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Santiago Guzón, usuario de ayuda a domicilio, desde la ventana de su casa en Cuatro de Marzo. GABRIEL VILLAMIL
Coronavirus en Valladolid: Un equipo de «valientes» auxiliares en la ayuda a domicilio de mayores y dependientes

Un equipo de «valientes» auxiliares en la ayuda a domicilio de mayores y dependientes de Valladolid

Cerca de 1.200 usuarios piden la baja temporal del programa, mientras los trabajadores refuerzan la protección frente al virus y asumen nuevas tareas

Víctor Vela

Valladolid

Miércoles, 1 de abril 2020, 07:19

«Ayer fue un día horrible», confiesa Santiago Guzón, 60 años, jubilado (tuvo un quiosco en la avenida de Segovia) por invalidez desde 1993 debido a una displasia fibrosa que le diagnosticaron con 15. Ha pasado por tres operaciones. Ha superado una meningitis. Y ahora, afronta solo, en su casa del Cuatro de Marzo, la crisis del coronavirus. «Lo pasé muy mal. El dolor de cabeza, de hombros. Y encima, sin poder salir. Antes, me daba un paseo hasta Vallsur, luego leía el periódico en el centro de mayores del matadero, iba a cursos de gimnasia. Pero ahora, tanto tiempo en casa...».

Santiago es uno de los 3.303 usuarios a los que atiende el servicio de ayuda a domicilio del Ayuntamiento. Son personas mayores (la media de edad, 80 años) o dependientes, que precisan la visita de un auxiliar para afrontar las tareas de limpieza, comida, compras, plancha, aseo personal. Él, continúa adelante con el servicio por absoluta necesidad. Hay 1.255 beneficiarios (casi el 38%) que han solicitado una baja temporal desde que comenzó la crisis del coronavirus.

¿Por qué? Porque hay hijos que teletrabajan o en casa que ahora los pueden atender, porque hay mayores que se han ido a pasar el confinamiento con su familia, porque hay temor a contagiarse. Los auxiliares que visitan a los usuarios han extremado las precauciones. «Nosotras siempre hemos trabajado con guantes y ahora también con mascarillas, pero eso no es suficiente», indica Cristina Gonzalo, con treinta años de experiencia como auxiliar de ayuda a domicilio, seis personas a su cargo en La Rondilla.

Cristina Gonzalo, trabajadora del servicio de ayuda a domicilio. GABRIEL VILLAMIL

«Yo tomo todas las medidas de seguridad, llevo gel en el bolso y, sobre todo, mantengo la separación con ellos. Les lanzo besos y abrazos desde la distancia. Cuando hablamos, siempre desde lejos. Y si hay que bañarlos, con la mascarilla y mucho cuidado», cuenta Cristina, quien ha tenido que adaptar sus quehaceres por la alerta sanitaria. «Lo más importante ahora es transmitirles tranquilidad, porque lo viven con mucha inseguridad. Se preocupan mucho por los hijos, por los nietos, a los que no pueden ver. Algunos de mis usuarios, los que están mejor, salían a la calle a por el pan. Ahora no. Ahora soy yo quien voy a la farmacia, a hacer toda la compra, para que ellos no salgan de casa», añade Cristina.

La concejala de Servicios Sociales,Rafi Romero, explica que esta ampliación de la atención es una de las medidas acordadas para afrontar el coronavirus desde a la ayuda a domicilio. Hay cinco usuarios con confirmación de contagio y 22 con síntomas. «En los casos de sospecha de positivo, se ajusta el servicio para que solo acuda a ese domicilio una auxiliar, siempre la misma, con material de protección específico», asegura la concejala. El equipo de «valientes», lo llaman en la empresa Clece, prestadora del servicio. Si reciben comida con el servicio de cátering, se ha reducido de tres a dos los días de reparto y la comida se entrega en la puerta de la casa, para evitar el contacto, en barquetas individuales y «con especial cuidado en la desinfección del material».

«¿Miedo? Un poco. Aunque está la tranquilidad de que estamos en manos de buenos profesionales», dice Santiago, quien durante los fines de semana extraña esa visita de su auxiliar, Mercedes.«Para mí es como una hermana, alguien más de la familia.»

El Ayuntamiento ha inyectado 100.000 euros para potenciar la atención social frente al coronavirus. El servicio de teleasistencia ha intensificado las llamadas de seguimiento a sus usuarios, con comunicaciones diarias, sobre todo con aquellas personas que viven solas. «Atraviesan esta situación con mucho miedo y angustia. A veces no por ellos, sino por cómo lo estarán viviendo sus hijos. Con el confinamiento, han perdido muchas relaciones.Están solas. Y necesitan compañía y alguien que por teléfono les transmita tranquilidad», explica Yolanda Cacho, trabajadora del servicio municipal de teleasistencia, quien constata un incremento de las llamadas desde el inicio de la crisis sanitaria.

Yolanda Cacho, trabajadora del servicio de teleasistencia. EL NORTE

«Se sienten solas, necesitan hablar. Y nosotras siempre contestamos. Lo importante es quitarles la angustia, la presión. Tenemos a una usuaria en silla de ruedas y con un hijo que tiene coronavirus. Atendemos también a un señor de Andalucía que vino a cuidar de los padres. Su padre falleció, y él está pasando aquí la cuarentena».

El Ayuntamiento ha reforzado –con programas vecinales de voluntariado– la atención a estas personas, para que les puedan llevar a casa la compra o los medicamentos, si es que lo necesitan. (con una página de facebY se ha implantado además un programa de envejecimiento activoook: actividades para mayores del Ayuntamiento de Valladolid) para aquellas personas que acudían a diario a los centros de mayores (a talleres de gimnasia, memoria, yoga o simplemente a jugar a las cartas) y que ahora tienen que quedarse en casa.

«El esfuerzo que se está haciendo es muy grande, pero sabemos que lo más duro está por llegar. Ya estamos trabajando en el modo de reforzar las ayudas de emergencia, que se dispararán en los próximos meses por la situación económica, por dificultades para pagar recibos, alquileres...», advierte Romero.

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