguir grupos de víctimas, en base a la documentación de los juicios sumarios y las actas de fusilamiento.

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«Por una parte tienes la satisfacción de haber recuperado a estas personas pero por otro lado la frustración lógica de no poder identificarlos a todos», expresa Del Olmo. El paso del tiempo complica una labor que ya comenzó de forma tardía, gracias al impulso de las asociaciones que luchan desde hace 20 años por preservar la memoria histórica y reparar a las víctimas de la dictadura franquista. «A esta sociedad nunca le ha interesado, solo se ha hecho cuando los nietos y bisnietos se han puesto a ello», lamenta Del Olmo, que tacha de «recochineo» el proyecto de ley de concordia ante unos familiares a los que la democracia «ha abandonado siempre».

Aún con las dificultades impuestas por el paso del tiempo y la desmemoria, el equipo de voluntarios dirigido por Del Olmo ha conseguido «autentificar totalmente» en torno a nueve de los 199 represaliados que volverán a ser inhumados durante un homenaje que tendrá lugar el próximo domingo 14 de abril en el cementerio de El Carmen. La gran mayoría serán enterrados en un panteón junto a la placa memorial que recoge el nombre de los 2.500 asesinados por los sublevados en toda la provincia y donde ya descansan las 245 víctimas a las que se dio sepultura en 2020. «En total hemos recuperado los restos de 383 personas. Hay que añadir que en Medina del Campo encontramos a otras 67», cuantifica el arqueólogo.

«Nos ha dado mucha tranquilidad, son muchos años pensando en él»

Kepa Egaña

Sobrino de Ángel Égaña, teniente vasco

Durante el acto se hará entrega de los restos de tres fusilados que han sido reclamados por sus familiares para cumplir con la voluntad de sus antepasados. Es el caso de Ángel Egaña, teniente del ejército vasco apresado por falangistas de Valladolid y Palencia en el frente norte y juzgado en un proceso sumarísimo que lo llevó al pelotón de fusilamiento el 2 de junio de 1938. Su identificación ha sido confirmada gracias a una muestra de ADN con un resultado inequívoco de su sobrino, Kepa Legaña, para quien su tío, al que no llegó a conocer ya que fue fusilado antes de que él naciera, fue un héroe. «Estaba nominado para ascender a capitán, pero no pudo lograrlo».

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Sus restos, hallados en la fosa número siete del camposanto vallisoletano, serán trasladados a un nicho en la localidad vizcaína de Arrankudiaga. Allí se le hará un homenaje en la plaza del pueblo y después se le conducirá al cementerio para ser enterrado junto a Ignacio, el padre Kepa, quien «recordaba mucho a su hermano». La identificación de sus restos ha sido un «descanso» para la familia. «Cuando nos dijeron que lo habían identificado fue una gran satisfacción, nos ha dado muchísima tranquilidad, son muchos años pensando en él».

Junto a su esqueleto estaba el del médico y militante de CNT-FAI, Emilio Pedrero, que será trasladado a León para cumplir la voluntad de su hermana Luisa de ser enterrado junto a ella y sus padres. «Esto es un tema familiar, se ha transmitido desde mi madre y yo a mi hija. Para nosotros ha sido una cosa muy emotiva», cuenta Saturnino Emilio Merino, que recibe el segundo nombre de su tío, «un médico bastante inteligente, con un expediente brillante», que compaginaba su trabajo en el hospital de Valladolid con consultas de beneficencia: «Se dedicaba a dar charlas a gente más humilde».

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El doctor Pedrero, de origen leonés pero afincado en Valladolid, fue detenido en septiembre de 1937 tras pasar varios meses escondido y condenado a muerte el 17 de enero de 1938 por un delito de «adhesión a la rebelión» cuando tenía 26 años. Sus casi dos metros de altura, inusual para la época y la documentación sobre su localización, dejaban pocas dudas de su identidad, que ha sido confirmada con una prueba de ADN.

«Yo llevo años buscándolo pero mi padre lo hizo desde 1937»

Margarita García

Sobrina de Eugenio García, cabo de Artillería

«Hemos decidido que se quede junto a sus compañeros que también fueron asesinados», expresa Margarita García, sobrina de Eugenio García, cabo de Artillería del acuartelamiento de Pinar de Antequera. El joven militar de 20 años fue fusilado en el paredón de San Isidro, acusado de urdir un movimiento subversivo destinado a 'tomar' Valladolid con tres revólveres y una pistola. Margarita, afincada en Vigo pero de raíces vallisoletanas -su tío y su padre Leopoldo eran de Traspinedo- heredó de su progenitor, que también pasó por las cárceles franquistas, el compromiso de encontrar a su tío, una historia que se repite en casi todas las familias víctimas de la represión. «Yo llevo años buscándolo pero mi padre -ya fallecido- lo hizo desde 1937».

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La búsqueda y la espera terminaron en 2022, cuando se abrió la fosa número seis del cementerio de El Carmen. «Lo vi en una noticia de El Norte de Castilla y se me aceleró todo». «Todos a la fosa común número seis», se podía leer en una de las actas de fusilamiento en la que figuraba el nombre de Eugenio García y el de otros 15 condenados a muerte en febrero de 1937. Por eso cuando un golpe de suerte permitió encontrar las fosas seis y siete bajo el Memorial de los 80 años la familia supo que iban a recuperar a Eugenio, hallado con un abrigo militar e insignias de artillería y cuya identidad fue confirmada, con el conjunto de los datos históricos, los objetos que portaba y dos pruebas genéticas.

«Te puedes imaginar la emoción acordándome de mi padre, él siempre tenía en mente la fecha en la que lo fusilaron», prosigue García, que resume la lucha de su familia recurriendo a la mitología griega: «Siempre me acuerdo con todo esto de Priamo y Antígona, que lucharon para rescatar los cuerpos de sus seres queridos y enterrarlos con nombres y apellidos, que es lo único que pedimos».

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Entre los identificados en El Carmen está también Casimiro Maestro, alcalde de Renedo de Esgueva, asesinado en 1936 por haberse hecho con la alcaldía de su pueblo durante las elecciones que llevaron a la victoria al Frente Popular. Sus restos serán entregados a sus hijos Antonio y Benita Maestro, 86 años después de que fuera apresado en su domicilio cuando este solo tenía dos, que le dará descanso en el mismo sepulcro de Isabel, madre y esposa, en el camposanto de Renedo.

De una fosa de El Carmen también se ha podido rescatar a Carmelo Delgado, estudiante de derecho puertoriqueño antes de que estallara la sublevación y miliciano republicano de 24 años después, capturado en el frente de Madrid y condenado a muerte en Valladolid en abril de 1937, a quien su familia buscaba incansablemente desde 1960, primero su madre y ahora un sobrino, con quien se ha podido cotejar su ADN.

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En el mismo panteón, erigido en homenaje a todos los represaliados en la provincia, descansan los restos de los exhumados en la finca de los Alfredos de Medina del Campo. Entre ellos los de María Cruz y María Victoria García, dos hermanas modistas de 29 y 22 años que vivían en Pozal de Gallinas, vejadas y asesinadas en agosto de 1936 por tejer una bandera de la república. Los últimos vestigios óseos de su existencia fueron identificados tras un estudio antropológico que permitió hallar evidencias de los problemas óseos y la cojera de una de ellas: «Su zapato estaba muy gastado en la zona del empeine y se pudo comprobar algunas fracturas de huesos».

En el mismo pozo y junto a los esqueletos de las dos mujeres, a 30 metros de profundidad, estaban los cuerpos de Francisco y Feliciano, padre e hijo, apresados y fusilados también en aquellos días de agosto de 1936 en Pozal de Gallinas. La edad de cada uno de los esqueletos y el ensañamiento que presentaba uno de ellos, revelaban su historia y su muerte: «Coincidían en edad con la de Feliciano y Francisco, de 18 y 50 años. También sabíamos que se habían ensañado especialmente con el padre, que se había enfrentado a los asesinos hiriendo de gravedad a uno de ellos». Solo el cráneo de Francisco, cuyo delito fue defender a su hijo, objetivo de las fuerzas franquistas por cantar canciones republicanas, presentaba siete balazos.

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