La hermana del vecino conflictivo de la calle Pato: «Tras luchar por él toda la vida tiramos la toalla»

«De niño nada llamaba la atención en él, pero al cumplir los doce años nos dimos cuenta de que algo no iba bien, que tenía un comportamiento extraño y entonces empezaron las mentiras y los episodios agresivos», explica una de las hermanas del conflictivo vecino del número 3 de la calle Pato de Valladolid que cuenta «el sufrimiento» que ha causado «durante toda su vida (ahora el hombre tiene 60 años)» también a su familia.

La mujer ha accedido a contar su historia a El Norte de Castilla sin tapujos, pero quiere mantener en todo momento su anonimato, también quiere proteger la identidad de sus tres hermanos y de su madre –que vive en una residencia desde hace cuatro años–. Se criaron en la provincia de Segovia y hace más de cincuenta años se mudaron al número 3 de la calle Pato, en el barrio de Pajarillos, «pero con el paso de los años cada uno ha ido haciendo su vida».

La adolescencia del vecino que fue arrestado el pasado 8 de junio por, presuntamente, provocar por tercera vez un incendio en su vivienda «no fue normal y nunca lo ha sido, porque nos mentía constantemente. Con 12 años nos dijo que no le pagaban en su trabajo y luego descubrimos que, en realidad, se gastaba el dinero en las cartas. Le llevamos al psicólogo pero no sirvió de nada porque se mostraba agresivo y amenazante con cualquiera que le llevase la contraria, también en casa», explica la hermana.

«No se le daba mal la hostelería ni la cocina, pero con 18 años empezó a coquetear con las drogas y la adicción desde entonces le ha acompañado toda la vida», asegura. «Mi marido y yo hemos hecho lo indecible porque siguiera el buen camino, incluso le ofrecimos trabajo en la empresa de electricidad pero también allí causó problemas, le llevamos a varios centros de desintoxicación en Valladolid, pero todo lo que hemos luchado por él no ha sido suficiente. No sabes lo duro que es cuando te toca vivir algo así», lamenta la mujer.

Se enteró de que su hermano -el menor de los cinco- empezaba a acumular basura y a generar problemas de convivencia graves gracias a los vecinos. Pero ahora que su hermano está ingresado hace un llamamiento, «pido a la administración que nos ayude, que al menos me digan dónde está, que alguien se ponga en contacto conmigo porque, a pesar de todo, es mi hermano», implora la mujer, cuya angustia por la situación es más que evidente.

No tiene contacto con él desde septiembre del año pasado, casi al mismo tiempo que según cuenta «le diagnosticaron esquizofrenia y al cambiar de tratamiento se ha puesto peor», explica. «Siempre ha ido dando tumbos por la vida, es una pena vivir una situación así desde que tienes memoria».

Su hermana pide también que las autoridades le digan qué pasos hay que seguir ahora que su hermano está ingresado. «He llamado al Ayuntamiento y a la Policía pero he recibido bofetada tras bofetada, solo quiero saber qué pasos tengo que seguir en este caso para hacerlo bien y de forma legal y poder entrar en la casa que está a nombre de mi madre».

Por eso, reitera su apoyo a los vecinos y no entiende cómo la limpieza del piso puede llevar meses, «por Dios que se agilice el proceso y que atiendan a mi hermano. Nosotros ya hemos tirado la toalla después de luchar por él toda la vida», finaliza.

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