Valladolid
Un fraile treintañero, físico, violinista e instagramerValladolid
Un fraile treintañero, físico, violinista e instagramerEntre partituras y ecuaciones. Entre 'likes' y 'avemarías'. Así se desarrolla la vida de Bernardo Sastre Zamora (Valladolid, 1993), un polifacético joven de 30 años cuyas inquietudes abrazan mundos tan distintos como las ciencias, la música, las redes sociales y la espiritualidad. Él es físico, ... violinista, instagramer, fraile dominico y muchas cosas más. Todo un hombre del renacimiento en la era digital.
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Bernardo descubrió su amor por la música a muy temprana edad. Hijo de abogado y filóloga clásica, con apenas 7 años, sus dedos ya se deslizaban con cierta soltura por las cuerdas de su violín. Al llegar a la facultad, la Joven Orquesta de la Universidad (JOUVa) se convirtió en su hogar, y cada nota que tocaba, en una pincelada en su alma. Este amor por la música barroca, especialmente de Bach o de Haendel, no fue solo un pasatiempo, sino una fuente inagotable de inspiración que hoy en día le sigue acompañando. «Expresarte a través de un violín te da cierta sensibilidad, y eso creo que fue lo que hizo crecer mi vocación por Dios», comenta.
No obstante, Bernardo nunca se conformó con devorar acordes y partituras. Su insaciable curiosidad y hambre de conocimiento lo llevó a querer adentrarse en el mundo de la física, una materia que también le fascinaba. Estudió el grado de Física en la UVA y desde el primer curso y la primera asignatura, las leyes que rigen el cosmos se convirtieron en su nueva partitura, en la cual encontró la armonía que siempre había buscado en su vida. «La ciencia siempre me ha interesado. Pone en diálogo nuestra mente y nuestra vida intelectual con la realidad. Me parece muy sorprendente que podamos conocer la naturaleza a través de leyes. El hecho de descubrir en la naturaleza cosas que tengan sentido para mí es una forma de buscar la verdad y eso se conecta también con el carisma de los dominicos, del amor y la búsqueda incansable de la verdad de las cosas», indica.
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Cuenta que la vocación le llegó en diciembre del 2014, mientras tocaba en la JOUVa y estaba a punto de finalizar sus estudios de Física. Fue entonces cuando descubrió que Dios le hablaba a través de la música. En cada partitura encontraba una manera única de expresar su espiritualidad y conectarse con lo divino. Siempre había creído en Dios, pero nunca lo había experimentado tan clara y cercanamente. La música de orquesta fue el canal a través del cual podía expresar sus sentimientos más profundos y elevar su espíritu. «Dios me hablaba, sobre todo, a través de la música orquestal. Es como una experiencia que trasciende. Tocar solo está muy bien y me aporta mucho. Pero tocar en grupo es como construir algo que te supera. Eso también es comparable a la Iglesia, donde cada uno de nosotros tenemos nuestra función. Igual que los músicos, cada uno hacemos lo mejor posible para construir algo en común, que sería la fraternidad, el Reino, y así seguir humanizando nuestra sociedad».
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Su familia siempre tuvo relación con los dominicos del convento de San Pablo y San Gregorio. Hasta recibir la llamada, la Iglesia siempre había formado parte de su vida como complemento, pero entonces pasó a ser el centro de todo. «Dios me estaba llamando para ser fraile dominico. Hablé con algunos hermanos, también amigos de mi familia y en 2016 me animé a entrar en el Prenoviciado de la Provincia de Hispania (del Convento del Santo Cristo del Olivar, en Madrid), donde seguí afianzando mi vocación. Al año siguiente hice mi noviciado en el convento de Santo Tomás de Sevilla, cuyo inicio estuvo marcado por la apasionante toma del hábito», recuerda.
Bernardo siguió formándose en Teología y participando en proyectos apostólicos. Estudió en la Facultad de Teología de San Vicente Ferrer y vivió en el Real Convento de los Predicadores de Valencia. Continuó sus estudios en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino en Roma. El primer curso del Máster en Teología lo hizo en Lovaina (Bélgica) y el segundo curso lo está haciendo en Salamanca. Actualmente está llevando a cabo la tesina. En mayo de 2023 se ordenó diácono. Su vida como fraile dominico le ha proporcionado un equilibrio único entre la reflexión intelectual, la práctica espiritual y el servicio a la sociedad. «Mi meta es seguir siendo feliz y sirviendo a los demás en este camino como fraile, a través del estudio, la música, la liturgia y a través de la labor pastoral. En el futuro próximo recibiré también el don de la ordenación sacerdotal», comenta.
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Poner en encuentro la fe y la razón
Reconoce que, cuando sintió la llamada, él fue el primer sorprendido. Para su familia y amigos también fue algo chocante, aunque luego le vieron todo el sentido. «Siempre me ha gustado la ciencia y el estudio y en el convento encontré una nueva forma de felicidad y un camino que me hace sentirme realizado como persona y que me lleva a ayudar a otros a encontrar y a hacer crecer su vocación», subraya. «Yo me siento pleno. Es verdad que hay pruebas que son muy duras, casi como piedras de tropiezo, pero que sirven para probar que es tu auténtico camino de vida», añade.
Fray Bernardo ha sabido conjugar y poner en encuentro la fe y la razón. «Existe la creencia general de que lo todo lo relacionado con la ciencia es objetivo, mientras que la espiritualidad es más subjetiva, sin embargo, la ciencia tiene también mucho de subjetivo y la religión de objetivo. Einstein hablaba de la fe científica, no sólo de la fe religiosa. Y si nosotros confiamos en la ciencia es, entre otras razones, porque hay una comunidad científica fiable en la que ponemos nuestra esperanza», indica.
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Pero es que, además, este joven fraile predica a través de las redes sociales, concretamente a través de su cuenta en Instagram @curiosidades_academicas. «Lo que intento es dar testimonio de esa unidad entre vida y misión. Comparto imágenes y palabras de esperanza para inspirar y ayudar, y que el contenido sirva como referente cultural y vital para el que lo necesite», comenta Fray Bernardo.
Como cualquier joven de su edad, tiene otros muchos intereses y hobbies. Le gusta salir en bicicleta e ir al cine, sobre todo si se trata de películas de Disney o de ciencia ficción. Y para aquellos jóvenes que crean que pueden estar recibiendo la llamada de Dios, tiene el siguiente consejo: «Que no tengan miedo. Que hablen con nosotros, o con los religiosos, sacerdotes o laicos que consideren, pero que no lo dejen caer en saco roto, porque sería una lástima que se perdieran una vida que merece la pena», concluye Fray Bernardo, quien es el claro ejemplo de cómo las pasiones aparentemente divergentes pueden converger en un propósito más elevado.
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