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Renovarse o morir. La hostelería vallisoletana ya sabe de qué va la historia. Ya vivieron una situación similar en marzo, y ahora temen que vuelva a repetirse y el cierre de sus negocios se prolongue más de los catorce inicialmente previstos. Por ello, hasta que ... puedan regresar tras la barra de sus bares, sus profesionales tratan de adaptarse a esta realidad sumándose a servir comida y bebida para llevar. La hostelería de la capital lució este viernes una estampa que se postula como habitual, al menos hasta finales de este mes:negocios cerrados a cal y canto o colas de personas aguardando frente a la puerta del bar esperando a que le llegue su turno para ser atendido. Quienes no optaron por reinventarse, aprovecharon la jornada de este viernes para bajar del todo la persiana después de haber limpiado, organizado y vaciado cámaras frigoríficas y retirado los productos perecederos.
Este servicio, conocido como 'take away', no les generará ingresos, pero confían en que les permita «paliar la caída y pérdidas económicas», como coincidían varios hosteleros.
Como Fabián Martín, de Bámbola. Cualquier otro día a las once de la mañana, su establecimiento, situado en la Plaza de la Universidad, estaría repleto de estudiantes y profesores que acudían a tomar el almuerzo. «La gente solía venir bastante por la mañana; estamos en un sitio muy céntrico, con mucho estudiante», reconoció. Pero lejos de resignarse y echar el cerrojo hasta nuevo aviso, este joven ha optado por «probar» a servir comida para que la clientela la consuma fuera del local.
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Antonio G. Encinas
Ofrece bocatines variados y bizcocho casero «más baratos». «Vamos a aguantar el tipo un poco, a ver si la gente responde, pero lo que estamos viendo es que la gente ha venido preparada con su bocadillo de casa al saber que la hostelería cerraba. Confiamos en que los próximos días crezca el consumo», afirmó, al tiempo que indicó que «vamos a trabajar para no tener ganancias cero, pero tampoco podemos quedarnos quietos en casa». «Espero que por lo menos nos sirva para detener la sangría de ventas que llevamos sufriendo este tiempo», añadió.
Quien también se sumó a esta iniciativa y acepta que «ni por asomo tendremos ingresos estos días» es Rocío Huerta, propietaria de Dux, en Angustias. Ella, como el resto de 'colegas', permanece a la «expectativa» de cuál será la respuesta de los vallisoletanos durante este periodo. «No sabemos si funcionará o no, pero menos se gana en casa. Aún así, ¿Cree alguien que vendiendo veinte cafés en un día se pueden cubrir gastos? Para nada, es una opción que ni tan siquiera nos planteamos».
Julián Gómez y José Antonio Gómez, de El Doctorado, representan la otra cara de la moneda. Quedaron este viernes en su bar para «ver qué hacemos». Se plantearon la posibilidad de servir cafés para llevar, pero lo descartaron cuando conocieron que la cafetería de la facultad de Medicina permanecería abierta. «Ahora mismo es complicado hacer negocio. Venían estudiantes, que se quedarán en la propia universidad, y gente del hospital o de alguna empresa cercana, pero se tomaban el café y el pincho tranquilamente, si se lo tienen que llevar, muchos ni vendrían», señaló el primero, mientras su socio asentía con la cabeza, cabizbajo.
En su caso, aprovecharán el «parón» para hacer «retoques, como pintar o ajustar algún altavoz». Tenían el runrún desde hacía días. Sospechaban que «de esta semana no pasábamos sin cerrar» y, por ello, adquirieron únicamente los productos «indispensables». «Esta vez no nos ha pillado el toro, porque la otra vez nos quedamos con todo en la nevera, pero habrá compañeros que habrían comprado material para aburrir», subrayaron.
Este último pensamiento lo constató Javier Pastor, gerente de Mercaolid. Confirmó que, en la última semana, se había detectado un «incremento en la capacidad de compra». «Hemos visto que se ha hecho compra despensa, como ocurrió en marzo, pero no tiene ningún sentido porque el suministro de todos los productos está garantizado», indicó.
Por otra parte, aunque aseguró que el «efecto de paralización» de la actividad hostelera «genera perjuicios» en las empresas erradicadas en esta planta (en torno a cien), «es un descenso que ya veníamos notando desde hace tiempo, ya que la hostelería viene sufriendo restricciones desde hace semanas». «Habrá que esperar a ver los efectos, pero sin duda las empresas más afectadas han sido del sector pesquero y cárnico y de productos que tradicionalmente son propios de la hostelería como lechazos, solomillos, pescados de gran valor... Que han quedado destrozados», lamentó el gerente.
Los hosteleros se dividen para afrontar su segundo cierre total. Unos, por el 'take away'. Otros, por esperar a que la situación epidemiológica les permita volver a su trabajo. Pero todos, con la mirada puesta en regresar a finales de este mes.
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