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El gigantesco reloj de sol que da la hora en La RondillaEn estos días de nubes y lluvia, de largas noches y cielos grises, hay un rayito de sol que brilla con especial intensidad en el barrio de La Rondilla. Lo hace sobre una de las paredes de la calle Cardenal Torquemada. En el bloque del ... número 4. En un muro que desde hace unas semanas exhibe un gigantesco y artístico reloj de sol. El curioso que por allí se acerque podrá, si es de día y la luz favorable, saber qué hora es sin necesidad de echar un vistazo al móvil o su muñeca. Bastará con seguir la sombra proyectada en el reloj de sol que J. Demsky (Elche, 1979) ha diseñado para el Ephemera Festival, cita organizada por Creart, el proyecto de cooperación cultural europeo liderado por la Fundación Municipal de Cultura.
El proyecto se llama 'Tiempo elástico'. «Siempre intento hablar en mi obra del espacio-tiempo. Es una lucha interna para entender o asimilar algo que probablemente ni exista», explica J. Demsky, quien introduce, «aunque no lo parezca», estas coordenadas en su trabajo. «Vivimos en un momento donde todo avanza disparado, donde cada vez es más difícil parar, mirar alrededor, estar presente», cuenta la organización en la descripción de este proyecto, que ofrece una reflexión sobre el tiempo desde un punto de vista artístico.
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Pero también funcional. «Siempre he tenido dificultad para entender la ubicación del sol. Y es necesario. Al principio, me costó entender todos los parámetros, pero tuvimos buena ayuda», cuenta J. Demsky, quien intervino con spray y pintura plástica en una pared de quince metros de alto por siete de ancho. Con tres colores básicos (rojo, verde y azul), el artista ha decorado una pared en la que el blanco tiene un papel clave para facilitar la visión de la sombra que permite la lectura de la hora. «Son colores con los que me siento bien trabajando. Podrían tener una explicación para mí, pero es algo demasiado personal. Para la vista del espectador, es una paleta reconocible, unos ingredientes con los que me gusta cocinar».
Su ingreso en los fogones del mundo artístico llegó de una forma natural, sin necesidad de pasar por una escuela o academia. «No tengo ningún tipo de formación. Todo lo que he aprendido ha vendido de mi interés, de pintar graffiti en la calle y de la necesidad de explicar nuevos caminos creativos», asegura el artista ilicitano, quien desvela que no le gustaba estudiar. «A finales de los 90, todo me parecía una incógnita. Solo quería salir a pintar en las calles».
Recuerda que su abuelo le enseñó a dibujar. «Fue el mejor regalo que me pudo dar». «Hasta hace relativamente poco no me había parado a pensar mucho sobre qué es el arte y qué me mueve a hacerlo. Todo ha sido muy natural. Y, de hecho, a veces tengo la sensación de que aún no he empezado en esto. Creo que el arte es algo bastante personal, no lo que nos intentan vender. La mejor definición que me he encontrado hasta ahora es de Jodorowsky: 'El arte no es arte si no cura'».
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Rodrigo Jiménez
Su receta para esa inmensa pared de La Rondilla es un reloj de sol que ejecutó en apenas 24 horas, «con un elevador de tijera y la ayuda de mi 'lovely' asistenta». Recuerda que fue un trabajo «bastante agradable», llevado a cabo «con apenas ningún imprevisto», si lo compara con otros, en los que se las ha visto «de todos los colores». Aquí, «la misión fue bastante fácil. Gracias a la organización estaba todo bien planeado». Eso sí, esa ejecución en 24 horas tiene detrás horas de diseño y de trabajo para llegar a realizar un reloj de sol funcional.
«Nos llevamos la sorpresa de que, cuando vimos el muro, había una sombra gigante de un edificio cercano que no habíamos tenido en cuenta». Y que era necesario esquivar. J. Demsky recibió la ayuda de Luis Vadillo, de la Asociación Española Amigos de los Relojes de Sol, y acometieron una revisión del boceto para que la obra pudiera funcionar. Y que el reloj marcara la hora. Unas líneas con números en la pared permiten ver dónde se proyecta la sombra del gnomon, una varilla que, en el caso de este diseño de Cardenal Torquemada, parece salir de una ventana cuadriculada en la parte superior de la fachada. Aunque hay que tener en cuenta que en invierno la hora civil está una hora adelantada a la solar y que en verano son dos horas.
Este mismo colectivo ha elaborado un inventario en el que incluyen otros relojes en Valladolid. Por ejemplo, hay uno en el parque Canterac, otro en la plaza de la Lonja y uno más en la plaza del Circo (en la zona del nuevo hospital).
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