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Tantos días recluidos, encerrados por el confinamiento, llevaron a Beatriz Quintana, experta en economía circular, participante en los programas CREA del Ayuntamiento, a preguntarse cómo ... adoptar en casa medidas particulares que contribuyan a mejorar el medio ambiente y ahorrar recursos. ¿Qué productos tenemos? ¿Qué residuos generamos? ¿Cómo ahorrar en lo que compramos? De esa reflexión nació (hogarcircular.org), una iniciativa para «generar una economía regenerativa y equitativa en el mundo a través de metodologías de economía circular aplicadas al hogar».
–Han sido muchas horas encerrados en casa...
–Y muchos hemos pensado: 'Por fin tengo tiempo para dedicarlo al hogar'. Hay personas que se han dado cuenta de que necesitaban organizarla y ordenarla para disfrutarla más. O han descubierto que generan muchos residuos y que no saben muy bien cómo reducirlos. La cuarentena ha servido también para pararse a pensar. Observamos para criticar, pero no para reflexionar y mucho menos para cambiar.
–¿Esta puede ser una oportunidad para cambiar la relación que mantenemos con nuestra casa?
–Estamos entrando en la era del hogar planetario, del hogar cicular. El planeta es nuestra casa y el hogar es el reflejo del planeta. Lo macro y lo micro están directamente relacionados. Los hogares son las células del planeta. Si quieres saber cómo está el mundo, observa lo que ocurre en los hogares. La cuarentena nos ha recordado que hay que cuidarlo.
–¿Y qué ocurre?
–El primer sector económico es la familia y es a su vez es el más olvidado. De hecho, la misma palabra economía proviene del griego oikos (casa) y nomos (reglas o normas): arte de la administración de la casa o economía doméstica. ¿Cómo vamos a gestionar los recursos del mundo si todavía no hemos aprendido a gestionar los de nuestro propio hogar? ¿Quién sabe cuánto dinero gasta en comida? ¿Cuánto en el coche? Hablo de cifras anuales. Una casa hay que entenderla, en cierta medida, como una empresa con sus flujos de entrada y salida. Y aquí, en el hogar, podemos generar una economía regenerativa y equitativa en el mundo.
–Durante el confinamiento ha tenido usted la idea de ofrecer clases con claves para gestionar mejor el hogar.
–La idea surgió de mi pasión por la economía circular. Hay que analizar nuestras decisiones de compra y de consumo y saber cuántas se toman de manera inconsciente o motivadas por agentes externos, no por nosotras mismas. Este hecho se traslada a cualquier ámbito de nuestra vida, desde las pequeñas compras a las decisiones importantes, como puede ser el trabajo o la adquisición de una casa.
–Hay que poner ejemplos.
–Pensemos en la alimentación. Se puede entender como un gasto en comida o como una inversión en salud. Yo me decanto más por la segunda. Buscar alimentos ecológicos, de cercanía y poco envasados. Establecer un criterio de compra al adquirir cualquier producto que vaya a entrar al hogar y más si va a convertirse en energía para el cuerpo y la mente.
–Vayamos cuarto por cuarto. ¿Qué podemos mejorar en nuestros baños para colaborar con el medio ambiente?
–El ser humano y el planeta tienen porcentajes de agua muy similares, un 70% aproxidamente. Si somos conscientes de la necesidad que tenemos de agua, ¿por qué la contaminamos? Por el desagüe se van un montón de productos tóxicos, que no son nada beneficiosos ni para nosotras mismas ni para el medio ambiente. Además, nuestra casa no tiene que ser un espacio aséptico. Desde que hemos declarado la guerra a las bacterias, enfermamos más, al generar cambios bruscos entre el interior de los hogares y el exterior, que es más rico en microvida. Limpiar es quitar la suciedad, no desinfectar como si fuésemos a operar de urgencia en la casa.
–¿En el salón?
–¿Cuántos libros tenemos en las estanterías? Todo aquello que almacenamos son recursos que estamos robando a la tierra. Hay que ponerlos en circulación para que otras personas se beneficien. Aquello que está en movimiento es lo que tiene vida; lo que está estancado, está condenado a morir. Si no, prueba a cerrar una casa durante cinco años y verás cómo se deteriora más de la falta de uso, que si hubiera estado en uso.
–Dormitorios...
–Fíjate en los armarios. La ropa es la segunda industria más contaminante después del petróleo. Asustan las cifras de la cantidad de ropa que se tira y los impactos que genera tanto en la salud humana como en la planetaria, que al fin y al cabo, son lo mismo. Hay que conocer la historia de los productos para tomar buenas decisiones de compra. Ahora el consumidor puede transformar su dinero en política, cada euro gastado es un euro invertido en el tipo de economía en la que crees. Analiza dónde gastas o inviertes tu dinero y será un reflejo del mundo que estás construyendo. Ya no valen excusas, hacer el bien está al alcance de cualquiera.
–¿Cuáles son los grandes enemigos de ese hogar circular?
–La inercia de los hábitos adquiridos, las creencias limitantes (el «no me lo puedo permitir») y las prioridades. Si vivimos únicamente con decisiones a corto plazo, ¿cómo vamos a saber en qué dirección vamos? Es importante marcarse prioridades corto-medio-largo plazo para ser protagonistas de la historia de nuestra vida y no actores secundarios, que es tremendamente aburrido.
–¿Qué beneficios obtendremos?
–Los objetos tienen historia y entran a formar parte de nuestro microcosmos personal. Si identificas para qué quieres comprar un objeto o producto o al contrario, por qué quieres acumularlo aunque no lo uses, te estarás dando información privilegiada sobre ti y podrás decidir qué hacer con esa información, si actualizarla o almacenarla y por qué motivo. Asimismo, te mostrará, como un espejo, cuáles son o han sido tus valores predominantes a la hora de tomar decisiones, porque, como hago una cosa, así lo hago todo.
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