Hace unos meses todo estaba sobre el papel, hoy está la exposición montada y abierta, con el cuadro de los Comuneros... Una alegría», confiesa Salvador Rus, comisario de los actos del V Centenario de los Comuneros de Castilla. Doctor en Filosofía y en ... Historia, es catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimiento Sociales y Políticos de la Universidad de León. Ha coordinado un programa que empezó conmemorando los quinientos años del incendio de Medina de Campo, ocurrido el 21 de agosto de 1520, y se extenderá hasta abril de 2022. Cuenta con 1,2 millones de euros de la Fundación Castilla y León (antigua Fundación Villalar), más aportaciones de las consejerías de Cultura y Turismo, Presidencia y Educación.
–Padilla, Bravo, Maldonado, 23 de abril, Villalar, ¿que vigencia tienen en la actualidad?
–Lo primero es que cualquier acontecimiento no cumple 500 años, pero ¿tiene actualidad lo que hicieron? Sí la tiene, ellos plantearon una forma de organización política donde el ciudadano ejercía un control sobre el ejercicio del poder y participaba activamente en la vida política. No era un elemento pasivo que recibía órdenes, y eso es muy actual. Estamos hablando de libertad; del reconocimiento de igualdad; de respeto a las opiniones diferentes, y eso se llama pluralismo; y el respeto a lo que es de las personas, a lo que es propio, y eso se llama justicia. Son cuatro valores que ellos proclaman que están al principio de nuestra Constitución de 1978.
–¿Qué cree que podrían aprender los dirigentes actuales de los capitanes comuneros o de personalidades de esa época como Carlos I o sus abuelos, Isabel La Católica y Fernando?
–Podrían pensar algo que es importante, que es hacer política con mayúsculas. No estar enredados permanentemente en una lucha partidista, tener una ideas políticas que respondan a unos ideales sociales y que se concreten en unos proyectos que favorezcan el desarrollo de España.
–Se equipara el levantamiento comunero con la primera revolución moderna, ¿es acertado?
–Yo no diría nunca que es una revolución, porque una revolución pretende cambiar la forma de Estado. Sería pasar de una monarquía que era lo que había en ese momento a otro tipo de forma de Estado. Esto no lo hacen los comuneros. Ellos hacen una revuelta para cambiar la manera con que la monarquía de los Habsburgo entendía el ejercicio del poder. En todas sus declaraciones solemnes introducen algo muy importante, que toda persona que ocupe un cargo público, al final de su mandado, deberá rendir cuentas de lo que ha hecho. La revuelta comunera se puede sintetizar en una frase que escribe el Almirante de Castilla en una de sus cartas. 'Que el reino mande al rey y no el rey al reino'. Eso es un cambio de la forma de gobierno no de la forma de Estado.
–¿Qué es lo que marca el fracaso de la empresa? ¿Quedó legado pese a la derrota?
–Los movimientos sociales tienen que tener un liderazgo definido y un compromiso por parte de todos los implicados. Eso se traduce en unidad y cuando se rompe la unidad de mando de los comuneros, cuando los soldados van porque se paga más y no por ideales, el proyecto se viene abajo. La nobleza se aparta del movimiento para preservar sus privilegios y pierden un apoyo fundamental. Todo estaba abocado al fracaso y si en la escaramuza, de Villalar, que fue una batalla pequeñita, se captura a los líderes, pues el movimiento se disuelve. Aparentemente no consiguieron nada en 1521. Perdieron la vida, la hacienda, el honor... 34 años después, cuando Carlos abdica, se consigue algo que los comuneros reivindicaban, tener un rey en España que gobernara desde España los inmensos territorios de la corona.
–¿Cree que ha estado suficientemente valorado en España un episodio histórico como el levantamiento comunero? ¿Inglaterra o Francia habrían reivindicado de otra forma un hecho similar?
–Creo que no ha sido valorado aquí como hubiera sido valorado en otros países. Primero, porque se considera como un movimiento contra el rey Carlos V, que los testigos del siglo XVI tratan de silenciar. A finales del XVIII y en el XIX hay intentos de reivindicar la figura del comunero como el gran héroe de las libertades y, en paralelo, otros pensadores lo califican de antieuropeísta, pero empieza a haber una rehabilitación. Dan nombre a calles, las Cortes cuelgan el cuadro de Gisbert. Ninguna generación de españoles se ha quedado indiferente ante los comuneros. Después hay un movimiento de historiadores, que trabajan con documentos, que plantean que las comunidades es una revolución. Yo creo que hay que dar un paso más y es descubrir la verdad a través de los documentos, editando estos documentos, en digital. Ese es uno de nuestros grandes proyectos.
–¿De qué volumen de documentación hablamos?
–Hablamos, probablemente, de más de 200.000 documentos. Se trata de poner a disposición de los investigadores, en red, con alta calidad, los documentos que se encuentran en el Archivo General de Simancas y el de la Real Chancillería de Valladolid. En el de Simancas está la política de Estado y en la Chancillería tenemos los documentos que tienen que ver con los procesos de las personas implicadas en el movimiento, tenemos acusaciones y defensas, relatos de personas. Eso permitirá avanzar en la investigación. Ni se ama ni se valora lo que no se conoce. Ha sido poco valorado porque es desconocido. Lo conocemos a grandes rasgos.
–¿Qué sentimiento le produce ver el cuadro 'Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado ante el patíbulo' en el vestíbulo de las Cortes?
–La responsable de la conservación de los cuadros del Congreso de los Diputados me hizo una bonita reflexión a la llegada. Me dijo que es un cuadro muy importante para Castilla. Y me permito tomar esa expresión. Es un símbolo. Un imán para la exposición. Representa el sentimiento de lo que fue la comunidad, de las personas derrotadas que pagaron con su vida el realizar sus ideales. Vencidos, pero con dignidad ante la muerte. Se presentan como decía la frase de Padilla: 'Ayer fue el día de luchar como caballeros y hoy el día de morir como cristianos'.
–Han puesto en marcha una exposición trabajada para un tiempo de pandemia, ¿cómo podrán disfrutar los ciudadanos de ella?
–Vamos a difundirla a través de los centros de enseñanza para visitas guiadas, a colectivos, a universidades, en pueblos. A través de redes sociales. El inconveniente es que hasta el día 9 tenemos un estado de alarma con limitación de aforos, esperemos que a lo largo de la vida de la exposición pueda ir incrementándose. Yo estoy dispuesto a enseñar la exposición a todos los grupos que quieran.
–Entre los documentos que exponen están también el de excomunión de los comuneros.
–Sí, lo hemos restaurado. El gobernador que deja Carlos V, que es el cardenal Adriano de Utrecht, que luego fue Papa, solicita la excomunión para los que se han rebelado contra el rey. Es muy interesante. Muestra como el cardenal Adriano usa todos los elementos para vencer la rebelión comunera y uno de ellos es amenazar con la pena del infierno, que probablemente aterraba más que la espada afilada del enemigo.
–Preparan también un documental y una ópera, ¿qué puede avanzar?
–La propuesta es de un documental extenso, que se pueda proyectar en salas comerciales, pero luego también versiones más reducidas para difundir por colegios, bibliotecas públicas... Donde sea. Lo de la ópera, que llamó mucho la atención, se va a representar la primera quincena de octubre en todas las provincias de Castilla y León. Yo animo a que llenen los teatros en la medida que permita el aforo de ese momento. Esperemos que tengamos esa famosa inmunidad de rebaño y que sea todo más normalizado. La ópera se plantea en tres actos. La llegada de Carlos I a la península, el encuentro de los comuneros con la Reina Juana, y la batalla de Villalar. Yo he visto solo los primeros cinco minutos en el primer ensayo y los músicos aplaudieron. Eso significa que a la orquesta le gusta. En todas las iniciativas que promovemos hemos tenido en cuenta la perdurabilidad.
–¿En qué sentido?
–La exposición, por ejemplo, durara cuatro o cinco meses, pero quedará un catálogo concebido como un catálogo formativo del movimiento, además de lo relativo al contenido de la exposición. Después del congreso que vamos a celebrar se publicará un libro con todas las ponencias. Eso perdurará. La opera podrá representarse luego en otros lugares. Y la digitalización de documentos ahí quedará, a disposición de los investigadores. Igual que el documental. Hay 28 proyectos que implican a 68 municipios con actividades de teatro, música, exposiciones... Pasarán las actividades, pero quedará el conocimiento.
–El 23 de abril y Villalar mismo, como enclave mítico del levantamiento comunero generan suspicacias en el leonesismo, ¿la Historia da sustento a esas reticencias?
–Esto enlaza con cómo la Historia ha tratado al movimiento comunero. Yo soy catedrático de la Universidad de León, sevillano y llevo muchos años en esta tierra, desde 1985, y históricamente los leoneses no tienen razón, porque León tuvo una participación muy activa. Entre las personas ejecutadas hubo un buen número de leoneses. El reino de Castilla iba desde Finisterre hasta el cabo de Gata, incluía León, Galicia, Asturias, Santander, Andalucía, Murcia... Hasta las Islas Canarias. Tener una visión muy pegada a la actualidad ahora y muy excluyente desde el punto de vista del territorio para juzgar hechos del siglo XVI no tiene demasiado sentido.
–¿Qué papel juega Villalar de los Comuneros en la celebración del quinto centenario?
–Villalar fue el lugar donde se juntaron dos ejércitos y hubo una batalla. Podía haber sido en Torrelobatón o, de camino a Toro, en cualquiera de los espacios. Villalar es el final, pero ¿tenemos que centrar todo el estudio del movimiento en el final o en todo el proceso?
–Pero usted comentaba que es un episodio histórico poco conocido y Villalar de los Comuneros, desde la capacidad de un Ayuntamiento pequeño, con recursos modestos, ha impulsado ocho simposios internacionales sobre el movimiento comunero. ¿Se le reconoce esto?
–Yo creo que sí se le reconoce, lo que pasa es que la pregunta que tienen que hacerse aquellas personas que han organizado esos simposios es por qué no han tenido la repercusión y la influencia. Creo que tuvieron algunos contenidos muy interesantes, lo que hay que preguntarse es por qué no han tenido esa difusión. Villalar tendrá su reconocimiento en el V Centenario, como tienen Segovia, Arévalo, Ampudia o Medina de Rioseco o Medina del Campo, por ejemplo. Villalar es un símbolo, pero no nos olvidemos que es el final del proceso.
–¿Con qué presupuesto cuentan ustedes para organizar los actos?
–Se ha ido incrementando. Colabora fundamentalmente la Fundación de Castilla y León, con un presupuesto muy generoso de aproximadamente 1,1 o 1,2 millones de euros, y tenemos aportaciones de las consejerías de Cultura, de Presidencia y de Educación.
–¿Qué le gustaría que quedara de este quinto centenario cuando baje la persiana?
–La idea de que no hemos celebrado algo porque se cumplieran 500 años, sino porque esos hechos históricos tienen mucho que enseñarnos para nuestro presente.
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