Secciones
Servicios
Destacamos
Doce horas después del desastre, sobre las 11:00 horas, las calles de Valladolid aparentaban esa calma que llega siempre después de la tormenta. Calzadas embarradas, vehículos salpicados por innumerables gotas y efectivos de los Bomberos desplegados por diversos puntos de la ciudad daban ... muestra de lo «dura», como coinciden los nombres que comparecen bajo estas líneas, que había sido la noche anterior. Interminable para muchos. Porque la intensa tromba de agua que anegó calles, locales y garajes dejó un reguero de importantes desperfectos en diferentes negocios de la capital vallisoletana.
Noticias relacionadas
Víctor Vela
Víctor Vela
Algunos, como la coctelería El Niño Perdido, de hecho, no saben cuándo podrán reabrir. Este sábado por la tarde aún estaban contabilizando los daños causados por una tormenta que les obligó a desalojar el bar. «El local estaba abierto, nos pilló en medio del servicio y nos tocó desalojar a los clientes por seguridad; es como la cuarta vez que nos pasa, estamos en una calle (Esgueva) abocada a la inundación cada vez que cae una tormenta como la del viernes», afirma el bar manager, Juan Valls, resignado por una «potente» tromba que les «saldrá cara». «Esto pasó como a las once de la noche y no pudimos irnos hasta las seis de la mañana. Luego nos volvimos a las ocho y hemos seguido con el proceso y aún no hemos terminado», admite.
Emilio Martín
Restaurante Suite 22
Julio Fernández
Morenalia Solarium
Juan Valls
Coctelería El Niño Perdido
Recuerda con incredulidad cómo «había más de un metro de agua» dentro de su negocio hostelero. Intenta contabilizar los deterioros ocasionados, pero reconoce que es algo que todavía no tiene «claro». «Es un destrozo. Aparte del mobiliario, gran parte de la maquinaria, las cámaras tienen los motores abajo... Todo eso habrá que cambiarlo, además de cristalería, porque se ha mojado y lógicamente hay que renovarlo».
Donde corrieron mejor suerte fue en la librería Re-Read, en la calle Angustias. Se esperaban lo peor, pero las bombas de achique funcionaron a la perfección y tan solo han perdido «unos pocos libros».
El día de después en Morenalia Solarium, en la calle Pelota, fue desolador, además de desagradable. Al agua acumulada en el suelo «hinchado» («había unos veinte centímetros», dice) hubo que añadir que las bajantes del bloque se atascaron y llenaron el negocio de toallitas empapadas de aguas fecales. «Hemos retirado más de veinte kilos», revela su dueño, Julio Fernández, quien comenta que en los veinte años que llevan en esa ubicación «jamás habíamos tenido un atasco de esta índole».
Una situación similar se vivió en el restaurante Suite 22, cuyos trabajadores se afanaban este sábado en adecuar el local para tratar de recuperar la normalidad lo antes posible. «Empezó a entrar agua por la puerta de la cocina, que da a la calle, y a los pocos segundos estaba todo colapsado», asegura su propietario, el chef Emilio Martín, quien relata cómo tuvo que decir a la clientela –había 24 comensales en ese momento– que debían abandonar el local porque en cuestión de segundos iba a inundarse.
«Fue terminar de hablar y comenzar a salir agua por todas partes. Salimos todos de allí enseguida, solo entramos a lo básico, a apagar los fuegos y hornos», rememora, al tiempo que señala que aunque ya han limpiado el restaurante, deberán esperar a que se seque el suelo para cuantificar los daños. «Es un desastre, tenemos los servicios mínimos de seguridad; hay que esperar a que se seque, porque la luz va por el suelo», apostilla, mientras agradece a los clientes la comprensión. «Hemos intentado colocar las reservas que teníamos, muchas desde hace más de un mes, en restaurantes de otros compañeros», concluye.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.