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Los días de calor extremo que estamos viviendo tienen en los mayores la población más vulnerable a sus efectos, especialmente en los dependientes o en quienes viven solos. Es la segunda ola de calor que afrontamos antes de la llegada del verano después de las temperaturas de récord de mediados de mayo y el fenómeno se acoge como una señal más del cambio climático mientras desde el ámbito sanitario se lanzan recomendaciones para mitigar los efectos de estas jornadas con los termómetros rondando los 40 grados, que están teniendo repercusión directa en la salud de las personas, especialmente entre los ancianos y en quienes padecen enfermedades crónicas.
En las personas mayores coinciden los expertos sanitarios en señalar la deshidratación como el principal riesgo. «Muchas veces no notan la sed o la notan menos que los jóvenes, por eso hay que tener cuidado de que beban un vasito más del que toman habitualmente por la mañana y otro por la tarde para rehidratar un poco más», recomienda el Francisco Javier Blanco Varela, doctor en el Centro Hospitalario Benito Menni.
Explica también que el manejo de la temperatura en los ancianos suele ser diferente al del resto de la población. «Notan peor la sed y el sufrimiento es menor, pero el problema está precisamente ahí, porque no lo pasan mal, por eso hay que actuar. Las personas mayores tienen menos sed y no piden beber, hay menos demanda pero no menos necesidad, así que lo que hay que hacer es aportar para cubrir esa necesidad que sabemos existe».
Ante la llegada de las olas de calor, en la residencia Cardenal Marcelo de Valladolid se elabora una nota dirigida al personal de atención directa en la que se especifica el aumento de la ingesta hídrica entre los ancianos. «Dependiendo de la patología de cada residente, se les proveee de agua fresca con varias fórmulas», explica Sonia Marbán, directora del centro. «A las personas con problemas de deglución se les espesa el líquido; hay que garantizar la hidratación como medida preventiva y preliminar».
Sonia Marbán
Directora de la residencia Cardenal Marcelo
Aduce también la responsable del centro residencial dependiente de la Diputación Provincial de Valladolid que los internos «no tienen la sensación de necesitar beber en mayor o menor medida, es como que está abolida, de ahí que puedan aparecer cuadros de deshidratación de los que nos tenemos que percatar, como el letargo, la alteración en la capacidad de reacción ante estímulos... es cuando se empieza a observar que algo puede ir mal».
La introducción de gelatinas o espesantes e incluso la posibilidad de elaborar limonada natural para hacer más apetecible la ingesta son algunas de las alternativas con las que se complementa la hidratación.
Otro de los aspectos en los que se incide es en reducir la exposición ambiental de los internos en las horas de más calor en el exterior. Y se controla también la del recinto, de modo que a las seis de la mañana el vigilante abre todas las ventanas de despachos, cocinas, salas y espacios comunes para que esté el edificio perfectamente ventilado y, a medida que el equipo de limpieza va haciendo su labor, van cerrando ventanas. El aire acondicionado garantiza el resto del día una temperatura adecuada en las instalaciones. La climatización óptima en los centros residenciales suele oscilar entre los 24 y 26 grados.
En cuanto a los menús, se intenta acomodarlos a las exigencias estacionales, en una dieta en la que se considera básica la presencia de legumbres y en esta época, a modo de ejemplo, se sustituye el cocido por la ensalada de garbanzos.
Calambres por pérdida de sales.
Agotamiento malestar, dolor de cabeza, náuseas, vómitos.
Deshidratación: decaimiento y sensación de postración
Golpe de calor: náuseas, vómitos, dolor de cabeza, piel caliente y enrojecida, aumento de temperatura corporal por encima de 40º, inestabilidad al andar, mareos, pudiendo llegar a convulsiones y coma.
Horas centrales: Evitar salir de casa entre las 12 del mediodía y las 6 de la tarde. Usar ropa ligera y holgada, de tejidos naturales y emplear creamas protectoras solares
Alimentación: Hacer varias comidas en pequeñas cantidades, tomar fruta y verdura.
Espacios ventilados: bajar las persianas y cerrar las ventanas durante el día y abrirlas de noche para ventilar,
La doctora Ana María del Olmo, del centro de salud de salud Rondilla II, apuesta además por otras bebidas y por tener a mano y bien visible la botella o el vaso, lo que ayudará a tener más presente la hidratación. «Si les cuesta beber agua, que tomen zumos e infusiones fresquitas y lo hagan de forma programada sin esperar a tener sed». Entre sus consejos incide en el uso de cremas de protección solar aun cuando se salga a pasear a primera hora del día o a última de la tarde. «Gorros y sombreros son fundamentales porque la radiación es muy alta, no hay que olvidar darse crema cada tres o cuatro horas, y es preferible hacer muchas comidas de poca cantidad a lo largo del día que grandes ingestas que necesitan mucho trabajo digestivo, lo que favorece hipotensiones y golpes de calor».
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