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No solo el polen provoca hipersensibilidad y desencadena crisis asmáticas. Estudios recientes demuestran que la contaminación tiene mucho que ver con estas dificultades respiratorias y que el 30% de los casos de asma infantil son atribuibles a sustancias u otros elementos físicos en el medio ... ambiente.
Una aplicación de móvil, bautizada como Asmalert, permitirá poner en marcha una experiencia piloto en Valladolid, para después extenderse a toda la comunidad, que avisará con 24 horas a las personas con asma grave, de difícil control, del nivel de agresividad de su entorno, del aire que van a respirar al día siguiente. Según el nivel de alerta, tienen un protocolo de intervención que va desde el solo autocuidado con la prescrita medicación hasta el traslado a urgencias.
La base de datos del Río Hortega acumula, desde hace 34 años, registros de 23.000 pacientes, con sus reactivaciones, estación del año en la que se produjeron, fármacos más eficaces y causas de recaídas –cientos de miles de análisis y datos–, una experiencia con Big Data que, ahora, permite este nuevo paso, el de alertar de forma anticipada a un enfermo de que, probablemente, va a sufrir en las próximas horas una crisis asmática y que pueda así adoptar las pertinentes medidas. Es 'made in Valladolid', una experiencia pionera del Río Hortega con la empresa de la ciudad Biodata Devices, especializada en telemonitorización que permitirá alertar.
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Los alérgicos al polen ya contaban con el acceso a datos de concentración de polen. La red RACYL de la Dirección General de Salud Pública de Castilla y León recoge tales referencias desde hace diez años y los remite por SMS a los afectados. Ahora, además, se completará con los de la presencia de esporas en el aire para este nuevo proyecto. Pero faltaba además conocer el detalle fundamental de la contaminación como factor que incide en los pacientes. La concentración de partículas dañinas en el aire de la ciudad pero también los juegos del viento que empujan sustancias desde cientos de kilómetros de distancia y afectan al aire que se respira aquí y ahora.
Explica la responsable de este proyecto y jefa del Servicio de Alergología del Río Hortega, Alicia Armentia, que «cuando ocurrió el desastre del Prestige, aquel derrame de petróleo en Galicia provocado por el hundimiento del buque en 2002 – afectó a 2000 kilómetros de costa española, francesa y portuguesa– y las balsas de petróleo también contaminaron el aire. Se dispararon entonces las consultas y las urgencias por problemas respiratorios aquí, en Valladolid e ingresamos a 116 personas graves». La incidencia en la atmósfera recoge kilómetros de factores que contribuyen o no al riesgo de contaminación. Así, la aplicación de móvil también contará para determinar riesgos con «los datos diarios de la entrada de aire sahariano cedidos por la red del centro nacional de supercomputación (DUST) que está trabajando con nosotros. Un sistema que con 72 horas de antelación nos envía las corrientes de aire sahariano, caliente y con muchas partículas. También el Ayuntamiento de Valladolid proporciona datos de los agentes contaminantes de su red de control RCCAVA».
La aplicación, explica el ingeniero David Astruga Abad de Biodata Services, toma datos de todas estas fuentes y también los aportados por el propio paciente, su perfil alergénico, su estado basal, valores de flujo espiratorio... y genera una alerta. Además, la app muestra la situación de forma muy clara con cuatro colores, el verde que indica que no hay riesgo, y amarillo, naranja y rojo que suponen diferentes niveles con distintas posibles intervenciones».
Es en definitiva, añade la doctora Armentia, directora también de la Unidad de Asma Difícil con cuyos pacientes comenzará el pilotaje, «un avisador móvil de riesgo biológico y químico ambiental. En realidad, lo que vamos a diseñar es una aplicación clínica de Big Data aplicada a los problemas de salud asociados a los contaminantes y al cambio climático y dar al paciente información precisa para prevenir crisis de asma y otras patologías asociadas».
El proyecto comienza con asma, con casi un centenar de afectados que «tienen muchas recaídas y un problema bronquial muy acusado, son delicados y deben saber qué hacer cuando se les cierne una amenaza de este tipo, es prevención»; pero es extensible a otras muchas enfermedades y no solo respiratorias, «sería útil también en el caso, por ejemplo, de cardiopatías o riesgo de ictus o cáncer».
La experiencia se limita a Valladolid, pero pretende extenderse al resto de Castilla y León, las bases de datos citadas serían comunes para las nueve provincias a excepción de la municipal y depende de cada Ayuntamiento y de su calidad de registro. Los datos se recogerán desde el mes de marzo hasta diciembre; aunque los pacientes ya han examinado el dispositivo y «les gusta mucho, les da seguridad», destaca esta especialista en Alergología.
Tras este periodo de recogida de datos, el Río Hortega y la empresa desarrolladora analizarán los resultados y realizarán una evaluación de la aplicación con vistas a mejorar o corregir si fuera preciso el sistema, el modelo que en principio se realiza con Android es también transportable a iPhone.
En cualquier caso para el paciente será gratuito. Los niveles de alerta que se ofrecerán al usuario serán definidas y documentadas por el Servicio de Alergias del Río Hortega y también la lógica de cambio en las pautas de medicación del usuario serán definidas y documentadas por el mismo; así como la puesta en producción de un servidor de datos que se encargaría de recopilar la información de las fuentes y distribuirla a los usuarios.
100pacientes diagnosticados de asma y con un difícil control participarán en la experiencia piloto; aunque los datos de 23.000 recabados en 34 años configuran la experiencia del Río Hortega.
Investigadores principales: Alicia Armentia Medina: Universidad de Valladolid. Unidad de Alergía del Río Hortega; Delia Fernández González: Universidad de León. Facultad de Ciencias Biológicas; Antonio María Sáez Aguado: Gerencia Regional de Salud.
Colaboradores: Sara Fernández Cortés; Ángela Moro Simón; Alejandro Sánchez Alonso y Blanca Martín Armentia.
Fuentes de datos: la red RACYL de la Dirección General de Salud Pública de Castilla y León recoge 17 estaciones de la comunidad la carga de polen y lo hará también de esporas. La red de centro nacional de supercomputación (DUST) informa sobre las masas de aire africanas y el Ayuntamiento de Valladolid proporciona datos de los agentes contaminantes de su red de control RCCAVA.
Datos del paciente: clasificación de la gravedad del paciente con datos de medicación habitual, síntomas, limitación de la actividad, exacerbaciones y de una autoevaluación del afectado, entre otros datos.
Niveles de alerta: se establecen cuatro: verde, amarillo, naranja y rojo y las medidas a adoptar por el enfermo según el riesgo.
Y ¿qué medidas adoptará la persona con asma –u otras enfermedades en el futuro– cuando haya una alerta de alérgenos o contaminación, o ambas? Pues si tiene que salir a la calle, y no puede evitarlo, deberá llevar gafas y mascarilla con filtros para polen; no abrir las ventanas del hogar o el coche, no tumbarse en la hierba ni cortar el césped, evitar la actividad al aire libre en las primeras y en las últimas horas del día.
Junto a estas medidas de evitación, el sistema Asmalert indica si es verde que el paciente siga con su autocontrol y tratamiento habitual. Si el indicador es amarillo deberá prevenir un empeoramiento con el tipo de fármaco que el médico le haya indicado previamente; si es naranja y nota la crisis debe duplicar la dosis inhalada habitualmente y si tiene tos añadir cuatro 'puff' de su inhalador. Si mejora debe solo observarse y no hacer ejercicio y, de no ser así, tendrá que repetir el tratamiento cada cuatro horas.
Por último, el rojo marca una situación realmente de alerta y tendrá que duplicar la medicación inhalada habitual; si hay tos repetir a las seis horas y añadir determinado fármaco cada 24 y si no mejora acudir a urgencias o llamar al 112.
Las bacterias transportadas por el aire, esporas de hongos, polen y otras biopartículas son esenciales para la reproducción y propagación de organismos a través de diversos ecosistemas y pueden causar o amplificar enfermedades en humanos, animales y vegetales. Esta investigación del Río Hortega, que reúne expertos de diferentes campos (biólogos, químicos, físicos, ingenieros, meteorólogos y especialistas de medio ambiente), busca también estudiar «en profundidad de los aerosoles biológicos pues juegan un papel vital en las interacciones entre la atmósfera, biosfera, clima y salud pública».
Con esta propuesta de trabajo, «pretendemos lograr nuevos medios de prevención de patología tras conocer la concentración de bioaerosoles y sus interacciones. La aparición de aerosoles de polen y esporas, muy abundantes en la atmósfera de Castilla y León, está asociada a las siegas y recolección de cereales, vinicultura y a las recidivas de asma grave, y aún no están bien estudiados», explica la doctora Armentia. Esta especialista destaca también «la oportunidad de establecer redes de estudio de riesgo climático nacionales e internacionales y de la replicabilidad de nuestra propuesta en otras comunidades».
Más de la mitad de las personas con asma no alcanzan un buen control y, el 5% de estos afectados, unos 1.675 en Valladolid –según datos de los tratados en centros públicos–, sufren importantes crisis. Para controlar mejor la calidad de vida de estos niños y adultos, el Río Hortega puso en marcha una Unidad de Asma Difícil que comenzó a funcionar hace dos años. No es la primera vez que este servicio apuesta por las nuevas tecnologías. Desde finales de 2019 ya controla las urgencias de sus pacientes con telemedicina. El paciente tiene una aplicación de móvil que emite sus datos.
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