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Julia Lobo Fernández (Villalobos, Zamora, 1935) llegó a Valladolid a principios de los años cincuenta del siglo pasado junto a sus hermanas Mere y Pilar. Las tres juntas cogieron el traspaso de un comercio en el número 54 de la calle Labradores: El Gato Negro. «Géneros de punto. Confecciones. Mercería. Inmenso surtido en artículos de calidad a precios de verdadera ganga», rezaba un anuncio de aquel negocio en 1953 en El Norte de Castilla. Ángel Sánchez Sevillano (Serradilla del Arroyo, Salamanca, 1930) llegó también a la capital vallisoletana a mediados de aquel siglo XX. «Mi abuelo paterno tenía en Serradilla una tienda de tejidos; pero en la que se vendía de todo, desde baldes a comida, pasando por jabones. Como eran antes las tiendas de los pueblos», cuenta Rosario Sánchez Lobo, hija de Julia y Ángel; hoy al frente del negocio familiar junto a su hermano Pablo. «Somos cinco hermanos, pero solo dos nos hemos dedicado a la tienda», explica Rosario.
«No sabemos dónde estuvo trabajando mi padre en Valladolid antes de abrir Casa Sánchez ni cómo se conocieron nuestros padres; nunca nos lo contaron», se lamenta Rosario. Ángel Sánchez falleció en 2012 a los 82 años. Julia tiene 87 años pero «ya no tiene la cabeza para acordarse de esto». Sea como fuere, en 1958, ya casados, el matrimonio abrió en el número 26 de la calle Panaderos Casa Sánchez. En el mes de octubre de aquel año la comisión permanente del Ayuntamiento concedió a Ángel la licencia de obras que había solicitado para adecuar el local arrendado en esta calle vallisoletana. «Mi madre dejó de trabajar con mis tías y empezó a trabajar con mi padre. Tampoco sabemos qué pasó con El Gato Negro ni con la tienda de tejidos de mi abuelo en Serradilla», comparte Rosario. «Casa Sánchez empezó siendo una tienda del estilo de la de mi abuelo en Serradilla. Tenía un poco de todo. Telas, sí; pero vendían hasta embutidos. Luego fueron quitando esas otras cosas hasta quedarse solamente con el textil:telas de sábanas, jerseys, pantalones...», recuerda Rosario.
Ángel y Julia estuvieron al frente del negocio hasta la jubilación de ambos. Nunca estuvieron solos. «Siempre tuvieron a alguien detrás del mostrador para que les ayudara. Todo era muy familiar. Los representantes del comercio hacían tertulia en la tienda. Había una mesa camilla y se sentaban en torno a ella con mi padre a charlar. Es lo más curioso que recuerdo de cuando era pequeña: aquella mesa camilla con los representantes haciendo tertulia», sonríe Rosario.
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Sonia Quintana
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Desde el año 2007 la tienda de Panaderos convive con otra que la familia abrió en la calle Torrecilla. «En Valladolid, la ropa interior tiene nombre propio desde hace 60 años: Casa Sánchez». Es el eslogan con el que hoy trabajan los Sánchez.
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