Dos agentes de la Policía Científica toman fotografías del rastro de sangre dejado por el herido, imagen derecha. J. Sanz

El hombre tiroteado en Valladolid protegía a una toxicómana del acoso vecinal

Según todos los indicios, la casualidad quiso que Bouba, un inmigrante de 43 años, pasara ante el portal del piso okupado de Pajarillos camino de su domicilio

J. Sanz

Valladolid

Miércoles, 4 de agosto 2021, 07:17

La investigación del tiroteo registrado a media tarde del martes a las puertas de un desvencijado bloque de viviendas de la barriada del 29 de Octubre apunta ya de manera clara a que los hechos ocurrieron en el marco de una disputa vecinal entre ... un grupo de residentes que, al parecer, acosaron a una mujer toxicómana que frecuenta la vivienda ocupada por un grupo de indigentes, en su mayoría de origen senegalés, en el primer piso del número 18 de la calle Zorzal, a la salida del túnel de Vadillos, a la que acuden habitualmente «decenas de personas» para consumir estupefacientes lejos de miradas indiscretas.

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El caso es que la víctima, Bouba, un inmigrante de 43 años, también de origen senegalés y que trabajó durante años como cooperante (con Cuarto Mundo) antes de recalar en España, conoce a muchos de los inquilinos y, según todos los indicios, la casualidad quiso que esa tarde pasara ante el portal camino de su domicilio, en el mismo barrio, y que saliera a defender a la mujer del acoso de un grupo de vecinos. Fuentes policiales confirmaron que la investigación apunta en este sentido, de acuerdo con las declaraciones de los testigos, y apuntaron que en la trifulca hubo varios implicados y un solo tirador, que sacó una escopeta con la que efectuó varios disparos a las puertas del inmueble de Zorzal. Bouba recibió varios perdigonazos en la barbilla, el hombro y en el abdomen. Su estado es grave y continúa ingresado en el Río Hortega, ahora en la unidad de reanimación después de ser intervenido quirúrgicamente en la tarde de los hechos, si bien las fuentes consultados aseguraron que «está fuera de peligro» y su evolución es «favorable».

«Ánimos caldeados»

Los agentes cuentan ya con una descripción de los participantes en la agresión y buscan al autor material y al resto de implicados en el entorno del mismo barrio. Ahora esperan la recuperación del lesionado para poder tomarle declaración y confirmar la secuencia de los hechos antes la escasa, por no decir nula, colaboración del resto de residentes y posibles testigos del tiroteo en una barriada en la que por ahora está imperando la ley del silencio.

«Los ánimos están muy caldeados en ese bloque a cuenta de la situación del piso en el que viven refugiados muchos indigentes, en su mayoría de origen senegalés, que ocupan esa vivienda desde hace seis o siete años y en la que han tenido ya muchas trifulcas por las goteras procedentes del primer piso -el ocupado- y por el continuo trasiego de personas que pasan por allí», explican fuentes policiales. Los agentes, en principio, vinculan el piso al consumo de estupefacientes más que a su posible venta. Uno de sus moradores, Yirim, también de origen senegalés, ya recibió dos disparos en la madrugada del 22 de febrero en la calle Villabáñez, una perpendicular a Zorzal. En aquel caso fueron efectuados desde un coche y con una pistola de un calibre pequeño en plena vía pública. Los autores nunca fueron identificados. Él sufrió lesiones graves -fue alcanzado en una mano y en el costado izquierdo-, pero pudo recuperarse y aún reside en el piso.

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El perfil de la víctima del tiroteo del martes, sin embargo, es muy diferente. Bouba recaló en España hace seis años para buscarse la vida aquí de la mano de una entidad benéfica con la que él mismo trabajó como educador durante tres años en una barriada muy humilde en la periferia de Dakar, la capital de su país natal. «Vino a Valladolid y tuvo que irse unos años encadenando varios trabajos -de pastor, obrero de la construcción, en la poda de viñedos...-, pero ahora las cosas le estaban yendo muy bien», explican fuentes de la entidad con la que colabora. Tanto es así que el cooperante había regularizado su situación hace más de un año y cuenta en la actualidad con un contrato de trabajo estable en una granja que le permitió iniciar los trámites para comenzar a tramitar la reagrupación familiar de dos de sus cinco hijos. Estos viven en su país con su madre.

«Tiene un sueldo digno, tenía previsto dejar de compartir vivienda -reside en Pajarillos con dos compañeros de piso- y traer a dos de sus hijos legalmente a la espera de poder reunirse posteriormente con su mujer y sus otros tres hijos, a los que lleva sin ver desde su llegada a España», indicaron antes de lamentar que lo ocurrido podría «truncar todos sus planes».

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«No se arruga»

Su condición de cooperante y su amistad con Yirim, un compatriota al que ya conocía de su país y al que «las cosas no le van especialmente bien», le llevaron a relacionarse con los inquilinos del piso ocupado de la calle Zorzal. «Es una buena persona, ha trabajado en sitios muy duros, conoce este mundo y su intención era intentar ayudar en lo posible», insisten desde su entorno. Así que el martes por la tarde, cuando regresaba a su domicilio después de comer a unos amigos, pasó con su bicicleta por el portal del bloque situado en la esquina con la calle Villabáñez y los testigos apuntan a que presenció la disputa de un grupo de vecinos con una mujer toxicómana, en su caso española. «Parece que intentó mediar con ella al ver que un grupo numeroso el que se estaba metiendo con la mujer», confirman las fuentes consultadas. Los testigos afirman que los agresores le conminaron a apartarse.

Pero Buba, explican en su entorno, «no es un hombre que se arrugue». Y no lo hizo. Sea como fuere, uno de los implicados sacó a relucir una escopeta de caza y acabó disparando hacia Buba. «Es difícil saber si quisieron matarle o solo asustarle», apuntan fuentes de la investigación. El caso es que las postas le alcanzaron en tres puntos, algunos de ellos vitales si se tiene en cuenta que los impactos le destrozaron parte de la barbilla (en la cabeza), le alcanzaron en el abdomen (en el estómago) y en un hombro. La refriega tuvo lugar entre el portal del número 18 y el corredor peatonal situado justo delante. Allí situaron los agentes los primeros restos de la sangre de la víctima.

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La víctima, conforme al reguero localizado por los agentes, que marcaron trece puntos para seguir su rastro, pudo recibir los perdigonazos ante la entrada, luego intentó refugiarse en el portal y posteriormente huyó por la calle Zorzal y la plazoleta de Canario para continuar por Águila antes de desplomarse en la esquina de Faisán. Un recorrido de 150 metros lineales. En el cruce de Águila con Faisán fue finalmente atendido, estabilizado y evacuado en ambulancia al Río Hortega, donde continúa ingresado y evoluciona favorablemente de sus lesiones. Tanto es así que ayer mismo tenían previsto pasarle a planta.

Poca colaboración

Los agentes, a su llegada, se encontraron con que 'alguien' había fregado, incluso, los restos de sangre del portal y con poca colaboración entre los presentes. Unos por miedo y otros por si acaso. El caso es que sí cuentan con la descripción de los posibles implicados y continúan con las pesquisas para su plena identificación, según todos los indicios, en el entorno del 29 de Octubre.

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