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En la vida de Paco Castro, la fe y el trabajo se entrelazan de una manera muy especial. Como comercial del sector de juguetes, está muy acostumbrado a la carretera y a tener las maletas siempre listas. Su profesión le exige el sacrificio de pasar ... días alejado de su familia pero su compromiso como diácono en la parroquia de Nuestra Señora de Prado, en Parquesol, añade una dimensión espiritual muy profunda a su vida viajera. Tras este hombre de negocios, está un cariñoso esposo, padre de dos hijos y abuelo de dos nietas.
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Desde muy pequeño ha vivido la fe y ha estado muy involucrado en la vida parroquial. Ya con 14 años se hizo catequista en la parroquia del Carmen, y más tarde en la de San Juan. «Llegó un momento en el que ví que me tenía que comprometer de verdad y conocí el diaconado permanente. Sabía que era un gran compromiso pero decidí seguir adelante. Mi familia siempre me ha apoyado. Fueron 8 años de estudios que se hicieron duros. Estudiaba Teología en los aeropuertos y en los hoteles. Por fin me ordené diácono en 2012 y soy completamente feliz», relata.
Oficiar la boda de su hijo y el bautizo de sus nietas han sido dos de las experiencias más emocionantes en su trayectoria como diácono. Momentos en los que pudo conjugar sus roles como padre, abuelo y servidor de la fe. «Fue una satisfacción tan grande y bonita… en esos momentos ví que lo que estaba haciendo era tan bonito y tan exclusivo, que me llenó por completo», dice con brillo en los ojos. «En la parroquia echo una mano en todo lo que haga falta y me manden, como en la residencia de ancianos de Doctor Villacián, celebrando la palabra y ayudando en misa o preparando a los adultos para la confirmación. Gracias a Dios y gracias a Jorge, mi párroco, mi labor como diácono es plena», afirma. «Todos los domingos del año, excepto en vacaciones, vengo a la iglesia a las 9:00 de la mañana, porque tenemos tres misas. Ya por la tarde, me quedo en casa».
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Como consejo a aquellos que estén sintiendo la vocación, les anima a que «sean valientes y tiren para adelante. Para lograrlo, lo más importante es el apoyo de la familia. El Señor te da fuerzas para seguir, pero sin la familia es muy difícil», concluye.
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