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No puede «más». Está «harta», cansada de no dormir pensando en qué será de ella, en ERTE desde el 14 de marzo, y de su ... marido, en paro desde «unos días después del inicio de la cuarentena». A Tania Medina, vallisoletana de 38 años, camarera de profesión, «esta situación», como se refiere al hecho de no ingresar la cuantía correspondiente por el expediente regulador, autorizado desde la última semana de marzo, le está «matando». Le roba el sueño. Dice que desde hace más de dos meses no duerme más de tres horas al día. Se pasa las noches en vela, pensando en cómo pedir a familiares y amigos «algo de dinero» que, añadido a los 426 euros de subsidio que percibe su pareja, les permita pagar la hipoteca, un préstamo personal y llenar la nevera «de productos muy básicos, nada de caprichos». «Es duro, te tienes que buscar la vida para que la gente te deje cosas y poder vivir. ¿Cómo voy a coger el sueño si no sé siquiera si voy a cobrar en junio? No tengo ni la esperanza; es un dinero que no doy por perdido, pero casi», lamenta. «Para comer tengo, pero en cuanto cobre voy a tener que devolver todo lo que me han prestado y me voy a quedar en las mismas», continúa.
No quiere «lujos». Tan solo percibir el montante que le corresponde y «poder devolver todo lo que me han prestado». Luego, afirma, «ya habrá tiempo de empezar de cero». De volver a la casilla de salida, aunque con planes de vida completamente diferentes a los que este matrimonio planteaba. «Nadie se esperaba que fuera a pasar esto, pero es que te rompe todo. Sí que me gustaría tener hijos, lo habíamos hablado, pero si antes del coronavirus la situación no era la mejor, porque mi marido trabaja cuando le llaman, pues ahora menos», asevera con la voz resquebrajada.
La emergencia sanitaria ha empujado a esta vallisoletana a una rutina de la que, reconoce, desconoce cómo saldrá. Compartir en grupos de Facebook su situación y aconsejar a quienes padecen problemas similares copa «casi todo» su tiempo. «Me paso el día comiéndome la cabeza, llorando y mirando grupos de esta red social», comenta. Es en ese momento, al comprobar las «auténticas penurias» que está sufriendo «tanta gente», cuando, a pesar de todo, su cabeza hace 'clic'. «Hay gente que está muchísimo peor, que no tiene ni un plato de arroz que dar a sus hijos, y ahí digo: 'Deja de quejarte, que hay gente que lo está pasando verdaderamente mal'. No hay nada peor que no poder dar de comer a tus hijos», incide Medina.
Asimismo, no entiende cómo, «con la que está cayendo», hay quienes están «pensando en irse de vacaciones». «Hay quienes se lo puedan permitir y están en todo su derecho; ellos piensan en planificar sus vacaciones y yo me conformo con llegar a fin de mes y poder pagar las facturas», añade.
Tania Medina está «mentalmente agotada». A la preocupación por no cobrar el ERTE se suma la «incertidumbre» por no saber si volverá a servir cervezas tras la barra de un bar. «Cada día veo más complicado el volver. Tengo la esperanza, pero ahora mismo, según está la hostelería, entiendo que mi jefe pueda hacerlo solo, porque con el 50% de la terraza ya me dirás», valora. «Veo el futuro muy negro; me dicen que soy muy negativa, pero es que no lo veo bien. Nada más hay que poner la tele para ver que hay gente que está pidiendo a entidades sociales para poder comer, cuando antes tenían una vida más o menos normal, que puede tocarnos a cualquiera».
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