Valladolid
Montaje de los carruseles: 30 horas de mano de obra para los de mayor tamañoValladolid
Montaje de los carruseles: 30 horas de mano de obra para los de mayor tamañoDiego González Redondo
Valladolid
Martes, 27 de agosto 2024, 19:30
La feria suena a música, a la bocina que avisa del final del turno en la atracción, a los cánticos en la tómbola Antojitos y huele a algodón de azúcar y churros. Pero eso sucede una vez están abiertas. La semana previa al inicio de ... las fiestas de la Virgen de San Lorenzo, en el recinto ferial se escuchan los motores de camiones y grúas, algún grito para dirigir a los operarios y se percibe un olor a gasolina y aceite lubricante.
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Los primeros feriantes ya colocan en la parcela anexa al estadio José Zorrilla sus atracciones para recibir a los vallisoletanos. Aunque de momento no se puede decir que haya gran cantidad de ellas. Además de la nueva noria que por su tamaño y complejidad (la de este año cuenta incluso con cabinas climatizadas) solo se observan un puñado de atracciones más a la espera de que lleguen los feriantes que ahora se encuentran en la feria de San Antolín de Palencia.
Sorprende ver que de las pocas atracciones en montaje no se observa un tipo concreto. No es que las más grandes sean las que se están montando primero, sino que lo hacen según van llegando. Y las que ya se encuentran en el real de la feria van desde pequeñas motos para niños hasta una montaña rusa. Todos manos a la obra para ofrecer a partir del viernes sus servicios.
Entre estos carruseles en operación de montaje destaca uno por encima de las demás por su tamaño y por el número de operarios. Cristian Marian, encargado de esta atracción, cuenta que montar La Selva Encantada, que es como se llama la montaña rusa les lleva tres días y unas 30 horas en total a once trabajadores que se cuelgan desde lo alto para apretar cada tornillo y encajar cada pieza previamente colocada gracias a grúas.
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Hace ya muchos años que esta atracción acude a Valladolid un «motivo de alegría» para Marian porque aquí «la Selva simpre triunfa». Cristian confía, eso sí, en una meteorología favorable para que la gente se acerque a la feria: «Un trabajo como el nuestro depende de que haya días de sol y calor para que la gente disfrute y más aún en una montaña rusa como la nuestra que tiene chorros de agua».
Junto a esta montaña rusa y frente a una de las entradas de la avenida Mundial 82, se ubica como cada año el Canguro con su típica bandera del Pucela. Hocine Nouri, encargado de esta atracción, reconoce que Valladolid es un buen lugar para venir: «Siempre acabamos muy contentos con esta ciudad porque tenemos muy buena acogida». Su atracción hace saltar a pequeños y mayores mientras da vueltas, por lo que Hocine y sus tres compañeros se esmeran en ajustar cada pieza, un trabajo que les lleva unas diez horas.
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Recorriendo lo que será una de las calles principales en dirección al fondo del recinto, Félix García levanta junto a dos empleados el techo de su atracción: unos triciclos en forma de Harley Davidson para los más pequeños. Este feriante vallisoletano, que además coloca dos casetas de comida en el recinto reconoce que Valladolid es una plaza fácil para el montaje porque «hay mucho tiempo para colocar y revisar todo» algo que reconoce como «un lujo»: «Estar cinco días sobre el terreno para ensamblar la atracción es algo atípico porque normalmente tenemos que colocar todo a la carrera antes de que abran las ferias. Con tanto tiempo podemos revisar hasta la última bombilla».
Este año se acercarán a Valladolid 140 atracciones venidas de todas partes de España. Feriantes que llevan girando a lo largo y ancho de la península todo el verano, en una temporada, que comenzó a principios del verano y que ha consistido para los pocos feriantes que montaban hoy, entre seis y doce fiestas. También coinciden todos ellos en que aún queda una última parada antes de terminar la época ferial: Las fiestas del Pilar en Zaragoza, una de las festividades más importantes del país.
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Ya al final del Real de la Feria, cerca de la entrada de la gran carpa de las casetas regionales se encuentran David y Alejandro Abellán con las manos manchadas de aceite testigo del laborioso montaje del Maxi Dance, una de esas atracciones de giros constantes y rápidas subidas y bajadas que son la delicia de los amantes de la adrenalina. Precisamente las características de una atracción como esta hacen más que importante la seguridad. David, el dueño, explica cómo llevan a cabo el mantenimiento del carrusel: «Cada día por la mañana hacemos una exhaustiva revisión de cada pieza. No nos olvidamos de verificar cada grupilla y de que cada tornillo esté bien ajustado».
Los Abellán, que se esmeran en terminar un montaje que les lleva a padre e hijo unas seis horas, son prudentes a la hora de hablar de previsiones: «Cada feria es diferente y no se puede saber si se tendrá una buena acogida» aunque reconoce que otros años en Valladolid ha tenido buena recaudación. David Abellán espera así remontar un verano que lamenta haber sido «ha sido flojito» y en el que ha dejado de acudir a algunas ciudades, aunque aún le queda Gandía antes de terminar el verano.
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Junto a las atracciones que van ganando altura en el Real de la Feria, se agolpan las barracas de premios que se van llenando ya de peluches y juguetes si se consigue acertar en los objetivos. También comienzan a formar las calles de la feria los puestos de comida, que cuando estén abiertos por fin el viernes, traerán de vuelta a la feria el olor a algodón de azúcar y churros que tanto esperan niños y mayores.
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