Valladolid amaneció el domingo sin una de sus más queridas y arraigadas tradiciones. El mercadillo con más solera de la capital se puso en huelga por la intención del Ayuntamiento de aplicar una normativa que hasta ahora no se estaba exigiendo y que obliga a ... los vendedores de objetos de segunda mano a convertirse en autónomos. Los ánimos están caldeados también por el sorteo de puestos realizado para dar entrada a nuevos tenderos, que ha dejado fuera a 57 de los de toda la vida.
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Huelga en el Rastro. Las 150 mesas que habitualmente se llenan de todo tipo de objetos, libros y ropa de segunda mano solo sostenían ayer octavillas que informaban de que sus vendedores se encontraban en huelga por la imposibilidad de cumplir con los requisitos que les exigen. También se recogían firmas de los visitantes en apoyo de su protesta.
«El rastro puede desaparecer, borrando de nuestra memoria más de 50 años de antigüedad», informaban. «Solo pedimos que nos dejen vivir en paz», reclamaban al Gobierno municipal, con cuya concejala de Comercio, Charo Chávez, se reunirán hoy lunes en busca de «ayuda y sentido común». Confían en llegar a un acuerdo, pero advierten de que no aceptarán las exigencias administrativas. Porque no pueden. Para el próximo viernes han convocado una manifestación entre la plaza del Carmen y la Plaza Mayor.
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«Hacernos autónomos es innegociable porque no podemos pagar cuotas de hasta 300 euros por cuatro días que ponemos los puestos al mes. ¡Más los seguros de responsabilidad civil!», se quejaba Enrique, que recordaba que ya pagan religiosamente la tasa municipal de 40 euros al trimestre. La mayoría, decían, solo sacan unos euros con los que completar la pensión, la ayuda asistencial o los ingresos que obtienen por pequeños negocios de venta ambulante. «La concejala es una persona que nos comprende y esperamos que arregle el problema». Un problema que, argumentan, no existía. «Que nos dejen como estamos desde hace más de 40 años».
Más aún lleva Juan Carlos montando su puesto, desde los tiempos de Cantarranas. «Con la que está cayendo nos imponen unos requisitos leoninos. No comprenden que venimos aquí a sacar un complemento para vivir», explicaba. También él cree que debe prevalecer «el sentido común» porque «hasta ahora la concejala se ha mostrado comprensiva» y, además, ahora ha trascendido «el malestar generalizado, que está teniendo mucha repercusión mediática».
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Mientras exponía sus argumentos, alguien gritaba: «¡La tele, que viene la tele!» y todos los diseminados se agrupan con sus carteles amarillos.
«Una cosa es la ley y otra muy distinta la legitimidad, que tiene su componente de ética», razonaba Modesto. «Y lo que quieren hacer es prevaricación moral. Pagamos a los políticos para que solucionen los problemas, no para que los creen». «No somos políticos, ni ultraderecha ni nada», gritaba alguien, «solo nos resistimos a la incompetencia. Los socialistas deben mostrar que tienen sensibilidad social».
Afirmaban estar dispuestos a «asumir requisitos asumibles, pero no injustos». Y el sorteo que ha efectuado el Consistorio para dar entrada a 57 nuevos vendedores también lo consideran «un atropello», ya que ha dejado fuera a otras tantas personas que llevan décadas colocando su expositor. En el rastro hay 150 puestos y se han presentado 207 solicitudes. «¿Cómo se nos puede meter a todos en el mismo saco?», clamaban. «Si hace falta, nos estrechamos porque aquí hay sitio para todos», proponía Juan Carlos.
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Los puestos del mercadillo de mayor solera de la ciudad se encontraban ayersimbólicamente vacíos. Aseguran que los domingos pasan por allí (y por el anejo mercado de ropa) entre 4.000 y más de 10.000 personas, dependiendo de la época del año y la climatología. «Cuando hay fútbol no nos dejan; cuando son las ferias, tampoco; si llueve, no podemos. Y ahora no quieren que las generaciones futuras puedan seguir visitando nuestro querido Rastro», comentan con una sola voz. Pero han sobrevivido a la covid, están luchando por capear la crisis y no están dispuestos a caer sin dar batalla. No traicionarán su historia, afirman.
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