Quién sabe si de una larga espera en una marquesina de Valladolid se fraguará una bonita amistad. Tiempo para entablar una larga conversación entre bus y bus. La huelga de transportes, convocada para este jueves, ha dejado estampas de paradas más concurridas mientras los tiempos ... de aguardar se alargaban, en algunos casos, por encima de la media hora. Dependía, principalmente, de cada línea.
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Ya había avisado Auvasa que para esta primera jornada de huelga, que continuará el viernes con manifestación incluida por las calles de la ciudad, se iba a trabajar con unos servicios mínimos del 70%. Así que eso iba a afectar a unas frecuencias más prolongadas en el tiempo y unos autobuses repletos de viajeros. Matemáticas básicas: si hay menos vehículos por las calles de la ciudad y el número de pasajeros se mantenía, el resultado era que todos los pasillos de los autobuses iban a estar repletos de personal.
Quienes sí que fueron más planificadores fue gran parte de los usuarios, sobre todo aquellos que tenían que completar viajes para llegar a sus obligaciones laborales o les tocaba hacer trasbordos. Imagínese esperar treinta minutos por cada línea a la que uno se quería montar.
Era el caso de Williams Gavidia. Se encontraba pasadas las 10:00 horas en la parada del Paseo de Zorrilla con Hospital Militar. Ataviado con un gorro para cubrir la cabeza, aseguraba llevar unos 20 minutos de espera mientras no paraba de mirar el marcador digital que marcaba los minutos que quedaban para que su autobús, el de la línea 5, hiciera acto de presencia. Alternaba esas consultas entre el marcador y la aplicación móvil y solamente esperaba que lo que le decía su móvil fuera la verdad. «Me marca menos tiempo en la app», insistía mientras miraba el reloj.
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Entre otras cosas porque entraba a las 11:00 horas. «No sé si voy a llegar a tiempo», se lamentaba a la par que se resignaba ante la impotencia de una huelga. «Y eso que hoy venía con mucho tiempo de antelación», concluyó.
Esa era la historia personal de Williams. Junto a él, dos personas con algún año más que este joven, comentaban la huelga. Una de ellas, un hombre de 80 años, que echó una pequeña carrera por el Paseo de Zorrilla, con la intención de alcanzar un vehículo de la línea 1. No era el día para perder autobuses, si bien este hombre no llegó a tiempo y se tuvo que apañar con el de la línea 19 en su viaje a Covaresa. Él, junto con María Zurdo, se tomaron con humor la huelga. No está en sus manos, así que se adaptaron a la realidad de este jueves mientras entendían que los trabajadores reivindiquen derechos a pesar de que ellos mismos sean los afectados. «Las huelgas siempre son necesarias», agregaba mientras se intentaba resguardar del frío con unas temperaturas que rondaban los 5 grados.
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En esa misma marquesina, en la que los tiempos de espera se dilataban, se oteaba cualquier información pegada en las cristaleras. Los había que aprovechaban para repasar las paradas de las líneas o analizaban la situación ante la posibilidad de coger otro autobús que no les dejaba tan lejos de sus destino. Otros, en cambio, miraban la publicidad (los anuncios más que nunca estuvieron expuestos más tiempo ante las personas) y se planteaban si ir este viernes a ver la película de 'Vaiana 2'.
Porque la última película de Disney estaba anunciada a marquesina completa por uno de sus dos laterales. En el otro, se hallaba la venta de entradas del concierto del cantante Dani Martín previsto para junio de 2026 en la antigua hípica. Ante tal anuncio, alguno de los presentes tiraba de chascarrillos para decir que «ojalá llegue antes mi bus que Dani Martín a Valladolid».
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A escasos metros de esa parada, enfrente de El Corte Inglés, la panorámica era muy similar. Se daban conatos de futuras amistades como era el caso de Eva de la Horra y Lucrecia Herrero. La primera llevaba un día intenso de autobuses. Y lo que le quedaba. Había madrugado en Santovenia para venir hasta la capital y empezar a coger línea tras línea que, a las 10:00 horas, la habían dejado en el Paseo de Zorrilla. Su odisea en forma de bonobús aún no había concluido. Le tocaba subirse al C1 para ir hasta el edificio Madrid y completar un papeleo para volver a Covaresa. «Seguramente ese trayecto lo haga a pie», añadía mientras volvía a ver el tiempo de espera y sin querer pensar cómo afrontará la vuelta hasta Santovenia cuando termine todo el papeleo.
Más preocupada estaba Lucrecia. Previsora como nunca, había madrugado más para no llegar tarde al trabajo. Tenía que coger la línea 5, con destino Entrepinos, y los cartelones no le marcaban ningún tiempo de espera. «No sé el tiempo que tengo que esperar. Creo que no llego puntual al trabajo», continuaba mientras se apartaba para hacer una llamada de teléfono.
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Precisamente la línea 5 era una de las más afectadas, según recalcaron este miércoles desde Auvasa al anunciar que se podrían alcanzar los 80 minutos de espera. De momento, Lucrecia acumulaba ya unos 20 y sumando.
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