El husky Horus se estrena en Auvasa

«Está acostumbrado a viajar, soy de Bilbao y solemos ir mucho, en el coche se porta de maravilla, pero esto es totalmente nuevo para él», explica. Los pasajeros que comparten parada miran de reojo al animal. No mal, pero sí extrañados ante un compañero de ruta poco habitual. Cuando el coche llega y se abren las puertas, ceden el paso a los que estaban antes y ambos acceden al interior del vehículo. Germán pica en la validadora los dos bonos, el humano y el perruno (su billete es gratis), y se dirige a la parte central (la de los cochecitos de niños y las sillas de ruedas), el lugar reservado para estos vecinos de cuatro patas, que no pueden ocupar asiento y solo pueden circular si el aforo lo permite. Un perro por autobús, nada de razas potencialmente peligrosas y siempre que el conductor no lo impida si aprecia que la mascota presenta signos evidentes de enfermedad, falta de higiene o agresividad. No es el caso. El husky inspecciona el espacio. Mira a un lado y a otro hasta que recibe la orden y se sienta formal.

La entrada de Horus genera de inmediato la expectación del pasaje. Un joven le graba con el móvil, sonrisas entre los ocupantes ante la novedad y una encuesta de urgencia en voz alta: '¿Les molesta a ustedes compartir trayecto con un perro?', pregunta este diario. «A mí, en absoluto, tengo uno», contesta una señora. Dos asientos más allá, una joven reconoce su «miedo» a los canes, pero admite sin problemas su presencia. «Va con el bozal y agarrado, la verdad es que no me importa», señala la chica. Buen estreno.

Defiende Germán el carácter civilizado de su compañero y matiza que, en su caso, los viajes no serán diarios. «Lo hemos sacado para utilizarlo de forma ocasional; cuando bajamos al centro los fines de semana nos vendrá bien para no mover el coche y poder ir con él a una terraza y no dejarlo solo en casa», desvela este joven, casado con una empleada de Auvasa. Considera el propietario que el acceso de los perros al transporte público es un «derecho» al tratarse de un espacio de «todos» y hacerlo bajo la supervisión y responsabilidad del titular. «Lo mismo que permiten la entrada a un centro comercial o algunos bares, pues en el autobús igual, además se han puesto muchos requisitos para que nadie se sienta incómodo y eso me parece bien», afirma. El gerente de la empresa, Álvaro Fernández Heredia, coincide en que la medida no llenará de perros los autobuses, sino que el uso será «residual». «En el Metro de Madrid o los trenes de Cercanías de toda España lleva en vigor años y es excepcional ver a gente viajando con sus mascotas», asegura.

El estreno de Horus ha sido un éxito. Unas paradas más allá, la pareja desciende del vehículo y el propietario le recompensa de nuevo por su comportamiento. Prueba superada. Buen chico.