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Era sábado, y la forma de comunicarlo fue con unas notas colocadas en las entradas de los centros universitarios. De esta forma se enteraron miles de estudiantes de la Universidad de Valladolid de que a la vuelta del fin de semana, las facultades de Filosofía, ... Medicina, Derecho y Ciencias iban a permanecer cerradas, en un primer momento, hasta el próximo curso. La orden llegó desde el ministro de Educación y Ciencia, Cruz Martínez Esteruelas. Era febrero, es decir, que el cierre se prolongaría durante siete meses. Y eso conllevaba, además de la cancelación de las clases para miles de estudiantes, la suspensión de sus a sus matrículas y los exámenes, que quedaron, hasta nuevo aviso, sin fecha. Sí se mantuvo la actividad de los estudios de Doctorado y de la labor investigadora.
El cierre estuvo motivado por «desórdenes universitarios», que encuentran su raíz en enero de 1975. Fue aquí cuando los estudiantes de Filosofía y Letras organizaron una asamblea multitudinaria que terminó siendo disuelta por la policía. «Después de las vacaciones de Navidad, fecha en que se registró ya una mayoritaria asistencia a clase, en todos los centros tuvieron lugar asambleas para informar sobre el próximo juicio en el Tribunal de Orden Público contra ocho estudiantes vallisoletanos. Proceso en el que concurrían una serie de circunstancias como era la de encontrarse entre los encartados José Luis Cancho (quien fue detenido, torturado y tirado desde un tercer piso un año antes en Valladolid por miembros de la Brigada Político-Social), que motivó el que poco a poco todos los universitarios fueran manifestándose partidarios de pedir la libertad de los compañeros que se iban a juzgar», publicó El Norte el 9 de febrero de 1975.
Fue el primer día de cierre, el punto final de varias jornadas de agitación «estrictamente política», momentos donde también se detuvo a once personas acusadas de supuesto reparto de propaganda del Partido Comunista en la universidad. Jornadas antes, cuando la policía accedió a la biblioteca de Filosofía y Letras para desalojar la asamblea que allí se celebraba, el rector José Ramón del Sol Fernández anunció ya uncierre de todas las faultades. Cuando reabrieron, el máximo responsable de la universidad fue recibido en Medicina con huevos y gritos de «dimisión». Poco a poco, y a pesar de estos episodios, parecía que el ambiente comenzaba a relajarse y fue entonces cuando llegó la orden ministerial.
Días después, ya el 11 de febrero, y cuando el cierre de las facultades había sido efectivo, el ministro de Educación realizó un discurso en las Cortes Españolas, donde defendió que la clausura de la Universidad de Valladolid no se había realizado como medida de ejemplaridad a «nivel nacional». En su discurso, el ministro subrayó que el cierre de la institución académica se produjo por «la ruptura de la convivencia que imposibilita la acción docente». «Cuando la autoridad académica es vejada y físicamente maltratada, es inevitable exigir el concurso de la sociedad y si este no se produce, la actitud pasiva de los más no puede excusar la actitud enérgica del Estado», añadió. Ese mismo día, cinco estudiantes de Barcelona fueron detenidos por tener en su haber numerosos folletos de «propaganda subversiva».
La información se sucedía constantemente y un día después, un grupo de abogados anunció que presentaría recurso contra el cierre de las facultades. Este conjunto de juristas se decidió por el razonamiento de que era viable la clausura de las instalaciones, pero nunca la pérdida de los derechos en cuanto a exámenes se refiere. «El ambiente general en los diferentes círculos estudiantiles es de esperanza en conseguir, al menos, la celebración de los exámenes», recogió El Norte el 12 de febrero de 1975. Los universitarios, por su parte, trataron en una reunión las medidas a adoptar para continuar con sus estudios, momento en que se decantaron por formar grupos de trabajo por los que circulara material académico, como apuntes, libros, etc. Una universidad paralela.
A raíz de esto, también se realizó una manifestación silenciosa de varios centenares de personas en la Plaza Mayor, la sociedad se volcaba con la situación estudiantil. «En el transcurso de la concentración algunas madres de familia y otras personas se pronunciaron a favor de una reconsideración de la medida, si bien el episodio terminó con la presencia de fuerzas de la Policía Armada y algunas carreras». La Cámara de la Propiedad también mostró aquí su apoyo y solicitó la reconsideración del cierre de las facultades, al igual que otros agentes sociales de la ciudad, como la Asociación de Amas de Casa, Cáritas o la Diputación de Burgos.
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Sergio García
La noticia sobre el cierre de las facultades también sirvió para que el escritor Francisco Umbral dejara ciertos apuntes en la sección 'Crónica de Madrid'. «Alguna vez se habló de Fraga para ministro de Educación. ¿Habría cerrado él la Universidad de Valladolid? Sus adeptos dicen que no. No, Fraga no cerraba universidades. Lo suyo eran los periódicos», escribió. Fuera de la provincia, el cierre de las facultades también conllevó la dimisión del decano, vicedecano y secretario de la Facultad de Derecho de San Sebastián. Presentaron su dimisión al rector de la UVA, pues la facultad estaba adscrita a la insitución vallisoletana. Al final, la universidad estuvo cerrada hasta mayo, y los exámenes se celebraron en septiembre de ese mismo año.
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