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La Feria de Artesanía reabre a medio gas y pierde quince puestos por el vendaval«En cuanto nos avisaron vinimos corriendo y vimos todo volando por los aires con una impotencia tremanda al no poder hacer nada», recuerda compungida la vallisoletana Ana Díaz, de La Lanita Creaciones, una de las artesanas que ha tenido que cerrar su puesto por ... los daños causados por el vendaval del miércoles al paso de la borrasca Nelson. No ha sido la única. Quince puestos han tenido que bajar la persiana y abandonar la XXXI Feria de Artesanía de la Acera de Recoletos. Los restantes, una veintena, sí han podido abrir este jueves sus puertas en la carpa que se salvó del temporal (la más cercana a la plaza de Colón).
El viento levantó literalmente la carpa situada del lado de la Plaza de Zorrilla (la feria contaba con dos carpas independientes) a las tres y media de la tarde del miércoles, cuando el viento alcanzó su punta de 81 kilómetros por hora, y causó cuantiosos daños materiales, sobre todo, en los primeros puestos situados hacia Zorrilla.
«Fue un desastre especialmente para el puesto de cerámica (la zamorana Pereruela), pero es que allí había artesanos de cristal, plata..., pero dentro de lo malo aquí nos conocemos todos y nos ayudamos en lo que pudimos para salvar lo más posible», recuerda la asturiana Míriam Zuazua, de Calzarte, quien reconoce que «dentro de lo malo muchos salvamos el género al poder recogerlo a toda prisa». Ella es de las que sí han podido abrir este jueves (la feria mantendrá su horario habitual, de 11 a 14:30 y de 17 a 21:30 horas, hasta el domingo) en la carpa que se salvó del vendaval, después de ser asegurada por bomberos y operarios de la empresa montadora (la ponferradina Carpalia), que esta mañana han afianzado aún más dicha carpa y han desmontado la que destrozó el vendaval.
«En más de treinta años nunca nos había ocurrido algo así, pero fue algo que no podíamos controlar», reconoce María Mar Cano, responsable de ferias de Foacal (Federación de Organizaciones Artesanas de Castilla y León), quien aclara que «tanto la empresa que montó la carpa como la federación y los artesanos contamos con seguros obligatorios, en nuestro caso de hasta 600.000 euros, para cubrir los daños».
La federación de artesanos aún no se atreve a cuantificar los daños, que «serán cuantiosos y no solo por las pérdidas sino también por los cuatro días de venta que se pierden los quince artesanos que han tenido que cerrar», aunque sí incide que la carpa «estaba perfectamente homologada y tenía todo en regla» antes de lamentar que «ante un vendaval así es difícil salvar la situación».
Foacal, no obstante, decidió mantener la feria con el máximo número de puestos posibles, una veintena, y «reforzar la carpa para evitar más problemas». La otra, la más afectada, «solo se podía desmontar».
Patricia Arroyo, de la firma burgalesa de artesanía del cuero Hieros, tenía su puesto en la carpa más afectada por el viento. «Nos han hecho un huequito en la otra carpa y vamos a montar otra vez el puesto para aguantar hasta el domingo», explica agradecida.
«Pensé que iba a ser peor», reconoce María Rodríguez, de la vallisoletana Pipapaper (una artesana del papel), «y más en mi caso que tengo todo de papel». Ella se encontró «todo tirado por el suelo», pero matiza que «hemos podido salvar la mayoría de las cosas».
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Los veinte supervivientes al temporal del miércoles han podido abrir sus puestos a las once en punto de este jueves después de limpiar sus productos artesanos y de recomponer sus expositores. «Aquí nos conocemos todos y sientes en el alma lo que les ha pasado a muchos compañeros, pero también nos ayudamos entre nosotros y de ahí, al menos, podemos sacar algo positivo», concluye Ana Díaz (La Lanita Creaciones), en alusión a que artesanos locales como ella cedieron sus talleres para guardar el género dañado de los puestos más afectados.
Los que sí se salvaron del vendaval fueron los puestos de la Feria del libro antiguo y de ocasión, situada justo al lado de la de artesanía en las pistas de Recoletos. «Sus casetas son de chapa y libraron...», suspiran sus vecinos artesanos.
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