Valladolid
Del funeral de la abuela al retortijón: las excusas para anular una reserva de restauranteValladolid
Del funeral de la abuela al retortijón: las excusas para anular una reserva de restauranteEl fallecimiento de un pariente, sobre todo de una abuela, es, por lo general, una de las excusas más manidas de los vallisoletanos a la hora de justificar una cancelación en un restaurante. «A alguno ya se le ha muerto la misma abuela tres o ... cuatro veces», dicen entre risas algunos hosteleros. Aunque lo cierto es que es algo que no les hace ninguna gracia, porque pretextos como éste, cada día les hace perder muchos euros. «Se creen que nos la cuelan, pero nada de eso», dicen los profesionales del sector, hartos de escuchar siempre las mismas disculpas: clientes que vienen de viaje y van a llegar tarde, reservas en varios locales y que al final se han decantado por otra opción o incluso funerales de gente allegada, que «puede que en algún caso sean verdad», pero que, curiosamente, se repiten de forma demasiado habitual. «Las excusas que nos dan son muy variadas. «Antes era el covid, ahora se ha muerto la abuela, o simplemente nos dicen que han cambiado de planes», se resigna Luis Miguel Vázquez, de La Solana.
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Gonzalo Soriano, del restaurante Niza, podría escribir un libro con la cantidad de pretextos que ha escuchado a la hora de anular, pero para él, «las peores excusas son las que no se dan». Este hostelero, con décadas de experiencia, no da demasiada importancia a la explicación en sí, lo que agradece es que el cliente tenga el detalle de llamar para avisar de una cancelación o un retraso. «Muchos nos dan demasiados detalles que nosotros no necesitamos. Los hay que incluso nos cuentan todo el cuadro clínico de su familiar y cosas muy personales. Los hosteleros no necesitamos una excusa. Lo que necesitamos es que tengan la deferencia de llamar para avisarnos de que no se van a presentar», dice. De la misma opinión se muestra su hermano Mario, gerente del restaurante Eh Voilà!, quien asegura que a los clientes que llaman «se les perdona todo». «A los que nos toca llamar porque no dan ninguna señal, nos dicen de todo. Muchos nos aseguran que sí que han llamado, pero que han hablado con otro compañero, cuando sabemos a ciencia cierta que no es así. Lo peor es cuando nos contestan con mala educación y no muestran ningún respeto por nuestro trabajo», cuenta Mario.
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En época de pandemia la «excusa fácil» era la covid. Álvar Hinojal, del Restaurante Alquimia, explica con ironía que «todo el mundo lo pillaba en el último momento». En su caso, muchos se han justificado por «roturas de pierna, olvidos y todo tipo de enfermedades». También hay fallos humanos. «Hace poco un cliente nos reservó desde el extranjero. Como no se presentó, le enviamos un correo. Enseguida nos contestó y nos explicó que estaba en Valladolid (México) de vacaciones y que pensaba que era allí donde había reservado, y no en Valladolid (España). Obviamente, comprendimos que se trataba de un error y no le cobramos nada», subraya.
David Herreras, del restaurante Pedro Olivar, afirma que también hay algunas excusas muy escatológicas. «Un chico, el día de San Valentín, nos dijo que le había dado un retortijón cuando salía de casa y… que anulaba… por si las moscas», comenta entre risas, aunque se ríe por no llorar. «Está a la orden del día. Es raro el sábado noche que no te falla una mesa. Últimamente, la tónica dominante es que un grupo haga varias reservas en distintos restaurantes. Los hay que se acuerdan de anular y los que no y cuando les llamas, escuchas al otro lado del teléfono bullicio y eso es porque están en otro local. Desgraciadamente, esto va en aumento», prosigue.
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José Antonio Amaro, del restaurante Mexicano Elote, todavía recuerda cuando un cliente conocido suyo le llamó para anular una mesa. «Me dijo que su abuela había fallecido y resulta que cuando salí del restaurante me lo encontré justo de frente disfrazado de cura con otro amigo. Por los adornos que llevaba en la cabeza, claramente estaba de despedida de soltero», subraya.
Sara Vielba, del Caballo de Troya, está habituada a escuchar frases como éstas: «Nos ha surgido un problema», «un amigo se ha puesto malo», «pensé que la reserva era para mañana…» y muchos que ya directamente no cogen ni el teléfono. «Es increíble. Muchas veces nos reservan para grandes grupos y se presentan la mitad de los comensales. Nosotros ya avisamos que si no nos lo comunican con 24 horas de antelación, cobramos la totalidad de los cubiertos», concluye esta hostelera.
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