Valladolid
Daniel Luque, solvente, sale a hombros en la tarde de la alternativa de un ilusionante Mario NavasValladolid
Daniel Luque, solvente, sale a hombros en la tarde de la alternativa de un ilusionante Mario NavasEn los aledaños de la plaza de toros de Valladolid el ambiente previo a la corrida con la que se reanudaba el abono mostraba un sentimiento de orfandad por la ausencia de Morante de la Puebla. El torero esperado en una tarde en la que ... su presencia otorgaba la carta de naturaleza de acontecimiento a un festejo en el que el joven diestro vallisoletano Mario Navas se iba a convertir en nuevo matador de toros. Y, aunque su hueco lo cubrió un torero de talla, como Daniel Luque, que lo demostró en los dos toros de su lote, también en los tendidos un exceso de piedra descubierta ponía de manifiesto la decepción por la caída del cartel del diestro cigarrero.
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Entonces, antes de que arrancara el paseíllo, aún no se tenía constancia de que la corrida de Juan Pedro Domecq iba a dejar pocos resquicios para el lucimiento de los espadas. Un encierro, en general, de cierta aspereza, sin fondo, y en algunos ejemplares con ausencia de remate en las culatas. Algo de juampedrada tuvo la tarde, que condicionó, y mucho, las posibilidades de los coletudos. Daniel Luque, el más curtido en todo tipo de batallas, fue quien mejor pudo afrontar, con solvencia técnica y de carácter, una lidia en la que había que apostar fuerte, y con el inconveniente de una dificultad no del todo aparente.
Si la tarde tuvo una ráfaga de claridad en las embestidas de los toros marcados con la 'V' del Duque de Veragua, sucedió en el astado de la alternativa de Mario Navas. Por el pitón izquierdo. Y desgranó el vallisoletano templados y expresivos naturales que emergieron en una faena que no pudo sostener un ritmo equilibrado por la falta de constancia del astado. Navas, tras recibir los trastos como matador de Daniel Luque, en presencia del también sevillano Juan Ortega, ya había dibujado con la derecha algún pase de limpieza y trazo sugerente. Pero en la zurda se encontraba la veta más valiosa, y en su descubrimiento y explotación se afanó el toricantano.
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Ofreció Navas el pecho para embarcar la embestida al natural, con verdad y una elegancia en el cite que aportó reminiscencias de Manolo Sánchez, quien le observaba atento desde el callejón. El brindis de Valijero, su primer burel como matador de toros, se lo adjudicó a su hermano, Adrián, fiel escudero y ya compañero en la infancia de sus juegos taurinos. De no haber pinchado, hubiera tocado pelo en tan irrepetible y única ocasión. Los tendidos le obligaron, con su ovación, a saludar desde el tercio.
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Luque, lo decíamos antes, dominó la escena y a sus toros. No es que tuviera un lote mejor, es que es un torero muy capacitado para el mando. De hecho, en su primero, que fue el segundo de la tarde, navegó contra los elementos, y lo hizo con solvencia y argumentos. Su oponente tenía, sobre al inicio, una extraordinaria movilidad. O, lo que es lo mismo, los problemas del toro en el que su dinamismo se encuentra por encima de su bravura. No se comía a nadie, pero no era fácil.
Bien armado, el juampedro permitió al torero de Gerena recetarle unas verónicas garbosas, así como un lucido quite tras recibir un medido castigo en el peto. Movido más por un genio dinámico que por una bravura prístina, principió Luque su tarea con la muleta cerca de las tablas, como para apaciguar esas embestidas que eran oleadas de largo e inercial trayecto.
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Aplicó, por igual dosis de firmeza y acierto en la colocación; y otorgó la distancia necesaria, en la fase inicial, para que el astado no potenciara su temperamento, quizá raza soterrada. Aunque no homologada con la bravura. Supo mandar Luque en las embestidas, y convertir el carácter irredento del toro en disciplinada sumisión. Encimado, mostrando su supremacía en el postrero trasteo, remató su labor a un astado ya entregado. Ligeramente contrario, pero enterrado hasta la gamuza, introdujo Luque el acero y fue premiado, justamente, con una oreja.
Otra cosechó del cuarto. Aunque hubo una ligera petición de la segunda, el presidente se mantuvo asentado en su coherente criterio, y el premio fue el proporcional reflejo del valor de la faena de Luque. Romaneó rebelde el toro, que casi derribó a la cabalgadura. Mantuvo una brusquedad temperamental, con arranques explosivos en embestidas eléctricas. No era fácil embarcar esas acometidas, pero, al menos, la faena ofrecía un pulso de intensidad entre bestia y torero. Tras las habituales luquecinas, mató de un estoconazo de efectos fulminantes. De ahí la legitimidad del trofeo. Sería injusto olvidar, y aquí consta, que Iván García colocó dos excepcionales pares de rehiletes.
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Juan Ortega no tuvo un lote propicio. Aunque pudo apostar más. Quizá no hubiera servido de mucho, es cierto. Pero se le notó con el prejuicio, muy en el inicio de las faenas, de no esperar nada. No tuvo facilidad en sus toros, pero la tauromaquia, y no es pura etimología no es un terreno de colaboración, sino de enfrentamiento. El arte también nace en la disputa. Discreto su paso por Valladolid, no peor, es cierto, que el juego de sus toros.
Cerró la tarde el toro de más presencia de la corrida. Garboso con el capote, Mario Navas asumió con serenidad y buena colocación el tramo de muleta. El animal apenas transmitía ni ofrecía posibilidades de lucimiento. Falló con la espada y fue despedido con aplausos.
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Camino de la plaza de toros, a la altura de la cafetería Moka, me preguntaron dos personas que si iban bien encaminados para la plaza de toros. Sí, les dije. Y les pregunté que cuál era el motivo de venir desde Asturias (su acento develó el origen) a los toros a Valladolid. Pues ver a Morante, me contestaron. Creo que mi expresión les delató que algo fallaba. Pues no torea. Les hablé de las virtudes de Luque y de Ortega, y de las buenas maneras del joven Navas, llamado a ser un torero a seguir. Y siguieron. Y lo que sucedió a estos aficionados de la tierra de Don Pelayo puede que les pasara a algunos más, incluidos algunos de la farándula.
Quienes no se equivocaron, pues el principal motivo de su asistencia al coso era la alternativa de un diestro de la tierra, fueron el alcalde de la ciudad, Jesús Julio Carnero, la concejala de Educación y Cultura, Irene Carvajal, o el presidente de la Diputación Provincial, Conrado Íscar. Tampoco faltó Gonzalo Santonja, consejero de Cultura. También el tendido, menos visible, estaba también el exvicepresidente de la Junta, García Gallardo, que se saludó efusivamente con el tal Colate. A su manera no son tan diferentes.
Así las cosas, la tarde no resultó el acontecimiento esperado, o deseado, pero sí permitió el desarrollo de una actividad cultural a la que no se acostumbra el sectarismo de VTLP. La extrema izquierda no asimila el ejercicio ajeno de la libertad. Tan preocupados que aparentan estar por el bienestar de los ciudadanos (aunque no tanto como por el de los animales) podrían ir echando cuentas de cómo va a repercutir el concierto catalán (no precisamente de Pau Casals) en la sanidad y educación de la gente de estas tierras. Pero, no sé, ellos son más de brindis al sol.
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