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Nicolás Redondo afrontó los últimos años del Franquismo entregado a la tarea crucial de reconstruir la Unión General de Trabajadores en el interior de España. Su estrategia de combinar la presión social contra la dictadura -él mismo fue encarcelado varias veces por participar en huelgas y formar parte del comité de fábrica de la empresa La Naval- y reorganizar la central sindical socialista fue determinante para contribuir a la restauración de la democracia y recuperar la presencia de la UGT en un panorama sindical monopolizado entonces por Comisiones Obreras.
Miembro, desde 1968, de la dirección de la UGT en el interior, para el sindicato fue vital que en agosto de 1971, en el XI Congreso en el exilio, se decidiese el pase definitivo de la dirección al interior y Nicolás Redondo fuera puesto al frente de la Comisión Ejecutiva. Desde esa responsabilidad incentivó la reactivación del sindicato socialista en el interior del país, también en Valladolid, donde llevaban varios años intentándolo Félix Maestre Valdueza («Rafa»), «liberado para Castilla» que había sido detenido y torturado en Vitoria y al que habían encargado la reconstrucción de la Federación Nacional Siderometalúrgica de la UGT, y el palentino Jesús Mancho Atienza, alias «Carrión», que desde los años 50 residía en Suiza y que en 1973 sería nombrado vocal de la Comisión Ejecutiva de UGT del interior. Mancho, determinante en la reorganización del sindicato en la ciudad, contaría en todo momento con la ayuda de Redondo, que ya pensaba en Valladolid para instalar la permanente de la rama de la metalurgia. Como el mismo Mancho me reconocía en una entrevista en el año 2000, «yo estoy con Nicolás Redondo desde el año 72-73, casi viviendo en común».
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Y fue Mancho, en efecto, el primero en contactar con militantes históricos y con algunos jóvenes para reactivar la UGT en la ciudad. Las instrucciones eran claras: adecuar el sindicato a la situación actual de España, organizar por Sindicatos Provinciales y Federaciones Nacionales de Industria, y unir a jóvenes y veteranos en la lucha. Después de comprobar las reticencias de determinados ugetistas históricos, Mancho decidió empezar de cero a través del trabajo con elementos jóvenes. Concretamente, con Justina Sandoval, a la que había conocido en Alemania, y su hermano Andrés.
Así, el 15 de enero de 1971 renacía de manera oficial la UGT vallisoletana, como escribía el propio Mancho: «Considerando la importancia que tiene desarrollar la Unión General de Trabajadores de Valladolid, y vista la inmovilidad existente por parte de los compañeros (en el supuesto que existan) en esta capital. Reunidos diversos compañeros dispuestos a romper el silencio de la UGT en Valladolid. Después de varios intentos de querer tomar contactos con los compañeros que aquí pudieran existir para incorporarnos a la lucha, siendo siempre el intermediario el compañero Benito [Guaza] y no pasando nunca de ahí. Hartos de esperar y viendo cómo otras organizaciones empiezan a dar señales de vida, hemos decidido poner en marcha la organización en esta provincia».
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Exigua y débil, esta primera UGT sólo contaba con un Comité Provincial compuesto por tres militantes: Maestre como secretario de Prensa y Propaganda, Justina en la Tesorería y Mancho como secretario de Organización. Y eso que Valladolid, como le había expresado en varias ocasiones Nicolás Redondo, constituía un objetivo estratégico, pues estaba llamada a ser el epicentro de la reconstrucción de la Federación Siderometalúrgica del interior. Lo cierto es que el mismo Redondo no podía por menos que resaltar el ejemplo de esta ciudad, «donde se ha despertado un cierto ambiente favorable a nosotros, por la actividad de los compañeros que ahora están allí al frente de la Organización», informaba a la ejecutiva.
Ya en democracia, Nicolás Redondo participó en actos muy relevantes para el sindicato vallisoletano. Entre ellos, la inauguración oficial, el 16 de febrero de 1983, de la antigua Casa del Pueblo del número 8 de la calle de los Tintes, donde reclamó que el sindicato estuviese abierto a todos, «al presente, que es hoy; pero sobre todo al futuro, que es mañana. Hemos de ser generosos como corresponde a un pueblo con tanta tradición de luchas como es el vallisoletano». Pidió luchar por la democracia en la empresa, «exigir mejoras de las condiciones de vida, un salario social diferido, cultura, mejores transportes, y una sanidad más eficaz, todo para mejorar una sociedad que me parece una de las más injustas de Europa».
Cuatro años después, concretamente el 1 de abril de 1987, el dirigente sindical intervino en la puesta de largo de la sede actual de la UGT en la calle Gamazo, después de que la Administración del Estado entregase al sindicato, a cuenta del Patrimonio Sindical Acumulado, el edificio que había sido 'Policlínica 18 de julio'. En ese momento, la postura de Redondo y demás dirigentes ugetistas era ya muy crítica con el gobierno de Felipe González, concretamente con el ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga. Así lo expresó el mismo Redondo en Valladolid, donde, además de criticar la política económica del gobierno, avanzó una postura favorable a la unidad de acción con CCOO.
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