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A diario, desde que se activara el estado de alarma el pasado 15 de marzo en toda España, vemos imágenes de efectivos de las Fuerzas Armadas de la Unidad Militar de Emergencias (UME) fumigando lugares comunes y edificios públicos. No son los únicos, trabajadores de los distintos servicios de limpieza y voluntarios en muchos pueblos de Castilla y León también están involucrados en esta minuciosa tarea. La eliminación de la carga viral que puedan contener las vías públicas de los municipios es el objetivo. Pero, ¿sabemos qué es lo que se pulveriza en la calles para luchar contra el Covid-19?
El Ministerio de Sanidad ha publicado un protocolo para regular esta limpieza viaria de los espacios urbanos en el que incide a los servicios de limpieza que el método más efectivo para evitar la dispersión del virus es el barrido húmedo. En lo que respecta al baldeo (tratamiento de limpieza que se basa en proyectar agua a presión), el Ministerio advierte que ha de realizarse utilizando agua reforzada con detergentes tensioactivos de arrastre, específicos para la limpieza viaria. Y si los materiales internos de las baldeadoras lo permiten, siempre que no suponga un riesgo de corrosión que afecte al correcto funcionamiento de las máquinas, el protocolo recomienda sustituir los tensioactivos por derivados de amonio cuaternario y otros productos con actividad biocida.
¿Por qué amonio cuaternario? El amonio cuaternario es un limpiador desinfectante que tiene un amplio espectro de eliminación de microorganismos como virus, bacterias, hongos... Lo más importante de este componente es que tiene un importante efecto residual; permanece activo después de la aplicación conservando sus propiedades por mucho más tiempo y su tiempo de acción es de un minuto. No es corrosivo, presenta un alto poder de penetración y no libera vapores irritantes.
Sanidad recomienda también la desinfección más a fondo en lugares donde la afluencia de público y la posibilidad de contagio es muy alto: zonas próximas a centros sanitarios, grandes supermercados y centros de distribución de alimentos, así como zonas de la ciudad con asentamientos urbanos fijos o de pernocta de personas sin hogar. Aquí la desinfección se realizará con mochilas pulverizadoras con hipoclorito sódico al 0,1% (20 mililitros de lejía común por litro de agua). «Para la aplicación de esta pulverización, los operarios deberían contar con los equipos de protección personal pertinentes, traje plástico tipo Tyvex o similar, gafas protectoras, guantes de protección, mascarilla autofiltrantes para gases y vapores inorgánicos», señala el protocolo.
En caso de precisar la realización de desinfección de superficies de bancos, farolas o cualquier otro elemento municipal en la vía pública, el documento concreta que podrán utilizarse los desinfectantes autorizados de actividad virucida que se usan en el ambiente hospitalario.
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