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Fue un gran militar, llegó de labrador a lo más alto, se convirtió en un héroe que murió por sus ideas... pero los libros de Historia lo han olvidado», dice con orgullo Nacho Moratinos, enfundado en un unifome similar al que hace más de dos ... siglos vistió un antepasado suyo, Juan Martín 'El empecinado', figura destacada de la resistencia ante la invasión napoleónica y que este domingo tuvo un recuerdo especial en las jornadas 'Valladolid tiene historia', que este fin de semana se han celebrado en el entorno de San Pablo y del Palacio Real.
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Nacho es descendiente de El Empecinado, «la séptima generacion», y promotor del círculo cultural que, desde hace 24 años, reivindica su figura (a la que Pérez Galdós dedicó un libro y Francisco de Goya un retrato). «Fue el primer castellano (nació en Castrillo de Duero en 1775) que se alzó en armas contra los franceses, cuando junto con otros vecinos de la cuenca del Duero comenzó a molestar a las tropas de Napoleón», recuerda Lorena, hermana de Nacho.
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Intentó el combate desde la disciplina del Ejército, «pero se dio cuenta de que el ataque de la guerilla era mucho más eficaz». «Defensor de Cádiz, nunca se quiso pasar al bando absolutista. Fernando VIIno se lo perdonó nunca y lo hizo matar», explican los últimos ramajes de su árbol genealógico. Murió ahorcado en la Plaza Mayor de Roa el 19 de agosto de 1825 (hay una cita que desde hace 18 años recuerda este momento con una recreación histórica en la localidad burgalesa).
Y estos episodios de su vida se repasaron este domingo en Valladolid durante la representación que a las 12:00 horas tuvo lugar en el patio del Palacio Real. Fue este uno de los actos centrales de unas jornadas –organizadas por la Asociación Cultural Histórica Torre del Homenaje, en colaboración con el Ayuntamiento y el Palacio Real– que incluyeron desfiles, torneos medievales, conciertos, talleres y competiciones de tiro con arco, junto al palacio de Gondomar.
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Allí, un muro de pacas de paja servía de parapeto para unas dianas (con fondo amarillo) que invitaban a los vallisoletanos y visitantes a probar su puntería. Para ello, se usaron arcos tradicionales, tallados en madera (casi siempre de tejo), más difíciles de dominar que los modernos (de aluminio o fibra de carbono). «Los de madera nunca son exactamente iguales, varían en su peso y eso influye en su comportamiento», explica Luis Miguel Rodríguez, presidente del club deportivo Valladolid Arqueros Tradicionales.
Los interesados pudieron demostrar, desde una distancia de 15 metros, su destreza con arcos largos (de entre 68 y 71 pulgadas)o recurvos («más cortos, con forma de ese y más rápidos»). «El tiro con arco tiene cada día más auge. Es muy divertido y físicamente no es muy exigente», apunta Rodríguez.
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