Lourdes Gómez Cuervo, alcaldesa de Vega de Valdetronco

«¿Quién iba a pensar que por ir a un entierro ganaríamos 10 millones de pesetas?»

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Lourdes y su marido ganaron 10 millones de pesetas (60.000 euros), una cifra que les permitió hacerse una casa en un terreno que ya tenían y comprarse algún que otro capricho. «Hace 40 años, con 10 millones podías hacer muchas cosas. Ahora, el dinero no cundiría igual», reflexiona Lourdes a quien le encanta jugar a la lotería, especialmente desde que ganó el Gordo. «La suerte nunca sabes donde la vas a encontrar. ¿Quién iba a pensar que por ir a un entierro ganaríamos 10 millones de pesetas? Todos los años compro un décimo del 50.076 con la esperanza de que vuelva a tocar. Siempre le pongo perejil fresco a San Pancracio y le pongo mirando hacia la puerta de casa, porque nunca se sabe», concluye entre risas la alcaldesa de Vega.

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«Recuerdo sentir una emoción enorme. Ya sabía que nos había tocado pero todavía no me lo terminaba de creer. Es una alegría inmensa. Todo el mundo debería ganar una vez en la vida la lotería para saber lo que se siente», relata Carmina Higuera, vecina de Velilla de 83 años. Ella había comprado 4 participaciones del número agraciado en la tienda de alimentación de Baltasar en Tordesillas. «Me avisó mi cuñado Antonio. Llegué a casa y resultó ser verdad. No nos compramos nada especial. Fue una alegría muy grande, pero no ha sido la más importante de mi vida. Hay otras cosas más importantes, como el nacimiento de los hijos. Sin la lotería se puede vivir. Sin otras cosas no», afirma Carmina.

Su vecina Angelines Díez recuerda haberlo vivido de forma muy tranquila y comedida, ya que en aquel momento se encontraban de luto por el fallecimiento repentino de su padre. Ella había comprado tres participaciones, una de las cuales, se la regaló a su tía. «Estábamos de matanza. Mi madre vino a avisarnos de que había habido un accidente porque había mucha bulla en la carretera, pero lo que pasaba es que había corrillos comentando que había tocado el Gordo. Fue mi cuñada la que nos informó. En ese momento no sentí nada, no supe reaccionar. No expresamos apenas emoción porque nos pilló muy tristes en casa. Tendríamos que haberlo celebrado más, pero seguimos haciendo la matanza como si nada. El único capricho que tuve fue una videoconsola para mi hija», cuenta Angelines