Carolina Amo
Valladolid
Viernes, 26 de enero 2024, 19:30
Si hay algo que perdura y que pasa de generación en generación siendo un rasgo de identidad primordial es el apellido. En algunos casos se mantiene por tradición y en otros se cambia por mantener vivo algo que fue histórico. «Así lo hicieron mi abuelo ... José María y su hermano Mariano con el apellido 'de Goya,' », relata María Alonso de Goya, que a sus 41 años es, junto a sus dos hijas, las únicas descendientes del pintor y grabador español, cuyos bustos adornan estos días las calles de la ciudad con motivo de la próxima celebración de la gala que luce el nombre de su antepasado, afincada en Valladolid.
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Desde el siglo XIX, el apellido había sido transmitido por vía femenina y poco a poco se estaba quedando relegado. Fueron José María de Goya y su hermano Mariano de Goya quienes en 1976 decidieron poner solución a esto uniendo los apellidos 'Sainz' y 'de Goya' para que la marca del pintor no desapareciera con el tiempo. «Solicitaron al Ministerio de Justicia el cambio de orden de apellidos», comenta la nieta del chozno (hijo del tataranieto de una persona) de Goya. Una tarea que no fue nada sencilla, ya que «tuvieron que aportar todas las partidas de nacimiento desde el pintor hasta la actualidad», trámite que les sirvió para demostrar que no solo eran descendientes del pintor, sino de Francisca de Goya, 'Curra', la bisnieta de Goya.
El apellido es algo que en el caso de María no se ha mantenido en primer lugar. «Por respeto a mi padre decidí mantener el apellido Alonso», cuenta. María hace un repaso por el árbol genealógico que recopiló su abuelo y su tío abuelo. «Mi madre y mis tíos sí mantienen el apellido en primer lugar a raíz de la decisión del Ministerio y algunos como mi primo Juanjo se han cambiado el apellido», comenta. Aún así, Alonso explica que a día de hoy no existiría ningún inconveniente en cambiar el orden de los apellidos y situar el 'de Goya' en primera plana.
«Nuestra familia es la rama viva de la descendencia del 'Sordo'», explica orgullosa. Aunque el árbol genealógico guarda una lista amplia de los descendientes del pintor María destaca que se hizo en 2013, cuando ella aún no había tenido a sus hijas. «Hemos dejado el árbol en una séptima generación pero hay una octava repleta de niñas», explica añadiendo que después de esta solo ha habido un niño.
Un apellido que no solo guarda mucha historia sino también cientos de recuerdos que el abuelo de María ha tenido la oportunidad de conocer gracias a las historias que contaba «la abuela Curra», la marquesa de El Espinar.
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«Mi abuelo recuerda que en la pared del despacho de mi tatarabuelo había un cuadro de medio busto de Fernando VII de Goya. Estaba situado en una habitación en penumbra llena de muebles castellanos, con cortinas de terciopelo», explica haciendo alusión a que este era un espacio muy tétrico para un niño pequeño. «Por esa habitación tenían que pasar obligatoriamente para llegar a la sala de estar. Cada vez que pasaban por delante de la pintura iban corriendo porque les daba un miedo terrible, decían que les seguía con los ojos», relata.
María Alonso de Goya
Descendiente de Francisco de Goya
María recuerda que su tatarabuela Francisca era una completa conocedora y cuentacuentos de vivencias del artista pero hubo muchas anécdotas del sordo que se guardó para siempre. «Curra vivió su apellido muy intensamente. Era una persona muy Goya, tenía mucho carácter», añade.
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Además de estos secretos de los que Curra nunca soltó prenda, María cuenta que su tatarabuela conservaba una cantidad de manuscritos de Goya de un enorme valor histórico. «Eran cartas que tenían anotaciones y dibujos hechos a plumilla en los márgenes». Si de algo se acordaba bien Curra de el sordo es que «era un gran cabeza de familia y que tenía muchísimo mal genio, algo que por desgracia es hereditario», dice entre risas María. Aunque Francisca siempre contaba que «el mal genio que tenía se lo guardaba en el bolsillo al llegar a casa».
«No somos los últimos Goya, somos los últimos en orden pero no en descendencia», aclara María. Y es que en Valladolid sólo hay tres pinceladas de la descendencia del pintor, María y sus dos hijas. «Mi familia reside en León, soy la única que está aquí. Somos como tres Goyas perdidas en Valladolid». Que el apellido tenga mucho renombre e importancia no es una excusa para vanagloriarse de él. «Presumo de familia pero no alardeo de ella», explica, añadiendo que es complicado que el apellido pese, ya que no se ha tenido en cuenta a la familia que aún queda.
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«Mi abuelo decía que estaba harto de que se utilizase el apellido en premios de cine y en actos por el hecho de ser un nombre conocido internacionalmente y que en ningún caso se acordarán o contaran con la familia». El conocimiento sobre la descendencia del pintor ha sido tan vago que incluso en Fuendetodos (Zaragoza), donde se encuentra la casa natal del pintor (1746-1828), hay una placa que indica que no hay descendientes. «Para mi familia el respeto al apellido y su uso es importante, aunque no se presuma», reconoce Alonso, quien afirma que en el apellido «aún viven personas de carne y hueso».
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