Un temporero se sube a una furgoneta en la plaza del Carmen para iniciar la jornada en el campo. Rodrigo Jiménez

Valladolid

La explotación laboral se extiende en el mundo rural con migrantes de Sudamérica y Marruecos

La Policía Nacional intensifica la investigación en las ofertas «engañosas» en Internet para frenar la captación de personas

Álvaro Muñoz

Valladolid

Domingo, 14 de abril 2024, 00:04

La intervención policial de finales de marzo en unas instalaciones ovinas en Castrillo de Duero tal vez sea el fiel reflejo de la realidad sobre la explotación laboral en la provincia. A las afueras del municipio, agentes de la Unidad Central de Redes de Inmigración y Falsedades Documentales (UCRIF) detuvieron a tres integrantes de un clan familiar y a una mujer ... , que explotaban a trabajadoras y las hacinaban en una vivienda en condiciones de insalubridad.

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Precisamente, esa mujer, sin vínculos familiares con el resto de arrestados y de origen marroquí, iba a abandonar la granja y sus 'jefes' le encargaron la búsqueda de personas que llevaran a cabo las mismas funciones entre el ganado. La 'contratación' de trabajadoras irregulares y las condiciones de explotación a las que eran sometidas constituía un procedimiento habitual en el actuar de clan familiar.

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La explotación de la primera víctima data del año 2020, este 'modus operandi' resultaba muy rentable para la familia de Castrillo de Duero, pues el beneficio personal se elevaba exponencialmente al reducir los gastos y costes derivados de contratar trabajadores cumpliendo lo estipulado en la legislación laboral vigente.

Vivienda de una familia explotada laboralmente en Valladolid. El Norte

Durante la investigación se confirmó también la situación de vulnerabilidad de las víctimas, marroquíes en situación irregular en España, sin domicilio ni estudios, careciendo de personas de confianza en el país, en muchas ocasiones desconociendo el idioma y las leyes vigentes, con cargas familiares en sus países de origen que les llevaba a tener que aceptar las condiciones impuestas.

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Los sectores más comunes en la capital son la hostelería, talleres mecánicos y bazares de origen asiático

Esa operación policial pone de manifiesto una realidad del mundo rural en Valladolid, y por ende, en el resto de Castilla y León. Grandes extensiones con explotaciones y fincas dedicadas a la ganadería y a la agricultura en la que los responsables se aprovechan de la situación de necesidad de migrantes. En ese parecer ahonda el inspector jefe de la UCRIF en Valladolid, Diego Sacristán. «Esas granjas suelen ser lugares bastante aislados, además se aprovechan de las víctimas, que suelen ser sudamericanos, marroquíes y rumanos», incide Sacristán desde las dependencias de la comisaría de Delicias.

Granja en la que se ejercía la explotación laboral en Castrillo de Duero. El Norte

Desde esas instalaciones, la Policía centra gran parte de las pesquisas. Un trabajo que no cesa y que les obliga a tener bien abiertos los ojos, en muchas ocasiones, delante del ordenador. Se centran en monitorear todas las ofertas de captación de nuevos empleados. Trabajamos principalmente con la colaboración ciudadana y el seguimiento de esas ofertas en Internet y las redes sociales», agrega el inspector jefe.

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Las ofertas de trabajo, parcas y sin detalles, ofrecen regularizar su situación en el país sin mostrar horarios ni sueldo

Anuncios, todos ellos, parcos en palabras y escasa información. «Les prometen poder regularizar su situación administrativa en España. En algunas ocasiones esa captación viene relacionada con el engaño. Su situación personal les obliga a determinar esas condiciones. Y en el campo son muy abusivas. Trabajan de lunes a domingo, con jornadas maratonianas que muchas ocasiones superan las 12 horas. Además, si están enfermos, tienen que trabajar. No tienen descansos ni derecho a vacaciones. Son trabajadores sin ningún tipo de derechos laborales», añade.

Este «mal endémico», como lo define Sacristán, lleva instalado en la provincia desde hace décadas, lo que ha derivado en un convenio de colaboración con Inspección de Trabajo. Son los encargados de acumular toda la información disponible para una intervención que termina con las personas explotadas en manos de asociaciones que velan por el cuidado y la reinserción de las víctimas. «Todos los años nos encontramos casos. No creo que hayan proliferado en los últimos años», manifiesta el responsable del área en Valladolid, quien incide y se sorprende ante la reacción de los presuntos explotadores. «Lo que nos choca es que estos empresarios tienen la sensación de que están prestando ayuda a esas personas necesitadas. Dicen, en muchas ocasiones, que les están dando 700 euros y alojamiento...», continúa.

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«Lo que nos choca es que estos empresarios tienen la sensación de que están prestando ayuda a esas personas necesitadas»

La realidad en la capital cambia por completo. Sin granjas ni campo en el que trabajar, la explotación, según apunta la Policía, llega a sectores como la hostelería, talleres mecánicos y bazares de origen asiático.

Desde la plaza del Carmen

Precisamente en la capital, en la plaza del Carmen en Delicias, existe desde hace más de una década un punto de encuentro de los denominados temporeros. Quedan todas las mañanas a primera hora del día (o última hora de la noche) para ser recogidos y trasladados al campo. «Suelen ser de origen marroquí. De ahí salen a muchas localidades u otras provincias para trabajar en el campo. Investigamos todo lo que se puede, pero muchas personas de ahí sí que tienen permiso de residencia y de trabajo en España. Puede ser que tengan dados de alta a equis trabajadores y luego cuenten con más en la zona en otra tipo de situación. Y eso dificulta las averiguaciones, porque es muy difícil localizar el punto exacto en el campo», manifiesta.

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Aun así, desde esta unidad, agradecen la cantidad de situaciones que están llegando, de forma anónima, a los canales de comunicación de estas situaciones y ahondar en las investigaciones. «Agradecemos mucho esa colaboración ciudadana que nos llega a través de trata@policia.es y el número de teléfono 900 10 50 90», concluye Diego Sacristán.

Las opciones después de la identificación del explotador

Pocas opciones tienen las víctimas de explotación laboral después de la intervención policial. Se ataja el problema, pero el problema persiste en personas con escasos recursos y en situación de vulnerabilidad. Denunciar, en muchas ocasiones, es asomarse al abismo de la incertidumbre. Y es ahí donde aparece el papel fundamental de las ONG. Es el caso de Accem, que centra uno de sus muchos esfuerzos en ayudar y acompañar a los afectados antes y después de la intervención policial. La responsable de los programas de trata y no discriminación, Carmen Martínez, recalca que hay muchas opciones. Existe la posibilidad de retornar al país de origen, una idea que se desecha de inicio por las víctimas por no volver de un pasado del que huyeron. Se les acompaña con asociaciones en su país natal, pero «son conscientes de que han tenido un trayecto migratorio complicado».

Si optan por quedarse, ONGs como Accem se centran en una integración progresiva en la sociedad. La primera de las barreras que superar se suele centrar en el idioma. «Es esencial aprender español. Abre otras posibilidades», agrega Carmen Martínez.

Porque a través del idioma se empiezan a abrir otras posibilidades como el acceso a la formación profesional o a la vivienda. «Siempre hacemos un acompañamiento sociolaboral, psicológico, jurídico... Es una intervención integral. Si no ofrecemos ese servicio, las víctimas pueden caer otra vez en una red de trata. Porque sabemos de esa necesidad en el país de origen y se van a buscar las castañas en otros puntos».

Desde Accem se hace un acompañamiento integral en todos los ámbitos de la nueva vida. Se adaptan esos servicios a las nuevas necesidades en busca de un éxito mayor. «No es fácil», apuntan desde la asociación, que en Valladolid clava el perfil de la víctima y de la situación rural debido a la gran extensión de la comunidad con la realidad de las explotaciones en el mundo agrícola y ganadero. Si ahora se ven más inspecciones en ámbitos agrícolas es porque se están dando más inspecciones», remarca Martínez, quien insiste en un cambio normativo para proteger a la víctima y no obligar a la identificación del explotador.

«Normalmente hay miedo a denunciar por desconocimiento y temor a una expulsión del país. O por la concepción que tienen de la Policía, pues en su país suele ser corrupta. Muchas veces los casos se quedan invisibilizados porque no llegan a esas instancias. Eso es preocupante porque no acceden a derechos si no se llega a esa identificación policial. Lo que impulsan la normativa y los organismos internacionales es que no sea necesaria esa colaboración con la Policía para poder ser identificada como víctima de trata: que se pueda intervenir de oficio ante las meras sospechas de que una persona pueda ser víctima, porque es lo que da miedo y echa para atrás a las personas», describe la responsable de Accem.

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