Fueron días difíciles y semanas de angustia que derivaron en la confesión de Tony Alexander King ante la Guardia Civil de ser el autor de las muertes de Sonia Carabantes y Rocío Wanninkhof. Así lo recogía El Norte de Castilla en su edición del 21 de septiembre de 2003 titulando en su primera página con esa confesión.
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Según el rotativo, el sospechoso «dio en su declaración numerosos detalles sobre los dos crímenes y aseguró a los agentes que actuó en solitario en ambos, circunstancia que, de confirmarse, podría suponer la definitiva exculpación de Dolores Vázquez, la única acusada, cuatro años después, del crimen de Mijas«.
La Guardia Civil detuvo a otro británico, R. G. de 39 años, íntimo amigo y compañero de fiestas de King, acusado de encubrimiento al menos en la muerte de la joven de Coín.
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Ese mismo domingo, el decano de la prensa diaria española se hacía eco también del aumento de trasplantes en Valladolid que había dejado sin excedentes los bancos de sangre de la capital.
El personaje del día era un jovencísimo Jorge Lorenzo, que con solo 16 años consiguió su primera victoria en el Gran Premio de Brasil
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