![De izquierda a derecha, Rufo, Manzanares, Castella y Ricardo del Río, a hombros.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2023/09/10/toros-kXKH-U210125300393d1D-1200x840@El%20Norte.jpg)
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La terna, el ganadero y hasta el mayoral salen a hombros para acabar la feriaSe acabó. La feria taurina de la Virgen de San Lorenzo dijo este domingo adiós con una corrida en la que todo el que podía salir a hombros cató las mieles del éxito. Castella, Manzanares y Rufo salieron por la puerta grande y lo hicieron ... acompañados por el ganadero Ricardo del Río y el mayoral Miguel Ángel Díez tras una buena tarde de toros.
Saludó al primero de la tarde con unas hermosas verónicas con la mano baja para llevar después al toro hacia el caballo al paso, donde recibió un puyazo. Se sentía cómodo el francés con el capote y decidió, de postre, regalar al tendido un buen quite con unas ceñidas chicuelinas.
Ganadería: El primero de la tarde fue de Cortés y el resto, de Victoriano del Río. El tercero fue aplaudido en el arrastre. El sexto, de 624 kilos, fue recibido con aplausos.
Castella: Cortó dos orejas al primero y fue ovacionado en el cuarto, en el que escuchó un aviso.
Manzanares: Cortó dos orejas al segundo y otras dos al quinto.
Rufo: Desorejó al tercero y fue ovacionado en el sexto, en el que escuchó un aviso.
Incidencias: La entrada no superó la mitad del aforo.
El toro dobló las manos en un par de ocasiones y había que tratarlo con mimo con la muleta para no perderlo antes tiempo. El torero no pudo bajarle demasiado el engaño, pero aún así sacó un buena tanda de seis buenos derechazos y luego probó la embestida a media altura del astado con la izquierda. Unas manoletinas añadieron algo de variedad al final de la faena, que tuvo profundidad y temple, para acabar con una estocada algo tendida que llevó al público a pedir dos orejas y al presidente a concederlas.
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Marco Alonso
Recibió al cuarto con unas ajustadas chicuelinas que desataron los primeros aplausos y se fue a los medios para brindar al público. El toro entró a la muleta con una embestida desordenada cuando Castella lo cogió en largo, pero ganó en las distancias cortas, bajando la cara y permitiendo al torero desplegar toda su artillería por ambos pitones, especialmente por el derecho. Disfrutó e hizo disfrutar el francés, tanto que se olvidó del reloj y escuchó un aviso antes de entrar a matar. Todo lo hecho anteriormente perdió valor por un inoportuno bajonazo que le privó de un premio que hubiera ganado si hubiera estado certero con la espada.
Quiso administrar un solo puyazo al segundo, que se empleó en el caballo. Hasta diez derechazos le dio en una interminable serie durante el inicio de la faena, que comenzó en tablas para dirigirse a los adentros. Estrenó la izquierda con un ramillete de ocho naturales con la mano bajísima y el tendido respondió a su buen hacer con más piropos por su físico que por su torería. «Qué guapo eres», le gritaban desde el siete, pero Manzanares demostró que, además de guapo, es un torerazo. Cuajó una muy buena faena y la culminó matando a recibir con una estocada letal de necesidad. El presidente no lo dudó demasiado y ese que llama la atención por guapo paseó dos orejas ante una plaza que demostró que le admira por sus cualidades como matador.
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Un respetuoso silencio presidió su faena al quinto. El toro pidió tiempo y Manzanares se lo dio, administrando su motor con delicadeza. Su derecha mandona le permitió llevarle cosido a la muleta en un par de buenas tandas. Pero lo mejor de la faena fue un espadazo que le llevó a desorejar de nuevo a su oponente y a salir a hombros tras cortar cuatro orejas, las mismas que Juan Ortega el sábado.
El tercero de la tarde regaló al tendido un bonito tercio de varas. Después llegó un hermoso trabajo en banderillas, con Fernando Sánchez muy torero. Y Rufo se encaminó a los medios para brindar la muerte del toro a la plaza que le vio triunfar el día de su alternativa y que, a la postre, también le vio firmar una gran actuación este domingo. Comenzó la faena de rodillas y conectó con el tendido desde el primer instante. Había toro y también torero. No obstante, el astado lo quería hacer todo demasiado rápido y Rufo le paró los pies con una última tanda en redondo que fue el preludio de un estocadón que dejó al animal muerto sin puntilla y, por ende, sin las dos orejas.
El último de la tarde, un precioso toro salinero de 624 kilos, permitió el lucimiento del torero. No obstante, por instantes, le costó arrancar y amenazó con rajarse, pero Rufo estuvo muy acertado y supo hacerse con él. El problema llegó con la espada. Mató a la tercera y se quedó sin premio en el último de una gran tarde de toros que sirvió para cerrar la feria de Valladolid con el mejor sabor de boca.
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