Desde hace ya muchos meses aprieta por un lado y mima por otro. La situación ha reforzado en su carácter la faceta combativa y la ... de psicóloga. «No queda otra», subraya. Presión a las Administraciones para que atiendan las demandas de un sector que «está al límite» y consuelo y terapia para unos colegas que ven su futuro muy negro, «pero mucho», incide. «Claro que siento una gran responsabilidad sobre mis hombros, pero hay que seguir adelante y luchar», anima María José Hernández, presidenta de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Valladolid.
Son 4.500 negocios en la provincia, que dan trabajo directo a cerca de 11.000 personas. Buena parte de los locales mantienen «al 40% de sus empleados en ERTE», mientras que «nueve de cada diez bares de ocio nocturno» permanecen con la persiana echada y sin visos de levantarla en meses. La losa es grande cuando, además, no ves que te puedas liberar de ella a corto o medio plazo. «No sabemos cuándo va a acabar esto», lamenta. El verano salvó justito las cajas a base de bandeja y terraza, pero ahora la cosa se pone fea, a pesar de que la Junta haya habilitado ayudas para adecuar los veladores al invierno de Castilla. Se agradece, por supuesto, pero no es suficiente.
Son «víctimas», no verdugos, aclara esta hostelera que, como sus compañeros, se están «llevando la peor parte de la pandemia». Tira de los informes del Ministerio de Sanidad para avalarlo. «La incidencia del coronavirus es seis veces mayor en las reuniones de familias, de amigos o en los botellones;nosotros somos una alternativa de ocio controlada y segura, que ofrece garantías al cliente», remacha. Ese 3,5% de los contagios que se han acreditado «de manera científica» en estos establecimientos no les ha valido, de momento, como argumento para evitar su «criminalización». «Han puesto el foco en nosotros y eso es injusto», reitera. Insta, sin tapujos, a que a los incumplidores del sector que representa se les castigue. «El 95% está acatando escrupulosamente las medidas, no queremos pagar justos por pecadores», dice.
«¿Que cómo están las cosas? Pues muy mal, nos lo trasmiten cada día nuestros asociados, apenas les queda aire para respirar y esto es una cadena que está afectando a proveedores y distribuidores. Si yo no vendo, tampoco compro», apunta Hernández, que considera que el «miedo» a acudir a un bar o a un restaurante lo están provocando las propias autoridades sanitarias con mensajes y restricciones que les ponen en la diana de manera continua. La última medida, el toque de queda a las 22:00 horas, les lleva «a la ruina». «¡Tenemos que comer, tenemos que mantener el empleo!», clama. «Hemos solicitado que se nos permita trabajar hasta las doce y luego todos para casa», recuerda, pero en esa puerta nadie contesta. A día de hoy y pendientes de la reacción de los clientes a los nuevos horarios, «las cenas están perdidas». ¿Cambiarán los hábitos?¿El denominado 'tardeo' –comida, copas y merienda-cena, todo seguido– puede imponerse en los próximos meses? Está por ver. Ahora es una incógnita. De momento, los hosteleros han visto cómo «el vermú ha ido a menos». Lo achacan también a ese miedo que nombraba antes. «La caída de la actividad es del 70%», cuantifica. Y los gastos son los mismos.
Rebajar los alquileres
En su cartera pesan las peticiones. Este virus, su comportamiento, contagia incertidumbre a unos niveles que obligan a reclamar respaldo por un lado y unión de los profesionales por otro. Tiene para todos. Al Gobierno de Pedro Sánchez solicita que adopte medidas de urgencia para reducir las rentas de los locales. «Suponen el 12% de los gastos y necesitamos que los alquileres se rebajen a la mitad», propone.
Punto dos, la hostelería necesita un «plan de rescate» en la región que permita recuperar el pulso económico, ahora bajo mínimos, hasta que la actividad se normalice. Y tres, la promoción es fundamental para que los clientes recuperen la confianza, según enumera. En este último punto, Hernández ya avanza que se trabaja para cear unos bonos del 15 de noviembre al 15 de enero para favorecer el consumo en la hostelería, incluido el reparto de comidas y cenas a domicilio. «Dicen que somos el sector que más felicidad da a los españoles, ahora pedimos a los vallisoletanos que no se olviden de nosotros y nos apoyen», ruega Hernández.
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